POR FABIÁN LAVADO RODRIGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA ZARZA (BADAJOZ)
En 1842, el gobierno de España estaba en manos del general Baldomero Espartero. Fue el periodo conocido como la Regencia de Espartero (10 de octubre de 1840-23 de julio de 1843), así llamado porque, tras el triunfo de la Revolución de 1840 que puso fin a la regencia de María Cristina de Borbón , cuarta esposa de Fernando VII y madre de la futura reina Isabel II , el general Espartero asumió la regencia en su lugar, el último periodo de la minoría de edad de Isabel. Acabó en 1843, cuando un movimiento military civil obligó a Espartero a marchar al exilio, perdido el apoyo político después de bombardear Barcelona el 3 de diciembre de 1842, tras el levantamiento de la ciudad en protesta por los impopulares reclutamientos de soldados, unido a otros problemas como el movimiento obrero, la crisis económica, el sentimiento foralista y el acuerdo comercial con Inglaterra. El gobierno provisional decidió entonces proclamar la mayoría de edad de Isabel a los trece años, iniciándose así su reinado el 10 de noviembre, una vez que juró la Constitución en las Cortes
Daba comienzo el periodo histórico conocido como la Década Moderada (1844-1854) con la llegada al poder del general Narváez. El Ayuntamiento en 1842
El Ayuntamiento de La Zarza en 1842 estaba compuesto por los siguientes alcaldes y ediles: Ángel Pérez Bolívar y Sebastián Guerrero, alcaldes; Pedro Muñoz, Clemente Gómez, Pedro Merino, Pedro Mª Pérez, Pedro Zama y Francisco Gil Pulido, regidores; Francisco Gutiérrez Mateos provisor síndico del “común” o pueblo, siendo secretario Juan Antonio Ginestal.
Precisamente, el alcalde Pérez Bolívar fue el encargado de colocar en febrero de 1842, según circular del 20 de noviembre de 1841, la lápida en la plaza municipal con la inscripción “Plaza de la Constitución”. El ayuntamiento, clero, milicia y vecinos en general celebraron tan solemne acto que evidenciaba el aprecio a la Constitución de 1837, destacando su alocución entre la de otros alcaldes de la provincia “…esta lápida que con entusiasmo y alegría acabamos de colocar es el símbolo de la libertad y la justicia…”.
2 Falta de jabón y fecha de reuniones El día 3 de enero, reunido el Ayuntamiento constitucional de la villa de la Zarza junto Alange, el provisor síndico expuso que el pueblo se hallaba sin surtido de jabón con el fin de que el municipio tomase las medidas necesarias para llevar a cabo el remate celebrado del abasto de dicho jabón, haciendo comparecer al postor y fiador para que expresasen el motivo por el cual se había ocasionado esta carencia que convinieron dar.
Estando presentes, Pedro Chaput, el postor, manifestó que no le era posible cumplir el contrato a que se había obligado, y el fiador, Pedro Morán, que no sabía lo que hicieron unos y otros; de tal forma que no podían cumplir con el suministro en los términos estipulados en el remate, cuya postura fue tan baja, que les era imposible poder soportarlo sin arruinar a sus familias. Oídos por el concejo, sus explicaciones no fueron
atendidas, determinando que inmediatamente cumplieran el contrato, surtiendo al público, pues de lo contrario se tomarían serias medidas al efecto.
El 7 de agosto, acordaron designar los domingos, a las 9 de la mañana, como día para celebrar las sesiones ordinarias del ayuntamiento y leer los boletines oficiales, sin necesidad de que precediera aviso para asistir a los plenos. Al mismo tiempo, el alguacil se encargará de custodiar y exponer al vecindario los citados boletines en el sitio de costumbre durante 24 horas, pasado ese tiempo, deberá presentarlos en la secretaría.
Problemas con las villas comuneras y José Ovando
El 27 febrero, el cabildo municipal refirió las quejas recibidas por parte de varios ganaderos y labradores de La Zarza, lamentándose del desahucio que les habían hecho de los baldíos, y hasta de sus propiedades cultivables, las villas de La Oliva y Alange, infringiendo el convenio pactado con éstas y la de Villagonzalo, desde antiguo, relativo al mutuo aprovechamiento que alternativamente y en mancomunidad han estado disfrutando. Para evitar discordias y averiguar el motivo que para tales comportamientos han tenido dichas dos villas, el Ayuntamiento, con el deseo de que no hubiera la más mínima alteración en las relaciones de fraternidad entre estas poblaciones, envió un oficio autorizado por los alcaldes, invitando a los respectivos ayuntamientos a presentar
en La Zarza una persona que los representase el jueves 3 marzo con el fin de conversar sobre el particular y disipar cualquier motivo de queja que haya promovido la desavenencia, ya que la corporación zarceña no deseaba otra cosa que la unión sincera y sin rencillas entre sus “comuneros”, pero sin perjuicio de que se castigue al que cause daño a las propiedades ajenas, empeñándose en frenar los abusos, según marcan las leyes, la razón y la justicia.
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Reunido el consistorio el 17 de julio, declaró que José Ovando, vecino de Fuente del Maestre, adeudaba ciertas cantidades de las contribuciones que le correspondieron en proporción a las utilidades (contribución territorial de la riqueza urbana y rústica) que se le estimaron a la hacienda que poseía en el término de La Zarza. Se le remitieron dos oficios, de fecha 8 de febrero y 11 de abril de 1841, reclamándole la deuda, estimada en la cantidad de 669 reales y 5 maravedís, por los conceptos siguientes: 201 r. y 17 mr. resto de la contribución extraordinaria de 1839, 326 r. y 16 mr. por toda la de 1841 y
141 r. y 6 mr. por la del culto y clero, dedicada al culto parroquial, conservación y reparación de las iglesias. Al no obtener respuesta, el alcalde de la corporación le envió un nuevo oficio para que en poco tiempo solventase la deuda; en caso de no abonarla, se procedería al embargo del grano o ganado que en esta jurisdicción tuviera José Ovando, en la proporción suficiente para cubrir el descubierto.
En la sesión del 26 de noviembre, se trataron nuevamente las quejas recibidas de varios vecinos labradores contra José Ovando, esta vez por haber mandado a sus criados abrir una zanja bastante larga, ancha y profunda en la que colocó matas de espinos majoleros. La zanja, construida en un extremo de la dehesa de Las Cañadas, lindaba con el camino que de La Zarza iba a Almendralejo, ocupando desde el arroyo Bonhabal hasta una suerte de tierra de labor propiedad de Francisco Delgado de la Peña, de esta vecindad, causándole bastante perjuicio e interceptando el paso del camino que atravesaba dicha dehesa -que desde tiempo inmemorial se estaba utilizando para el paso hacia los pajares de Valdemilanos, situado en el otro extremo de la dehesa- como también para las tierras labrantías de los Pilones pertenecientes al término municipal, el paso a Torremejía desde el Molino Blanco, al propio cortijo de Ovando y a otros diferentes puntos de utilidad pública.
En vista de la arbitrariedad, la alcaldía, haciendo uso de las facultades que le confería el artículo 19 de la Ley de 3 de febrero de 1823 (“los Ayuntamientos han de cuidar de la construcción y conservación de los caminos rurales y de travesía en su territorio, y de todas aquellas obras públicas de utilidad y ornato que pertenezcan al término de su jurisdicción y que se dirijan a la utilidad o comodidad de su vecindario en particular cualquiera que sea la naturaleza de estas obras…”), instruyó un expediente gubernativo, dictando cuantas providencias fueran necesarias para combatir el grave perjuicio causado.
4 Diversos nombramientos
El 12 de enero se reunieron en sesión ordinaria los componentes del Ayuntamiento con la intención de nombrar personas de responsabilidad, actitud y honradez para el desempeño de distintos cargos. Así, para cobrador de contribuciones nombraron a Clemente Rodríguez Montero, para mayordomo del fondo de propios a Juan Moreno Gómez, para depositario del pósito nacional a Pedro Paredes Flores, para peritos de la villa a los ya citados Clemente Rodríguez y Pedro Paredes, y para receptor de bulas a Pedro Banderas, por ser las personas que más confianza inspiraban para dar el debido cumplimiento a sus respectivos puestos. Notificados los cargos a los elegidos por el secretario, éstos quedaron enterados, aceptaron y juraron desempeñar fielmente cada
uno su cometido, llevando una buena administración de los fondos que cada uno administre, dándoles a entender que ningún gasto será admitido sin que haya precedido el permiso por escrito de los concejales.
También se nombraron los repartidores para la distribución de la cuota que, por contribuciones ordinarias, había correspondido a La Zarza. Después de debatir sobre la capacidad, conocimientos e imparcialidad que estas personas debían reunir, los elegidos fueron Francisco de las Cuentas, Juan Manuel de Castañeda, José Delgado Almendro, Juan Pedro Moreno, Clemente Rodríguez Montero, Pedro Paredes, Alonso Merino, Juan Rodríguez Montero y Francisco Seguro, que aceptaron y juraron desempeñar su misión con imparcialidad.
Así mismo, designaron como agente representante en Badajoz a Valentín Morquecho, Oficial de la Secretaría de la Diputación Provincial, por su disposición, conocimientos, honradez e influencia, para el diligente despacho de los negocios que beneficien al municipio. El secretario Ginestal le remitirá la credencial, manifestándole que la cantidad anual que se le asigna son 240 reales. Pero el 24 de abril, el concejo zarceño recibió una orden por la que se prohibía a los empleados de la Oficina de la Diputación epresentar a los ayuntamientos por ser incompatible con su destino, nombrando en su
lugar a Fermín Membrado, bajo las mismas condiciones que el cesante.
Igualmente, el 13 de febrero debían elegir dos guardas del verde, siendo requisitos indispensables que fueran personas de buenas costumbres y bastante ágiles, para que sin descanso recorrieran diariamente todo el término de la villa con el fin de evitar daños en la sementera. Los cargos recayeron en los vecinos Juan Herrera y Juan Flores, comenzando su trabajo el 14 de febrero hasta el mismo día de agosto, por un salario mensual de 75 reales cada uno y una tercera parte de las denuncias impuestas, siendo
5 advertidos de que si encubrían a cualquier persona que causase un perjuicio, perderían la paga del mes. El importe total de los dos sueldos ascendía a 900 reales, cuya cantidad se repartiría entre todos los vecinos en proporción a sus labores y posibilidades, reparto que realizarían Francisco Seguro y Clemente Rodríguez Montero. El 23 de enero, el secretario expuso que, recomendado por los reglamentos vigentes de instrucción primaria, en cada población debía formarse una junta inspectora de escuelas compuesta por los alcaldes de la villa, cura párroco, provisor síndico y dos personas
ilustradas y de buenas costumbres para introducir las mejoras que se creyesen susceptibles en beneficio del bienestar y progreso de la juventud. Para ello, nombraron a Francisco de las Cuentas y Juan Manuel de Castañeda, que visitarán la escuela puntualmente y con frecuencia, proponiendo cuantas mejoras estimen convenientes. A primeros de noviembre, se reunió la comisión de escuelas ante la llegada de Francisco Rodríguez del Castillo, visitador de escuelas de la provincia. Acompañado de la comisión, visitó las escuelas de La Zarza, examinando detenidamente a los alumnos, quienes respondieron con satisfacción a cuantas preguntas les dirigió. Sugirió que si los fondos de propios y arbitrios lo permitieran, sería conveniente aumentar la dotación del
maestro hasta 200 ducados, facilitándole además un buen local para la clase y, si fuera posible, vivienda. También sería adecuado dotar a una maestra con más capacidad que la que en ese momento educaba a las niñas con el fin de obtener un mejor aprendizaje, a la vez que los padres que tenían a sus hijas en la escuela de niños las cambiasen con esta nueva profesora. Por último, recalcó que el maestro debía abrir la clase en los días de media fiesta y el cura continuar asistiendo a la escuela los sábados por la tarde para enseñar la doctrina cristiana a los niños.
La comisión alegó al visitador que, dada la escasez de los fondos de propios y arbitrios, no era posible aumentar la dotación del maestro ni señalar ninguna para una nueva maestra y, por la misma razón, no podía facilitársele a ninguno casa para su hogar. El día 4 de septiembre, se reunieron los ediles del Ayuntamiento junto al cura para proceder al nombramiento de dos seglares de integridad y honradez, que debían acompañar al párroco en la festividad de la Virgen de las Nieves para la recaudación de las limosnas de misas, como también para la elección de otros cuatro seglares, adornados con las mismas virtudes, para que constituyeran la mesa de limosnas a la Virgen. Como acompañantes del cura nombraron a Juan Manuel de Castañeda y Juan Rodríguez Montero, y para la mesa de limosnas a José Delgado Almendro, Clemente
6 Rodríguez, Benito Muñoz y Fernando Morán mayor, quienes tomarán asiento en la ermita a la hora de costumbre, la víspera a las 8 de la mañana.
El 31 de diciembre, el consistorio, con la asistencia del párroco, procedió al nombramiento de los mayordomos de las diferentes cofradías para 1843, según los privilegios que desde tiempos pasados tenía el Ayuntamiento. La elección recayó en las siguientes personas: Juan Pedro Morán para la fábrica de la iglesia de San Martín, Fernando Delgado para el santuario de las Nieves, Clemente Rodríguez para el Santísimo Sacramento, Tomás Almendro para las Ánimas Benditas, Fernando Belloso Benítez para Jesús Nazareno, José Viera para el Calvario, Gregorio Romero para San Marcos, Juan Pedro Rodríguez para San Sebastián, Sebastián Barrero Gutiérrez para San Gregorio y Benito Gil para Santa Ana. Concluidos los nombramientos, el secretario sacó el listado y se lo entregó al sacristán para que, según costumbre, lo publicase al día siguiente en la misa de tercia o de las 9 de la mañana.
FUENTE: F.L.R.