POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA
El nombre de ‘lanzadera’ surgió en esas astronaves que sirvieron para transportar al espacio objetos o aparatos, como misiles, satélites, etc., y también fueron destinadas a la investigación, despegando en vertical mediante cohetes propulsores y aterrizando en horizontal, del mismo modo que un avión.
En un principio, de 1981 a 1985, se completaron cuatro ‘lanzaderas’: ‘Columbia’, ‘Challenger’, ‘Dicovery’ y ‘Atlantis’, y más tarde una quinta, ‘Endeavour’.
El ‘Challenger’ protagonizó un accidente el 28 de enero de 1986, setenta y tres segundos después del despegue. El fallo de la junta de uno de sus cohetes lo convirtió en una bola de fuego. La cabina sobrevivió al incendio, se vio sometida a aceleraciones del orden de ‘20 g’ y continuó una trayectoria balística hasta caer al mar a una velocidad de más de 300 kilómetros por hora. Es posible que cuatro, de los siete tripulantes, sobrevivieran hasta que la cabina impactase contra la superficie del océano; a partir de ese momento, todos habrían muerto. Los siete tripulantes del ‘Columbia’ perdieron la vida el 1 de febrero de 2003 cuando la nave reentraba en la atmósfera para regresar a la Tierra. Los desastres de aquellas ‘lanzaderas’ quedaron en la memoria.
El nombre de ‘lanzadera’ lo volveríamos a escuchar en el verano de 2014. ‘Renfe’ y la compañía de transporte de viajeros ‘Alsa’ pusieron en marcha para la temporada de verano de 2014, el billete combinado de ‘AVE’ y autobús entre Madrid y Torrevieja, con enlace en la estación de Villena: una ‘lanzadera’.
La oferta combinada para estos destinos arrancaba con dos frecuencias diarias por sentido, operando hasta el 8 de octubre. El servicio de autobuses ‘lanzadera’ desde la estación del ‘AVE’ de Villena hasta Torrevieja cubrió el 8 de octubre sus desplazamientos programados con un discreto funcionamiento. Al día siguiente, jueves 9 de octubre, dejó de estar disponible pese a que la propia compañía había dejado la puerta abierta a una posible prórroga del servicio si durante los sesenta días del verano se constataba que existía la demanda suficiente para ello.
Ni ‘Alsa’ ni ‘Renfe’ facilitaron un balance oficial sobre del número de usuarios registrados desde el comienzo de ese servicio. Tampoco existió garantía de que esa conexión con Torrevieja volviera a habilitarse al siguiente verano o en periodos festivos que pudieran dar pie a numerosos desplazamientos, como la Semana Santa o algún que otro puente. La sensación percibida y la conclusión fue que no hubo una demanda elevada; a lo sumo, lo utilizaron una media de dos pasajeros al día.
En definitiva, que después de dos meses, el nivel medio de ocupación de los microbuses de la empresa ‘Alsa’ fue muy bajo, un dato que hizo más que complicado que al siguiente verano se pudiera recuperar la iniciativa. El estreno de las ‘lanzaderas’ con la alta velocidad no fue el que se esperaba. ¿Un fiasco?
Antecedentes muy anteriores de transportes de enlace o ‘lanzaderas’ que tenemos en Torrevieja se remontan a mayo de 1884, fecha en la que se inauguró la línea férrea desde la estación de Torrevieja hasta la de Albatera-Catral, sirviendo de ‘lanzadera’ para conectar con los servicios de trenes Murcia-Alicante y, desde la ciudad alicantina, desplazarse a continuación en otro tren a la estación de Atocha, en el centro de Madrid.
Los viajes, en aquellas fechas, resultaban con frecuencia altamente peligrosos. Así, en la noche del 7 de mayo de 1884, le sucedió un desagradable hecho a Pepe Ortuño, que diariamente salía con su carruaje de Torrevieja para Cartagena. Al pasar por el caserío de Roda, en el término de San Javier, cerca del Mar Menor, se le presentó un fraile, al parecer rendido de cansancio, suplicándole que le concediera un puesto en el coche de caballos.
El dueño accedió compadecido al ruego; pero al poco tiempo se le hizo sospechoso al clérigo por su conversación, la curiosidad de sus preguntas y lo raro de ver a un fraile a altas horas de la noche. Estas sospechas le pusieron en cuidado hasta el extremo de que al manifestar el fraile deseos de apearse, li hizo también Pepe Ortuño sin perderle de vista y sacando un puñal para evitar cualquier contratiempo.
Al poco se convirtió la sospecha en realidad, pues el religioso sacó sin alguna precaución una corneta de la manga del brazo izquierdo. Sin titubear se tiró Ortuño a él, le quitó el instrumento y le asestó tan terrible puñalada, que cayó muerto instantáneamente.
Seguidamente Pepe Ortuño lo echó al carruaje, continuando viaje hasta que encontró dos parejas de guardias civiles, a quienes contó el lance con los pormenores. Los guardias civiles le hicieron volver al sitio del suceso; una vez allí, tocaron la corneta a cuya señal acudieron ocho bandidos disfrazados también de frailes, que fueron sorprendidos con descargas de las armas de fuego de los guardias, que se habían situado escondidos dentro del coche de caballos de Ortuño, resultando muertos los tres ladrones y otros dos heridos. Los tres restantes huyeron. Todos iban provistos de puñales y carabinas.
Pero, incidentes aparte, la llegada de pasajeros a la estación de Torrevieja supuso, además de un incremento de los veraneantes las poblaciones de la vega baja del Segura, la llegada de los primeros forasteros madrileños que viajaban de Madrid a Alicante y de Alicante a la estación de Albatera-Catral donde enlazaban con el ferrocarril ‘lanzadera’ que los llevaba a Torrevieja. La población así se abrió al turismo de la España del interior.
Antes de la arribada del tren, ya estaban esperando en la puerta de la estación los carruajes de pasajeros, también ‘lanzaderas’ que cargaban equipajes y a sus dueños y los transportaban a sus respectivas casas: Tono ‘el Correo’ o Juanico; Facorro ‘el de La Hoya’, Antonio Cánovas ‘el Botas’, Gregorio Morales ‘el Curica’, Zapata, el Serrano, el Ortuño, el Mirete, todos muy serviciales y desviviéndose por complacer a los clientes llegados del entonces lejano Madrid.
Fuente: http://www.laverdad.es/