POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
La laguna del Ejido de San Sebastián, ubicada antiguamente junto a la ermita de esa advocación, sobre la que se acondicionó en 1974 uno de los Parques más hermosos de la provincia, me acompañó en mi infancia y juventud por múltiples motivos: la casa de mis padres está a unos 200 metros, a ella iba con las caballerías y otros animales de mis progenitores para que bebieran, por un lateral iba todos los días a la escuela y por el otro a por el agua del pozo Mirón (con un carrito que admitía cinco cántaros, pues entonces no existía el agua corriente), lugar de visita obligatoria cuando pescaban las tencas las vísperas de San Bartolomé, o cuando las “gallaretas” hacían sus nidos en ella, y donde botaba mis barquitos de corcho que pacientemente elaboraba personalmente con una navaja que, cierta vez, los “Reyes Magos” tuvieron el acuerdo de regalarme para que me elaborara mis juguetes…
Pero, cuando podía, lo que más me entusiasmaba era acercarme a observar las Gambusias que proliferaban en sus orillas. Su pequeño tamaño y vivacidad acaparaban mi atención. Pero, entonces, no sabía más de ellas, ni siquiera el porqué de su diferente tamaño (yo creía, ingenuamente que era cuestión de edad, hasta que supe que las hembras son más grandes que lo machos): sólo que mis maestros y padres me insistían en que no las maltratara, que eran muy importantes para el paludismo (que algún familiar padeció); pero nada más…
Tendrían que pasar muchos años, ya residiendo en Navalmoral, para conocer la gran trascendencia que dicho pececillo tuvo para la erradicación del Paludismo (transmitido por la mosquita “Anopheles”, que fue capaz de acabar con un emperador como Carlos V en Yuste, lo que no pudo lograr ningún poderoso de su tiempo).
A esta endémica enfermedad he dedicado bastante investigación y publicaciones, y no cejaré hasta que los estamentos correspondientes plasmen de algún modo el papel desempeñado por el Hospital Antipalúdico de Navalmoral en esa tarea.
Así fui conociendo que, en el verano de 1920 comienza la Campaña Nacional contra el Paludismo, cuando la Inspección General de Sanidad (Real Decreto del 26-VIII-1920) crea la Comisión contra el Paludismo, cuyo primer Presidente será don Gustavo Pittaluga, italiano pero nacionalizado español. Ese fue el primer hito serio para erradicar la malaria de esta zona, del país y buena parte de Europa.
El primer Centro Experimental se instala en Talayuela, «con el fin de investigar y sofocar la enfermedad». En noviembre de 1920 ya estaba funcionando bajo la dirección de don Sadí de Buen Lozano, alumno y colaborador de Pittaluga.
Y fue entonces cuando el citado y eficaz pececito entra en escena: en 1921 introducen en Talayuela, desde U.S.A., la Gambusia: Adolfo Sanguino las trajo desde Barcelona en un cántaro y por ferrocarril, pero sólo llegaron 6 que fueron depositadas en la Fuente del Roble para que se aclimataran. Pez que se alimenta de larvas, incluidas las de los mosquitos responsables de esta enfermedad. Se aclimata muy pronto y, dada su facilidad reproductora (tiene la particularidad de que es ovovivíparo: los embriones se desarrollan totalmente en el huevo que está en el interior del cuerpo de la madre, de la cual reciben los nutrientes necesarios, y que salen del huevo de 3 a 6 veces al año, hasta cien crías cada vez, de manera casi inmediata a la puesta de los huevos, lo que facilita la gran supervivencia de los alevines), desde la mencionada fuente se distribuyó a otros lugares de España y Europa. Fue un método barato y eficaz, sobre todo si el agua perduraba en el verano (como era el caso de mi recordada laguna).
Después se proyecta el Dispensario de Navalmoral, que será aprobado el 22 de julio de 1922. Y, a continuación, otros en la Vera y diversos lugares de Extremadura: en 1931 se creó el Dispensario Antipalúdico de Montehermoso y, posiblemente, fue entonces cuando depositan “mis pececillos” en mi añorada laguna.
Tras los ensayos pertinentes, en 1925 el antiguo Hospital Moyano de Navalmoral se transforma en Hospital Antipalúdico: centro de investigación, tratamiento, transmisión y formación para médicos llegados desde el mundo entero.
Hoy, mi entrañable y juguetón pececito, aunque se le haya reconocido su labor, está en la “lista negra” de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, incluido en la relación de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo, al ser un gran depredador de huevos de otras especies.
Así es la vida: pasó de héroe a villano, una vez cumplida su bienhechora misión…