LAS CABAÑUELAS
Ago 05 2017

POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

En el argot popular, se aplica el término “cabañuelas” a un método nada acreditado como forma de pronóstico meteorológico a largo plazo, concretamente para el año siguiente.

Antiguamente, cuando no existía ningún otro sistema científico para predecir el tiempo, y dada la necesidad imperiosa que tenía el campesino de prever cómo sería el año próximo, para programar sus cultivos y otras actividades o previsiones agropecuarias, tuvo necesidad de recurrir a técnicas o procedimientos que estuvieran a su alcance y escasos conocimientos. Y fue así como surgieron las Cabañuelas. Caso similar al “Almanaque Zaragozano” o al norteamericano “Día de la Marmota”, que para nada tienen credibilidad (aunque haya quien los tenga por cierto, como otros lo hacen con los horóscopos, videntes o echadores de cartas…).

Según el mismo y para predecir el fenómeno atmosférico, el experto (generalmente un labriego, pastor o gente del pueblo) se basa en indicadores como las formas de las nubes, lugar de aparición (sierra, Oeste, mañana, tarde, etc.), dirección del viento, nitidez de la atmósfera, humedad, características del Sol, la Luna, las estrellas, la niebla o el rocío de la mañana, por mencionar algunos de los más importantes. Eso sí, hay que hacerlo durante las 24 horas del día…

Pero no crean que fue cosa de nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos. Ni siquiera de siglos o Edades, sino de milenios. Me explico.

Según parece, la palabra cabañuelas proviene de la festividad judaica de los Tabernáculos. Como en esa festividad hebrea se realizan ritos referentes a la predicción meteorológica, el término adoptó ese significado en castellano.

A su vez, los israelitas lo tomaron de la antiquísima Babilonia, de los sumeroacadios (de hace unos 7.000 años, casi nada…).

Personalmente, llevo la friolera de 40 años anotándolas y comprobándolo. Y mis conclusiones personales no pueden ser más desalentadoras pues, el que en algún mes de cierto año acierte (por ejemplo, Junio de este año, de acuerdo con lo anotado en 2016), no tiene rigor científico (pues en otros muchos falla (caso de Febrero o Julio). Ya lo expuse en el libro donde resumía mi trabajo de Fin de Carrera (Meteoroclimatología. La climatología del Campo Arañuelo: de la percepción popular a la comprobación científica. Navalmoral de la Mata, 1989; págs. 183-184), con el que obtuve la máxima calificación por la Universidad de Extremadura, que resumo y actualizo:

1.- No en todos los puntos de la Tierra se utilizan los mismos días para realizar el pronóstico: por ejemplo, en España se toman en agosto, en Francia comienzan el 26 de diciembre, en América el día de Año Nuevo…

2.- Pero es que, además, en un ámbito geográfico cercano se utilizan distintos días, métodos y correspondencia de las tomas con el mes del año siguiente. Vuelvo a explicarme: en unos lugares, el 1 de agosto corresponde al año entero siguiente global (la «llave del año», como le llaman en muchos lugares), el 2 a enero, el 3 a febrero… y el 13 a diciembre; pero resulta que, a pocos kilómetros (caso de Navalmoral y Talayuela), el 1 afecta a enero, el 2 a febrero… y el 13 al año íntegro. Esas son las “sencillas”, porque asimismo en numerosos pueblos se utilizan las “dobles”, de “tornas”, “vuelta” o “retorno”: al llegar al 13, re retrocede para atrás y, así, si ese día corresponde al año íntegro, el 14 vuelve a ser el año entero, el 15 diciembre, el 16 noviembre… y el 26 enero. En estos casos de “ida y vuelta”, si hay coincidencia en la pareja que se asocia al mismo mes (por ejemplo, el 1 y 26, ambos para enero), quiere decir que las posibilidades de acierto son máximas, en caso contrario el tiempo será variable…

3.- Por si fuera poco, en bastantes lugares de Castilla-La Mancha y Andalucía usan otro más complicado aún: el día 1 será agosto, el 2 septiembre… y el 12 julio; el 13 otra vez julio, el 14 junio… y el 24 agosto (pues no tienen en cuenta el año global).

4.- Y aún existen otros más, pues el repertorio es muy amplio (el último ejemplo: hay lugares que asocian las horas de la mañana con un mes, mientras que las de la tarde se las aplican a otro…), pero no quiero cansarles…

5.- La gente del pueblo desconocía que ése es un método matemático, cuando los meteoros se rigen por leyes físicas, variables, dependiendo de la evolución de las grandes masas de aire (la atmósfera es un sistema caótico…).

6.- Para terminar, y como ya decía, el que en un mes o año haya cierta coincidencia, hay que tener en cuenta los numerosos casos en que falla: Como decía, al cabo de 40 años he podido comprobar que este sistema –por muchos adeptos que tenga todavía– no nos sirve como norma fiable para predecir. Y, el que no me crea, que tome nota –como sigo haciendo yo– y lo compruebe. Ni la AEMET, ni ningún estamento científico o universitario, lo consideran válido.

QUE PASEN UNAS BUENAS CABAÑUELAS, Y LO QUE QUEDA DE VERANO…

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