POR TITO ORTÍZ, CRONISTA OFICIAL DE GRANADA
La tarde en que Manolete es cogido mortalmente en Linares, su compañera, Lupe Sino, tomaba las aguas en Lanjarón. Desde allí salió en coche nada más saber la noticia, y aunque llegó al hospital cuando aún respiraba el diestro, don Álvaro Domecq y Camará, le impidieron verlo hasta que no estaba amortajado. Ambos consiguieron que no se casara con él, in articulo mortis. Si existe un lugar placentero para pasar el verano, ese es Lanjarón. Dicen que hasta el siglo XIII en que llegan los bereberes, el lugar sólo era un paraíso de manantiales. Avanzado el siglo XVI, y dado que aunque Granada ya había sido conquistada, se permitió seguir aquí a sus habitantes, tuvo lugar una rebelión importante, que pronto aplastó don Juan de Austria, por orden de su hermano, Felipe II. Pese a que el mármol que da ésta tierra es de fama mundial y está en nobles palacios, lo que de verdad ha dado prestigio a la zona, son sus aguas mineromedicinales. Su ingesta para diversas dolencias, y los baños en ellas, han pasaportado el nombre de Lanjarón, fuera de nuestras provincianas fronteras. A finales del XIX, la duquesa de Santoña, fue la impulsora del balneario, y su proyección no tiene límites. Su manantial de San Vicente para el riñón es mano de santo, su Fonte Forte, de alegre burbujeo, un placer para paladares finos, y su Salud, la garantía de longevidad, pues sabido es que el pueblo de los cañoneros, está considerado mundialmente, como uno de los de mayor media de edad por habitante, y calidad de esa larga vida.
Manolete
La feria de san Agustín en Linares, aquella tarde del 28 de Agosto de 1947, ofrecía al buen aficionado un cartel de lujo. Toros de Mihura, para Gitanillo de Triana, Manolete y Luís Miguel Dominguín. Manolete días antes en San Sebastián, ya le había dicho a Matías Prats, que estaba deseando terminar la temporada para tomarse un descanso. Las cosas no estaban saliendo esa temporada muy afinadas, y Manolete quería dar un giro a su carrera, y también a su vida. Pero “Islero” se cruzó en su camino, y tal vez una mala praxis, porque fueron varias las circunstancias que llevaron una simple cogida, a la muerte en el hospital de los Marqueses. Mientras desde la enfermería de la plaza hasta allí, lo trasladaban en una angarilla, Manolete iba dejando un reguero de sangre por la calle, imposible de contener, a pesar de aquella primera transfusión de urgencia, de brazo a brazo, que en la enfermería de la plaza, protagonizó el cabo de la policía armada, Juan Sánchez, amigo de Manolete de servicio en el callejón aquella tarde y ligado a Granada.
Lupe Sino
Antonia Bronchalo, actriz conocida como, Lupe Sino, estaba esa tarde en Lanjarón, tomando las aguas, y esperando – como cada tarde que Manolo toreaba – a que sonara el teléfono. Y desgraciadamente cuando sonó, las noticias no eran buenas. Dicen que el coche de Lupe Sino, no corrió aquella madrugada desde Lanjarón hasta Linares, si no que voló. Cuando la actriz llegó al hospital, intentó pasar a la habitación del torero, aún con vida y consciente, pero don Álvaro Domecq, su albacea y el apoderado, Camará, se lo impidieron. Querían impedir a toda costa que Lupe se casara con Manolete in artículo mortis. Mi compañero, Rafael González Zubieta, “El Zubi”, dejó escrito antes de morir, que ambos impedían a toda costa que Lupe se convirtiera en la heredera de Manolete, sobre todo, teniendo en cuenta la fortuna que éste guardaba en México, para lo que iba a ser su vida en común, ya que el matador tenía previsto contraer matrimonio con la actriz, en Otoño, nada más acabar la temporada. Decía Luís Miguel Dominguín, que escuchó a Manolete pedir que la dejaran entrar, y que quería casarse, pero los antes referidos se lo impidieron. Solo cuando Manolete expiró y ya estaba amortajado, le permitieron la entrada a Lupe Sino, que durante horas lloró sobre el cadáver. Fue en la coctelería de Chicote, en Madrid, donde tres años antes los había presentado Pastora Imperio, pero siendo Manolete considerado el torero del Régimen, y Lupe Sino, de claras tendencias izquierdistas, el entorno no se lo puso nunca fácil, considerando que según ellos, llevaban tres años viviendo en pecado. Manolete y Lupe querían casarse en tan sólo unos meses, descansar en México, con las ganancias acumuladas en aquellos bancos, y el torero, hacer la temporada de invierno en América, pero Islero, de Mihura, en Linares, decidió por los dos.
FUENTE: EL CRONISTA