POR FRANCISCO ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
Desde que en el año 1928 se puso en marcha la idea de crear un grupo escolar en Arriondas hasta que en 1951 se aprobó el acta de entrega del edificio al Ayuntamiento, pasaron veintitrés años de espera, protestas y mucha paciencia.
En el año 1928 el alcalde José Aquilino Pando convocó una comisión a tal fin, reuniendo en la misma al cura párroco Rafael Álvarez García, al presidente del casino, al presidente del Círculo de Artesanos, al maestro nacional Hilario García Conde, lo mismo que a José García Labra, José Cayarga, Manuel García, José Alonso, José Fuentes, César Villar y Alfonso Reigada.
Al finalizar 1928 el Ayuntamiento aprobó un empréstito de 125.000 pts. en forma de 250 títulos al portador de 500 pts. cada uno, con intereses del 5% a veinticinco años.
De esa cantidad, 50.000 pts. estaban destinadas para un grupo escolar en Arriondas que incluía habitación para los maestros y otras 50.000 para otro grupo escolar en Sto. Tomás de Collía, además de escuelas unitarias en Romillo, Granda y Cividiello con habitación también para los maestros en todas ellas, además de terminar las escuelas de Cofiño y San Juan de Parres.
El 28 de diciembre de 1933 la Corporación Municipal republicana -presidida por Joaquín Corral Collado- adjudicó las obras de construcción del Grupo Escolar de Arriondas por el que tantos años se llevaba esperando.
El único postor fue Eduardo Díaz Tuero, vecino de Colunga y -en dicha subasta- ofreció 170.085,20 pts., firmándose un acta notarial ante Antonio Turón y Boscá.
La cimentación de las nuevas escuelas graduadas tardó en encontrar terreno firme más allá de los cuatro metros previstos, sino a siete u ocho en la zona más próxima al río, lo cual encareció el presupuesto en unas 45.000 pts más, por lo que se le sugirió al Ayuntamiento que buscase otro solar.
Así ofrecieron una parcela cerca de La Llera “donde se colocaba la bolera en las fiestas de Sta. Rita”.
En un principio las escuelas de Arriondas se iban a levantar en el lugar de La Llera denominado “El Pozón”, pero sólo en cimentación habría que invertir 50.000 pts. Una idea al final desechada.
Era Julio Galán Gómez el arquitecto municipal, el cual debía dar el visto bueno a todas estas operaciones imprevistas, pero desde Madrid se les denegó el cambio alegando que eran terrenos inundables (la misma historia que lleva toda la vida “persiguiendo” a la villa), pero Galán aseguraba que -en ese caso- antes se inundaría toda la villa, puesto que la solera del edificio quedaría un metro más alta que las calles de Arriondas.
Todos enviaron telegramas de protesta al Ministerio de Instrucción Pública para que las obras no se detuviesen… pero quince años después las escuelas graduadas aún no se habían entregado al Ayuntamiento.
Como la cimentación de las escuelas presentaba muchas dificultades se decidió que el lugar ideal sería el conocido como “Huerto del Ayuntamiento”, lindante con la Casa Consistorial, solar propiedad de Venancio Pando Valle, el cual -a través de su apoderado José Bernardo Fuentes, pues el propietario se encontraba en la capital argentina- lo ofreció en venta por 20.000 pts. dando un plazo de un año para abonar ese importe.
Veintitrés fueron los vecinos que ofrecieron su garantía personal como pedía el vendedor para asegurarse de éste cobraría dicha cantidad.
El terreno sólo se podría dedicar a: edificación escolar, ampliación de la Casa Consistorial o apertura de calles, jardines o cualquier edifico municipal, prohibiendo en la venta de forma expresa su cesión a particulares.
Todas estas gestiones las había realizado en Buenos Aires directamente con Venancio Pando Valle otro de los parragueses emigrados, concretamente Florentino Fano Cuenco, residente y con negocios en la citada capital, a donde había llegado en 1901.
Se hizo en ese momento una reforma del plano de urbanización de Arriondas, para restarle un metro a la travesía del Ayuntamiento y agregársela al futuro nuevo edificio.
Algunos vecinos apuntaban que para situarlo en el lugar donde al final se construyó debería elevarse casi tres metros sobre el nivel del suelo, y opinaban que la que hoy es Casa Municipal de Cultura parecería “una jaula colgante” sobre pilares, y -en caso de desbordamiento del Sella- habría poco menos que acceder a ella en embarcaciones.
Con el tiempo, los vecinos vieron como esos casi tres metros quedarían cubiertos con relleno y en los taludes laterales se sembraría césped, y -al final- se hicieron las gradas y rampa que hoy todos conocemos.
La cimentación de las Graduadas de Arriondas supuso en 1934 un gasto adicional de 19.726 pts. de las que el Estado abonó 13.808 pts. y el Ayuntamiento las 5.918 restantes.
Al tratarse de un imprevisto, fue el propio alcalde republicano Joaquín Corral Collado -junto con Faustino García Miyar- quienes prestaron o anticiparon esa cantidad, sin intereses.
Quién les iba a decir a ambos que este Grupo Escolar debería esperar aún diecisiete años más para que otra corporación lo recibiese oficial y totalmente concluido -con una Guerra Civil de por medio- o que ambos acabarían reclamando a la corporación del año 1947 que se les devolviesen esas cantidades que habían ingresado en la Caja General de Depósitos a favor de la Dirección General de Primera Enseñanza.
Pasada la Guerra Civil encontraremos a Joaquín y a Faustino solicitando la devolución de un total de 4.438 pts. y no las 5.918 que se citan la primera vez como anticipo (pues anotarán en su instancia que el préstamo había sido de 1.479 pts. por parte del alcalde y 2.959 pts. por la de Faustino).
Aunque, de hecho, les devolvieron la mitad del dinero que habían prestado anticipadamente.
En el mes de noviembre de 1946 las escuelas graduadas de Arriondas seguían sin inaugurarse porque el Ayuntamiento continuaba sin comprar o expropiar la casa en la que se ubicaría el patio escolar, de modo que algunos vecinos remitieron una carta de protesta al Gobernador Civil porque había pasado un año desde que se les había comisionado para solucionar ese tema a los concejales Amador Nachón, Fernando del Valle y Vicente Somoano, que no lo tuvieron fácil, pidiendo los padres que -en caso contrario- se buscase otro local para impartir las clases.
Larga se les fiaba la solución final, porque hasta hacerse con la casa inmediata a las escuelas aún debían pasar muchos meses, y hasta hubo una señora que aseguraba que el edificio era de su propiedad y no de quien se daba por hecho, iniciando acciones judiciales en tal sentido.
A pesar de las protestas de los padres, las escuelas graduadas de Arriondas seguían sin que se hubiese entregado su edificio de nueva construcción.
El edificio público más deseado y el de más lenta y aplazada recepción de la villa vio pasar monarquías, dictaduras, la Segunda República, la Guerra Civil y aún una década después de concluir ésta seguía sin inaugurar…cuando ya había que realizar en el mismo obras de reparación en su cubierta y en sus puertas de acceso.
El Ayuntamiento no conseguía hacerse con los edificios de su propiedad que tenían alquilados en las inmediaciones, ni con la casa particular cuyo derribo era imprescindible para hacer los patios de recreo escolares.
Todo ello da idea del poco interés que en España se concedió a la educación y a la cultura durante la mayor parte de su larga historia.
Fue al maestro de obras y aparejador Fernando Llano García a quien se le encomendó que tasase el valor de los edificios municipales que habían estado destinados a Auxilio Social -antiguas escuelas de Arriondas- así como el edificio de los herederos de Manuel Latorre, todos próximos a las nuevas escuelas.
Su presupuesto serviría para sacar a subasta el derribo de todos ellos.
A través del Colegio de Aparejadores se le abonaron a Fernando Llano 341 pts. por este trabajo, mientras el interventor consideraba que el edificio de los herederos de Latorre tenía un valor de 50.000 pts. que se debían solicitar -mediante un préstamo- al Banco de Crédito Local de España a un interés del 4% durante doce años.
Era el día 2 de septiembre de 1947 cuando la corporación municipal de nuestro concejo ofreció 50.000 pts. a los herederos de Manuel Latorre por el edificio de su propiedad que era preciso derribar para destinarlo a patio escolar de las nuevas graduadas de Arriondas, pero los herederos solicitaron 5.000 pts. más.
En ese momento el edificio ya era propiedad de Antonio Prieto Valle.
Llegado a este punto de desencuentro, la Corporación amenazó con expropiar el mismo, pero -al final- lo adquirió en un acuerdo privado y amistoso por las 50.000 pts. iniciales.
Había sido José Carbajal Labra el contratista de las obras de las escuelas graduadas de la capital parraguesa (actual Casa de Cultura Municipal “Benito Pérez Galdós”) y el 6 de noviembre de 1947 presentó un escrito ante la Corporación municipal en el que enumeraba hasta cinco condiciones para entregar al Ayuntamiento las llaves de acceso el citado edificio.
El Ayuntamiento aceptó las siguientes condiciones de Carbajal que -resumidas- decían:
1ª – Conformidad de la Corporación y del contratista de que las obras con todas sus instalaciones estaban perfectamente terminadas.
2ª – Acuerdo y compromiso firme y eficaz por parte del Ayuntamiento de que efectuaría los derribos precisos y desalojaría los edificios y locales el futuro campo escolar de acuerdo con los proyectos definitivos y en el plazo de dos meses, para así poder liquidar las obras de forma definitiva.
3ª – Cualquier desperfecto a partir de ese momento correría a cargo de la Corporación, la cual se comprometía solemnemente a la inmediata reparación o reposición del mismo; reparaciones que serían exigidas por el arquitecto Julio Galán.
4ª – La ocupación sería provisional y condicionada a la terminación del campo escolar en el citado plazo de dos meses y todo ello para evitar más perjuicios a la enseñanza en Arriondas.
5ª – El acuerdo sería unánime por ambas partes y -antes de la ocupación del edificio- lo firmarían en documento en forma y duplicado que suscribirían el alcalde y el contratista.
Aceptó la Corporación por unanimidad todas las condiciones obligándose a cumplirlas de acuerdo con el arquitecto y el contratista.
Sería el 27 de noviembre de 1947 (casualmente la fecha en la que se celebró durante décadas el Día del Maestro, coincidiendo con la memoria de San José de Calasanz) cuando quedó constancia de la entrega de las llaves de las dos puertas de acceso al nuevo edificio de las escuelas graduadas.
El contratista José Carbajal se las entregó al secretario y éste, se las pasó al alcalde.
Y no sería hasta el mes de mayo de 1949 cuando se iniciase el derribo de los edificios para -definitivamente- hacer el patio escolar (hoy plaza García Dory) e iniciar la cimentación de la futura plaza cubierta, para lo cual hubo que rellenar el que era conocido como “Pozo de las Ranas” que se encontraba en dicho lugar.
Rellenado realizado con los escombros de los derribos de los edificios y naves próximos a las escuelas.
La construcción de la Plaza de Abastos y relleno del citado pozo fueron presupuestados en 207.000 pts.
Y, por fin -tras veintitrés años de espera- el día 31 de marzo de 1951 la Dirección General de Enseñanza Primaria, en Madrid, dio orden a la Central de Pagos Civiles del Estado para que -en vista de las actas de recepción definitiva de entrega del edificio y liquidación final de las obras de construcción de las Escuelas Graduadas de Arriondas- se aprobasen las actas de entrega del edificio al Ayuntamiento y se efectuase la liquidación final de las mismas por un importe de 172.324 pts., así como el derecho a que el Estado abonase al contratista, José Carbajal Labra, la cantidad de 12.892 pts. como saldo de liquidación final, y al arquitecto director, Julio Galán Gómez, la suma de 367 pts. que tenían pendiente de abonarle como saldo final.
Como ya vimos, José Carbajal ya había entregado las llaves de este edificio al secretario municipal -y éste al alcalde- el día 27 de noviembre de 1947.
Todo había comenzado a finales del año 1928, cuando el Ayuntamiento había aprobado un empréstito de 125.000 pts. (en forma de 250 títulos al portador, de 500 pts. cada uno y con intereses del 5% a veinticinco años); de esa cantidad, 50.000 pts. estaban destinadas para un grupo escolar en Arriondas que incluiría casa-habitación para los maestros (esta última nunca se hizo).
Fueron veintitrés años de espera desde que se proyectó el edificio hasta dar por liquidadas las cuentas de su coste final. Firmado por Francisco José Rozada Martínez, 14 de marzo de 2023