POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
En ocasiones decimos taxativamente que se ha batido récord, aun cuando no sea muy fácil comprobar los números, pero que, sin entrar en el detalle, se quiere decir que, en conjunto, se han superado todos los números y espacios. Un preámbulo para decir con toda rotundidad que la fiesta de este año de Nuestra Señora de las Angustias ha sido enorme, quizás la más importante desde la Coronación Canónica, por la afluencia de fieles, de público en general, por el ambiente festivo y alegre que se respiraba por toda la ciudad, por la rotundidad de emociones que se podían advertir. Una fiesta fija en el calendario, cada 9 de febrero, con los días preparatorios de novena, que tiene la irregularidad de asistencia en función de si es día laborable o es fin de semana. Una cita que para los hijos de Arévalo y su Tierra es muy significativa y en fin de semana multiplica la asistencia. También depende del tiempo, a veces frío duro, a veces lluvia o nieve, las menos y contadas, que muy pocos años la Virgen deja de salir a la ciudad por el tiempo.
El pasado año ya fue un día señero, muy animado y de afluencia enorme. Estos días pasados ya se advertía, por muchos signos, que la fiesta este año sería extraordinaria. Pues sí, este es un año para no olvidar, porque la novena preparatoria de esta fiesta religiosa, desde el primer día ha estado muy concurrida. Cada día que pasaba se respiraba un ambiente expectante y creciente. Las novedades que se iban planteando resultaban mayor adorno, si cabe, al ambiente normal. Nuestro templo parroquial abarrotado lo presagiaba, insuficiente espacio físico suplido por los corazones de los arevalenses. Así, el día de la presentación de los niños a la Virgen, tan emotivo; el día de los enfermos, y ancianos, triste realidad de tantos que sufren soledad y la solidaridad de la comunidad parroquial; el día de renovación de votos de los religiosos de la ciudad, fuerte testimonio; el día de los jóvenes, o el de los alejados, el de difuntos… Con unos comentarios dedicados a las escenas bíblicas de la Virgen, tan cercana iconografía.
“Las vísperas”, la tradición continuada, salve popular después de una misa recordando a los difuntos de la cofradía y de la ciudad. Esa hoguera enorme, las tradicionales “luminarias” de tradición secular que se mantiene escrupulosamente. Tres aspectos se derivan de este rito de la luz y el fuego. Uno, puramente practico, de iluminación en la antigüedad cuando las calles y plazas de la población no tenían luz y se iluminaban con múltiples pequeñas hogueras. Otro, como un rito de la luz, que nos recuerda la recibida en el bautismo, esa “luz de Cristo” para los cristianos. Y un tercer aspecto, el fuego como símbolo de purificación y de calorcito en las frías noches invernales. Muchos símbolos para una arraigada tradición. La fiesta principal, que ha sido ampliamente reseñada por esta Diario, fue apoteósica de participación, una procesión enorme abriendo los estandartes de las cofradías de la ciudad como símbolo de unión comunitaria. Esa Banda Municipal con los acordes de marchas procesionales y su preciosa versión del himno oficial de la Coronación. Cofrades, en aumento, arropando la engalanada imagen de nuestra Virgen, blanco de pureza y rojo de martirio y angustias en su adorno floral… varas y medallas identificativas de una asociación religiosa en periodo expansivo, de evolución y consolidación con sus nuevos estatutos o Constituciones que la rigen. Y mucho público procesionando y en segundas filas expectantes al paso de una comitiva procesional cálida y festiva porque, aunque es una advocación de Virgen Dolorosa, en esta fecha se celebra en júbilo festivo y alegre. Bailes castellanos de “Entre Ríos” en una Plaza del Arrabal abarrotada, más música de la Banda Municipal, y la tradicional subasta, otra reliquia de la tradición, recordando los “gallitos de Emilio Romero” que durante tantos años fueron una atracción, en la fiesta de su ciudad, y en su periódico.
El espacio se acaba… ¡el colofón lírico musical en la próxima!!!