POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Es la Cuaresma una tradición cristiana nacida en la Iglesia de Oriente en los inicios del siglo IV. Su fundamento, a imitación del ayuno de Jesús en el desierto durante 40 días (de ahí el nombre), tenía como fin la preparación penitencial a la antiguamente llamada «Pascua de Crucifixión» y después, con más sentido de salvación, «Pascua de Resurrección».
Días cuaresmales con obligación de ayuno y abstinencia de carnes que en muchos pueblos de ASTURIAS se traducían en un costumbrismo muy curioso.
Así, por ejemplo, en comarcas del occidente, el Miércoles de Ceniza, se lavaban con sumo esmero aquellas sartenes, ollas y cazuelas destinadas a los guisos de carne y se guardaban hasta el día de Pascua. Lo pregonaba el cantar.
Antroxu fuera,
caldera llena
de papas y nabos
y escasos tragos.
Más aún, en muchos pueblos era costumbre «suspender noviazgos y cortejos» durante estos días penitenciales. Así lo contaba C. Cabal: «A las doce de la noche del martes carnavalesco, en todos los lugares se despedían los novios hasta el Domingo de Pascua».
Menos mal que esta «prohibición» se fue mitigando y quedó reducida únicamente a los días de Semana Santa:
«Desde el Domingo de Ramos
hasta la Pascua de Flores,
no tengo yo por costumbre
el hablar con mis amores.»
Los dibujos e ilustraciones de le época recogían gráficamente estos días de rigor representándolos con una vieja de siete pies (las siete semanas cuaresmales) llevando en una cesta una pieza de bacalao seco, verduras, agua… y, colgadas del pecho, cruces, rosarios, escapularios… Se la conocía como LA VIEJA CUARESMERA.
Actualmente nos consta que en muchos Colegios, recordando viejas tradiciones, hacen exposiciones con dibujos al respecto.
¡EL BACALAO!- Antaño rey y señor de los guisos penitenciales porque su comercialización, exenta de impuestos, era asequible a las clases sociales más humildes. ¡Quién lo diría en tiempos de hoy!
Para la abstinencia de mañana aconsejamos este guiso.
Se fríen rodajas de patata y se reservan. Se elabora un pisto según costumbre y se le incorpora, rehogando, bacalao migado (previamente desalado y sin espinas) y «huévares» de oricios (erizos de mar).
En una fuente de horno se dispone una capa de patatas; sobre ella una capa de pisto; nueva capa de patatas, nueva capa de pisto y capa final de patatas.
Se cubre con una bechamel y hornea hasta que la bechamel dore ligeramente.
Pues nada, a celebrar la Cuaresma.