POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Como el otro día alcancé los casi tres millares de seguidores con mi comentario acerca de la manifestación del viernes y su vertiente culinaria (más bien «vaginaria»), pues me animé a «seguir con el asunto» para demostrar que «nada hay nuevo bajo el cielo» y en cocina, menos.
Podía remontarme a los recetarios clásicos grecorromanos, recordando por ejemplo las fórmulas que nos ofrece Apicio en su «De re coquinaria», del siglo I, relativas a la preparación de VULVAS de cerda o de UBRES de ternera.
Es curioso ver cómo en la literatura española van muy concatenadas las recetas de cocina y las consecuencias «excretoras» de la alimentación; léase CACA, PEDO, PIS.
Y cómo , también, en muchos casos se insiste en el carácter «ahorrador» de los llamados despojos tales como tripas, vulvas, testículos, etc.
Empecemos por el PEDO como «actividad excretora».
En 1737 (yo tengo la edición toledana de 1776) el sacerdote, deán de la Iglesia de Alicante, gran escritor y apasionado helenista y arqueólogo, don Manuel Martí Zaragoza (1663-1737) publicó su librito «La oración en defensa del Pedo (Pro crepitu ventris)», pleno de gracia y humor.
En él nos cuenta como a su entender «me atrevo a tenerle y nombrarle (al pedo, claro) por hijo del ajo, la cebolla, los altramuces, las habas, las almortas, los nabos y otras legumbres flatulentas.
El pedo es de corporatura feble y delgada, atendiendo a lo muy estrecho y reducido de la Puerta de su casa propia por donde sale a paseo, diciendo primero pappax, poco a poco; Papappax algo más claro y al cagar vase el resto Papapappax»
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En 1925, publicado por el editor E. López, en Tolosa, vio la luz el librito COPRÓGENAS, de autores escondidos bajo las siglas X y X´ que, según lo que se, corresponden a dos seminaristas comillenses: uno José María Sanz (que no llegó a ordenarse sacerdote) y el otro Ramón Vinuesa, jesuita, que fue rector del gijonés Colegio de la Inmaculada; centro donde yo estudié el bachillerato y donde durante más de 40 años expliqué Física.
En este librito, simpático a más no poder, se aprovechan «cacas y pedos» para dar consejos de conducta.
Por ejemplo:
«… No lavéis el honor, ¡oh valentones
que del duelo ensalzáis las conveniencias!
Antes bien, añadís a sus borrones
la mancha de la culpa en las conciencias
y en muchas ocasiones
la mancha de la mierda en los calzones»
O este otro, también muy «de pensar»:
«Por tirar una pluma
se cagó en los calzones Moctezuma.
Y en trance igual Napoleón tercero
embadurnó con mierda su trasero.
¡Hijo! A tu pasión no le des cuerda
que lo que empieza en pedo acaba en mierda»
Hablemos ahora de cocina.
Miren ustedes. Quizá por influencia de conquista romana fue tradicional en la comarca de Siero, junto con otros menudos, el guiso a modo de callos de las VULVAS DE CERDA, que llamaban PAXARETA.
En la zona riojana de Cameros siguen siendo muy populares los guisos, también a modo de callos, de PATORRILOS (intestino delgado de corderos) y de CAGURRIEROS (intestino grueso del cordero o del cabrito).
Por zonas de Castilla-León, Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía se aprecian mucho las preparaciones de CRIADILLAS DE TORO (testículos) a la plancha, empanadas, al ajillo, en tortilla…
Y dentro de los postres, ahí tenemos las PEDORRETAS DE VIEJA y los PEDOS o SUSPIROS DE MONJA, que son dulcería sabrosísima.
Como en Asturias tenemos toros autóctonos, moradores de pastos en valles y montaña, cuyo «carnet de identidad» (léase testículos) es espectacular, les daré una receta de CRIADILLAS EMPANADAS.
Perfectamente limpios los testículos del toro, se les da un hervor en agua con sal, un casco de cebolla, un poco de limón, un diente de ajo, una rama de perejil y una zanahoria.
Se sacan, escurren y se filetean al gusto de cada cual.
Se pasan después por huevo batido y pan rallado y se fríen en aceite bien caliente a modo de carne empanada.
Se sirven con ensalada de lechuga, tomate y cebolleta.
Si se desea, en vez de empanar los filetes de criadillas pueden rebozarse en harina y huevo batido y freír «a la milanesa».