POR JOSE APARICIO PÉREZ. ACADEMICO SECRETARIO DE LA REAL ACADEMIA DE CULTURA VALENCIANA
La solicitud de que las Fallas fueran declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad dio lugar a que alguien escribiera con la pretensión de que se desistiera en atención a que las Fallas están vivas.
Es evidente que las Fallas gozan de muy buena salud; que se ha ido consolidando, extendiendo y aumentando su grandeza y su proyección; que han ido aumentando su proyección social, económica, nacional e internacional, incluso en una época muy difícil como la actual lo que, felizmente, no ha tenido reflejo en la Fiesta, como han puesto de manifiesto los medios de comunicación.
Pero no es menos cierto que las Fallas han tenido enemigos muy poderosos, en época pasadas, procedentes de grupos políticos, intelectuales y sociales.
Bajo la pretensión de «dignificarlas», subyacía la voluntad de eliminarlas, suprimirlas. Maniobra totalitaria integrada en un programa de despersonalización e integración administrativa y política en una entidad que proclamaban superior y a la que rendían un tipo de culto fetichista. Los enemigos se congregaron en una especie de secta cuyos residuos todavía pululan por ahí, son los recalcitrantes de turno. Si en el espejo donde se miran no ven fallas debiera servirles de lección, ya que es un importante documento para aumentar las notables y numerosas diferencias que nos separan.
Las Fallas surgen de la propia base social, es una Fiesta de hondísimas tradiciones populares y son, y así debe ser, fiel reflejo de sus creadores, impulsores y constructores.
Son unas fiestas integradoras, no elitistas, que cumplen una gran misión sociabilizadora.
Son unas fiestas que responden a la auténtica idiosincrasia mediterránea, extrovertida, bulliciosa, alegre y despreocupada.
Son unas fiestas con múltiples facetas, hondas manifestaciones culturales, concursos fotográficos y pictóricos, representaciones teatrales, declamaciones y recitales poéticos, que tienen su máxima expresión en las propias Fallas, auténticos monumentos por su continente y contenido, realzado por su carácter efímero, como la propia vida humana.
Y en ninguno de los requisitos exigidos para su declaración se exige o se cita que se encuentren en peligro de decadencia o de desaparición.
Por el contrario son manifestaciones culturales, artísticas, festivas de amplísima base social, más de cien mil falleros y falleras ofreciendo su recuerdo, cariño y devoción a la Virgen María, bajo la advocación de la Geperudeta, construyendo su opción de clase o nivel económico, que desean participar en la Fiesta y contribuir a la construcción de la obra artística, Falla anual y casales con actividad constante a lo largo del año.
Fiestas que tienen amplísimo eco por todo el mundo y que constituyen un deseado objetivo, conocerlas directamente si es posible.Por todo lo dicho y por mucho más las Fallas bien merecían ser declaradas Patrimonio de la Humanidad, tal y como se ha hecho.Por lo tanto: SÍ a las fallas patrimonio de la humanidad y enhorabuena al pueblo valenciano que las creó, las mantiene y las enriquece y extiende constantemente Disfrutemos de ellas también este año.
FUENTE: J.A.P.