POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Cuenta la leyenda que María, mientras José buscaba casa en Belén y al ver que el Niño lloraba con hambre, se adentró en una pequeña cueva-morada para amamantarlo. Algunas gotas de leche cayeron al suelo y las rocas de la cueva se volvieron milagrosamente blancas. Pequeñas piedras que incluso hoy día se ofrecen allí como recuerdo del suceso.
(Entre paréntesis les diré que esas piedras son calcita -carbonato de calcio- que, cuando sin impurezas, son blancas).
La devoción a la Virgen de la Leche, Virgen Nutricia, Virgen Nodriza, Virgen del Reposo, Nuestra Señora de la Leche y del Buen Parto; en latín Virgo lactans y en griego Theotokos Galactotrophousa, se remonta a los primeros siglos del cristianismo, con origen en las iglesias cristianas de rito copto o de rito bizantino-oriental. El Papa San Gregorio Magno, que rigió la Iglesia entre los años 590 y 604 ya cita un mosaico que se encuentra en la fachada de la iglesia de Santa María in Trastevere en el que se representa a la Virgen amamantando al Niño Jesús.
Y de Belén a Asturias.
Aller es un municipio en alternancia de montañas y valles de singular belleza. Asombrosos, espectaculares; de ahí el nombre de MIRAVALLES (del latín mira vallis = valle admirable).
Y en Miravalles, a la vera de un riachuelo y a la sombra de avellanos, nogales y castaños, unos campesinos hallaron la imagen en piedra policromada, de altura unos 80 cm, probablemente con data entre los siglos XI al XIII, de una Virgen de la Leche o Virgen Galactotrofusa.
En su honor y culto se construyó una iglesia y desde 1951 es venerada como Patrona del Municipio y honrada como Alcaldesa Perpetua del mismo. Se la conoce como VIRGEN DE MIRAVALLES.
Nuestro romancero describe la escena de la lactancia de Jesús:
«En Belén parió María / la escogida del Señor,
parió un Niño como el oro / resplandiente como el sol,
tres madres le daban leche / bienaventuradas son.
Mientras el Niño mamaba / María llora la pasión.
-¿Por qué lloras, Madre mía ,/ Madre de mi corazón?
Si llora porque he nacido, / Madre, no tienes razón…»
Viendo tantas y tantas imágenes de la Virgen de la Leche, siempre recuerdo los versos del extremeño Luis Chamizo (1894-1945 en su poemario «El miajón de los castúos»:
«Pimpollo, rey de tu madre,
miagirrinina de la gloria mesma,
que cayó de los cielos desprendía
del botón reluciente de una estrella;
no me jagas pucherinos
cuando yo te jaga fiestas;
ponme los ojillos tunos,
reliámbate con la lengua,
jame´l angó ,muchachete,
que voy a dalte la teta.
Míala, túmbate a la larga,
chachino, chuperretea,
jasta que´el chorro del pezón rebose
los bujerinos ded tus tragaeras…»
¿Saben una cosa? La primera iglesia que se destinó en Estados Unidos al culto de la Virgen fue bajo la advocación de la Virgen de la Leche y el Buen Parto.Sucedió esto en 1620 en la Misión de San Agustín (La Florida), tierra en cuya conquista tomó mando activo el avilesino Pedro Menéndez de Avilés, El Adelantado de La Florida.
¿Y saben otra? Uno de los mejores libros sobre esta conquista es obra del colungués don Eugenio Ruiz-Díaz Caravia, editada en el año 1893.