POR JOSÉ MARÍA SUÁREZ GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE GUARROMÁN (JAÉN)
(A los que dieron vida a la tierra de Olavidia, dejando sus vidas en ella)
Me decía días pasados el “Cantaorejas” –un contertulio aficionado al cante con el que comparto alguna vez que otra el espacio tabernario— que el mes de mayo es el mes de las banderas: “Si no fíjese usted –me explicaba–, banderas rojas que llevan los sindicalistas el día del trabajo; banderas de tós colores que llevan los barandas de las romerías de mayo; banderas de rayas que sacan los forofos a los campos de fútbol pa animá la Liga y la Championlí, o cómo demonios se llame; banderas con las que unos y otros se limpian la sangre y los rencores de las guerras… ¿Y las plazas de toros?, sobre tó la Maestranza de Sevilla y las Ventas de Madrid, llenas de gente hasta la bandera… Se ha dao usted cuenta que hasta toas las mujeres por mayo son unas mujeres de bandera…”
Mi contertulio “Cantaorejas” es un pensionista minero, de esos de edad imprecisa que lleva grabada en la cara la evidencia certera de que la silicosis, el tabaco y el aguardiente de haber ahogado muchos gusanillos mañaneros, no van a dejarle que cumpla la edad que representa. No es consciente de la transcendencia que tuvo el “mayodelsesentayocho”, cuando, también por mayo, se levantaron las banderas en las calles de París buscando la playa debajo de los adoquines.
¡Si el pobre “Cantaorejas” supiera que hoy muchas de aquellas banderas arrastran sus pespuntes de nostalgia por las moquetas de los despachos oficiales de Bruselas! Con razón se me queja, entre trago y trago, que cada año que pasa las banderas de los sindicatos van siendo menos rojas; que cada mayo que pasa las banderas de las romerías van siendo más laicas, y que cada vez hay menos hombros en las tabernas a los que agarrarse para cantarle por lo “bajini” a las orejas del alma:
“Desgraciao aquel que come
el pan en manita ajena.
Siempre mirando a la cara
si la ponen mala o güena.“
El desencanto también tiene su bandera, y nunca faltan malos vientos que la tremolen. Sobre todo en este mayo en el que los mástiles de la esperanza los tenemos desde hace tiempo repletos con las banderas de los piratas y sus cómplices.