POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Erase un comercio muy afamado en Colunga al que las gentes llamábamos «La Tienda de los Pablos». Estaba situado frente a la Iglesia parroquial (hoy es el establecimiento CASA VALLÏN – MINYMAS) y en él se «vendía de todo»: comestibles, tejidos, muebles, enseres y menajes domésticos, aperos de labranza, material escolar… Tenía muchos dependientes, todos con gran «sorna colunguesa» y siempre atentos a la clientela.
Se cuenta que en cierta ocasión una señora, quizá turista foránea, solicitó una «cántara para leche»; cosa que desconcertó un poco al dependiente. Este, adivinando lo que se pedía, fue al almacén y vino con tres «modelos de envases»: uno, pequeño como de 1 litro; otro, mediano de 2 litros y un tercero de unos 4-5 litros.
.- ¿Cómo las llaman aquí?, preguntó la clienta
.- Respondió el dependiente: Esta pequeña, ZAPIQUINA; la mediana, ZAPICA; y la mayor, ZAPICONA GRANDE.
¿Qué es la ZAPICA?
Pues, ¡qué cosas!, antiguamente la ZAPICA no era una cántara para leche, lechera o cantimplora (que dicen algunos). LA ZAPICA o XARRA (jarra) era, según don Braulio Vigón en «Vocabulario dialectológico del Concejo de Colunga» (siglo XIX), «una vasija de madera con asa de una sola pieza. Se usa para recoger la leche de las vacas cuando se ordeñan y para medir el vino y la sidra en las tabernas».
¡Ah !, ¿saben una cosa?
Adelantándose al siglo XXI y a la novedosa «política de género» la «zapica» también «tien machu». Se denomina, como no podía ser de otra manera (dicho, muy en boga, por la moderna y experta intelectualidad) ZAPICU y en Colunga, como no nos gustó el nombre, lo bautizamos como CACHAPU y refiere, según don Braulio, una «cubeta de madera que usan los segadores para llevar la piedra con que suavizan el corte de la guadaña».
¡Oiga! ¿Y lo de cantimplora?
Sí, sí. Hay muchas personas que utilizan ese nombre para designar a una cántara de leche o lechera. Y no es realmente correcto puesto que cantimplora (palabra que deriva del catalán «cant i plora» = canta y llora) es la vasija de forma aplanada y de pequeña capacidad, recubierta de fieltro o de cuero, que, adaptada para sujetarse al cinturón, se destina para llevar bebida en excursiones o en actividades militares.
Y ahora me preguntarán ustedes: ¿Y cómo fue ese trasvase colungués que condujo a llamar ZAPICA a un recipiente pequeño para transportar y guardar leche?
Pues no tengo ni idea. ¿Quizá porque la zapica original -la jarra- llevaba la leche recién ordeñada desde la cuadra a la casa?
¿Y cómo son «les zapiques» de la leche? Más o menos ya lo insinué : son recipientes cilíndricos de capacidad entre 1 y 4 litros, hechos de aluminio o de porcelana, con tapadera del mismo material y provistas de un asa para ser «llevadas a mano».
¿Y no se fabrican de gran capacidad? ¡Si, hombre, sí! Pero no se llaman ZAPICONES, sino BIDONES. Se utilizaban para contener la leche que se vendía a las industrias lácteas y eran recogidos, en horarios de mañana y tarde, por los «CAMIONES DE LA LECHE».
Termino ya. Lo hago con unos versos del fabulista Iriarte:
«Y si el lector dijera ser contento
como me lo contaron, te lo cuento.»
Y con una dedicatoria llena de cariño a mis entrañables amigas colunguesas EVA MARÍA CASTAÑO y CUQUI BALBÍN. Estoy seguro que se reirán un poco y descansarán del encierro doméstico a causa del virus maligno.
¡Qué pena! Hoy hay que hablar de «botellas», «tetrabricks», «camiones cisterna refrigerados»…