POR APULEYO SOTO, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Duquesas no quedan ya como la Duquesa de Alba, que se nos fue a los primeros albores de la mañana un 21 de noviembre del dos mil catorce en ascuas por la p. corrupción y la cuestión catalana, que asuelan este país conocido como España, y los limoneros lloran en su Dueñas machadiana, y los naranjos se inclinan hasta el mármol de la lápida, y llueven las azucenas y los pájaros no cantan.
Cayó la flor del otoño, cayó el azahar de la gracia, hay angustia en los cipreses y un crespón en la Giralda.
Ella fue la gran torera siempre en medio de la plaza dando verónicas justas con suprema Maestranza. Ella fue mimbre del río Guadalquivir por Triana. Carmen Tello le reía, Curro Romero le daba cien pases a la cintura rubia, tersa y espigada.
Ella fue capote de oro y peineta a la chulapa, ella fue maja sin Goya, al que hubiera puesto a raya. Ella fue, ni más ni menos, piedra sillar de su Casa.
Ella fue, ¿pues no decirlo?, un jarrón de porcelana, una diosa partenea, una clámide y un ánfora. Ella fue Venus de espumas. Ella fue flor de albahaca. Ella fue, más que otra cosa, una dama, dama, dama, no dama de las camelias: dama casona del Alba.
De arriba abajo, ninguno, de sus dones se escapaba; con obras de caridad sus culpas, noble, pagara; a nadie dejaba en balde, a nadie bailaba el agua, a nadie llevaba al huerto de sus hechos o palabras, a nadie, ni lo más mínimo, por su clase reprochara; cualquiera podría hacer lo que le viniera en gana, con tal de que ella, asimismo, la etiqueta se saltara.
Tristes están los caballos, tristes rezan las campanas, tristes mugen los cinqueños toros de las dehesas bravas, tristes quedan sus volantes en la falda arremangada, tristes reparten los hijos su inmensa herencia preclara.
Decidía con voz dulce, con mente sana escuchaba, con pie firme se escurría de la vanidad humana, nunca fue la altanería su compañera de farra; con mesura se exhibía en Hola, Semana y Ama, con llaneza recibía, con lengua cristiana hablaba y a todos, sin preeminencias, de igual a igual les tratara.
Por amores fue absumida, por amores tricasada con Carlos, Jesús y Alfonso: tres hombres como tres gracias; por amores alzó el cante al nivel de la guitarra, por amores se lucía, por amores se extasiaba, por amores era vista como la mejor pintada, por amores se ha quedado con la boquita cerrada.
Sin cortarse un pelo fino de su cabellera blanca, dióles aires a las artes con sus dotes mecenazgas y se puso por montera a toda la aristocracia.
La Hermandad de los Gitanos, como regalada hermana y Camarera de Honor, la absuelva entre mil plegarias y guarde su cuerpo en polvo ya que no obtendrá su alma, pues voló sobre los cielos por la eternidad sagrada.
Descanse de tanto baile flamenco por sevillanas; descanse de tanta audiencia real como la acuciaba; descanse de compromisos y de benéficas galas… Duerma en paz la Gran Duquesa del Gran Ducado de Alba.