LAS CASAS DE MARRÓN
Sep 25 2024

POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

En nuestros paseos históricos por los barrios extramuros de la vieja villa, nos vamos topando con personajes, de diverso pelaje y condición, que por diferentes motivos permanecen  tatuados en el paisaje urbano local. Unos oriundos del lugar y otros venidos de lejos, que contribuyeron al desarrollo urbanístico cacereño, con la creación de nuevos barrios que hoy son santo y seña de la ciudad.

Uno de los actores principales del vocabulario urbano local es Vicente Marrón. En la memoria de muchas generaciones está presente este apellido, de color triste, en forma de barrio de Marrón, plaza de Marrón o las recordadas escuelas de Marrón. Denominaciones que nos conducen al primero de los “Marrones” que se aposento en Cáceres en los años veinte del siglo XVIII. Como otros tantos ganaderos venidos del norte peninsular, Bartolomé Marrón había nacido en la pequeña localidad cántabra de Gibaja, partido judicial de Laredo . Avecindado en Cáceres, casó en 1723 con la cacereña Barbará Criado Ojalvo. Este ganadero y comerciante santanderino acabó por ser un reputado hombre de negocios. Uno de sus hijos sería Vicente Marrón que siguió los pasos mercantiles de su padre y acabó por construir un grupo de viviendas, en una empinada parcela de su propiedad, situada de espaladas a las afueras de San Antón y frente a la cabecera de la populosa calle del Camino Llano, un solar escarpado en el que va a construir un barrio de casas de alquiler. Un barrio que ha transitado desde el siglo XVIII hasta el tiempo presente con el nombre de su promotor.

Las denominadas Casas de Marrón, se despliegan en tres calles que llevan asociados los nombres en honor de su constructor, Vicente Marrón, de su madre Barbará y de su esposa Polonia, aunque el nombre que figura actualmente en el callejero es Apolonia. Debido a la acusada topografía del terreno , el barrio finaliza en un “arandel” que sirve para amortiguar el relieve y dar paso a  una plaza que recibe el nombre de Vicente Marrón. En 1813 el barrio de Marrón, estaba compuesto por un total de 38 casas que albergaban más de un centenar de vecinos entre los que destacaban sirvientes, hortelanos y jornaleros. Entre ellos hay que señalar al carrero Andrés Congregado, el labrador Antonio Javato, el herrero Cristóbal Ferrer o la familia gitana que formaban Domingo Montaño y su esposa María Saavedra. Un barrio de gente humilde y trabajadora, que desde entonces han sido el principal componente vecinal de este barrio céntrico y peculiar.

Vicente Marrón fallece en Cáceres el 2 de diciembre de 1803 y solo ocho días antes de su muerte firma, ante el escribano local Manuel Antonio Sanabria, un testamento donde aparte de dejar diferentes propiedades tanto a sus sobrinos carnales como a una de sus criadas y la donación de 3.300 reales de vellón al Seminario de San Pedro,  establece que todos sus bienes sirvan para crear una Obra Pía cuyo fin principal sería la creación de escuelas en las que puedan formarse los niños que no tenían recursos, un hecho inaudito entre los denominados rentistas locales. Entre las propiedades que dona a la Obra Pía figuran las casi 40 casas que formaban parte del barrio que este emprendedor inmobiliario había construido en la segunda mitad del siglo XVIII. A la sombra de la Obra Pía surgen, a principios del siglo XIX las Escuelas de Marrón. Sus patronos serían el cura párroco de Santa María y el Marqués de Torrearías.

Durante el siglo XIX, las escuelas tuvieron diferente ubicaciones, desde el colegio de la Compañía de Jesús hasta la actual sede de la Diputación Provincial o diferentes locales en la plaza de la Concepción o la calle Moret. En 1912 la Obra Pía ve incrementado su patrimonio con la cesión del antiguo teatro Variedades en la calle Margallo, una donación que realiza su propietaria, Juana Elguezabal, otra benefactora cacereña venida de lejos. La donación del viejo teatro se realiza de manera exclusiva para que las escuelas de Marrón tuvieran un local definitivo. En 1918 se inauguran las nuevas escuelas que permanecerían activas hasta 1986. En sus aulas se formarían miles de niños/as que hallaron en estas escuelas su lugar de aprendizaje, en una ciudad que nunca estuvo sobrada de recursos educativos para los más necesitados. Máxime cuando la enseñanza, durante siglos, fue más un privilegio que un derecho.

Actualmente, las calles del viejo barrio de Marrón se asoman a una de las zonas más concurridas de la ciudad. A espaldas del Paseo de Cánovas, con vistas espectaculares al flamante Museo Helga de Alvear. Arquitectura popular custodiada por nuevos edificios de diseño vanguardista que consolidan el futuro de una ciudad que ha sabido conservar este barrio con sus casas rehabilitadas y ocupadas en su totalidad, rodeado de una serie de servicios y nuevas construcciones que han convertido al viejo barrio que proyectara Vicente Marrón en uno de los lugares más frecuentados por los ciudadanos de la vieja villa.

FUENTE: https://www.elperiodicoextremadura.com/caceres-local/2024/09/15/caceres-casas-marron-108055626.html

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