POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMAN. JAÉN.
Una de las doce lápidas repartidas por el mundo, a principio del siglo XX, por la organización masónica denominada Los Doce Apóstoles, siendo ésta que se encuentra en Arjona la única que presuntamente contiene escrito el verdadero nombre de Dios: el Shem Shemaforash recogido en la Mesa de Salomón –nombre que no puede escribirse jamás y sólo debe pronunciarse para provocar el acto de crear–, y en la que también están escritas las claves para el conocimiento del Universo y la fórmula de la Creación.
Juan Eslava Galán, arjonero de nacimiento, dice sobre el verdadero nombre de Dios: el Shem Shemaforash –el que no puede escribirse jamás– que «Salomón lo confía a una forma jeroglífica de alfabeto sagrado que, aunque evita la escritura del Nombre, contiene las pistas necesarias para su deducción. Este jeroglífico tiene como soporte material un objeto: la llamada Mesa de Salomón».
De todo este asunto hace referencia el escritor e investigador Juan Eslava, firmando como Nicholas Wilcox, en la novela la Lapida Templaria.
De izquierda a derecha: José María Suárez Gallego, presidente y maestre prior de la Muy Ilustre y Noble Orden de los Caballeros de la Cuchara de Palo; Raimundo García del Moral, crítico gastronómico y catedrático de Anatomía Patológica de la Universidad de Granada; Manuel Ruiz Martínez –el popular Manolo El Sereno, de Frailes–; el escritor Juan Eslava Galán; y el hispanista británico Michel Jacobs, todos ellos pertenecientes a la Orden de Cuchara de Palo, durante el transcurso de uno de sus capítulos celebrado en El Rey de Copas, en la Ribera Alta, Alcalá la Real (Jaén).
En otra de sus obras, El santuario de la mesa de Salomón, Juan Eslava escribe: “Muchos lectores de la novela de Nicholas Wilcox La Lápida Templaria, peregrinan a Arjona para contemplar lo que podría ser la única copia conocida del mandala geométrico que representa la Mesa de Salomón”.
“Esta mesa, cuya fabricación se atribuía a Salomón, el rey sabio por concesión divina, era una especie de disco metálico con una serie de trazos geométricos cincelados que contenían las claves cabalísticas del nombre secreto de Dios o Nombre del Poder, el Shem Shemaforash, una Fórmula que otorga a su conocedor un poder infinito sobre la Creación. A ella se refiere el esoterismo cristiano de san Juan cuando establece que al principio fue la Palabra”. “En el fondo del asunto yace la cábala geométrica o el secreto de la ordenación espacial de la materia, una ciencia egipcia heredada por Moisés. Es posible que el Arca de la Alianza, las Tablas de la Ley y otros objetos sagrados contuvieran los conocimientos secretos egipcios”.
“La Mesa de Salomón es geometría, pura proporción y relación espacial de la que se deduce una formulación sonora, una palabra mágica, la música de las esferas platónica, el Nombre Secreto de Dios, la palabra impronunciable tan sólo conocida por el sumo sacerdote, el Baal Shem o Maestro del Nombre. Una vez al año, el sumo sacerdote de Israel, protegido por el pectoral de las doce piedras, penetraba en el sancta sanctorum del Templo para pronunciar ese nombre en voz baja sobre el Arca del Alianza. De este modo actualizaba la alianza entre Dios y la Humanidad y renovaba la creación para que el mundo continuara existiendo”.
“Al construir la mesa, Salomón se aseguró la transmisión del Nombre Secreto. Por lo demás cada Baal Shem instruía al discípulo que había de sucederle en el misterio para que la tradición no se perdiera en caso de muerte súbita. Por lo tanto, los poseedores del secreto eran siempre dos, aunque solamente uno compareciera en presencia del Santísimo para la renovación de la Alianza.”
En su ensayo “Los Templarios y otros enigmas medievales”, Juan Eslava Galán comenta:“…el célebre arquitecto Flores Urdapilleta, diseñó en 1914 una extraña cripta funeraria bizantina por encargo de uno de sus consocios, el barón de Velasco. La cripta fue saqueada y destruida en 1936 pero aún se pueden admirar consistentes vestigios de su esplendor original. En unas obras realizadas en esta cripta, en 1956, se encontró una lápida de mármol de Carrara, hoy en paradero desconocido, que representaba un extraño mandala formado por círculos concéntricos y una estrella de doce puntas circundada por tres letras hebreas. Posiblemente se trataba de una
esquemática representación de la mesa de Salomón”.
El escritor Juan Eslava Galán –de pie, el tercero por la izquierda— con el resto de miembros de
la Orden la Cuchara de Palo que asistieron al capítulo ordinario de la Ribera Alta, en Alcalá La
Real (Jaén).
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