POR HERMINIO RAMOS, CRONISTA OFICIAL DE ZAMORA
Por fin, después de una larga peripecia de años, de dimes y diretes, de llamadas y de todo ese largo protocolo que se pone en marcha ante propuestas de tal categoría, le llegó a Toro la ocasión de tener sus Edades del Hombre, esa magnífica idea de exponer y dar a conocer el enorme potencial histórico artístico desarrollado a lo largo de los siglos por lo que hoy configura Castilla y León, teniendo como base y fundamento la fe.
Si muy importantes y destacados han sido los escenarios en los que se ha expuesto esa colección de extraordinarias joyas que componen las Edades del Hombre, Toro constituye una auténtica excepción. Simplemente nos bastaría con repasar muy superficialmente esos tres siglos, XIII, XIV y XV, para darnos cuenta de la categoría del potencial histórico. Un dato muy atractivo lo tenemos en el último censo del rey Felipe II, en 1571, en el que figuran 199 hidalgos, lo que supone el mismo número de palacios y casonas existentes en Toro, lo que unido a iglesias, ermitas y monasterios convierten a la ciudad en un valor único, a pesar de que no siempre se ha observado con ellos la debida atención y cuidado.
La celebración de Las Edades puede servir de motivo para revisar tanto el conjunto monumental como los entornos que mantiene un ambiente atractivo y sencillo, que deja una honda huella en el visitante. La muestra será una oportunidad única de ofrecer detalles históricos de arte o documentales, teniendo en cuenta el rico caudal que existe en ambos sentidos. Sean bienvenidas a esta noble ciudad Las Edades del Hombre.
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