LAS FIESTAS DEL CORPUS CHRISTI DE ANTAÑO EN ALCALÁ LA REAL (JAÉN)
Oct 28 2024

POR MARÍA TERESA MURCIA CANO, CRONISTA OFICIAL DE FRAILES (JAÉN)

El culto y las festividades en torno al Santísimo Sacramento en épocas pasadas estuvieron especialmente ligados a la vida oficial, a la municipalidad. Cierto es que existieron cofradías de este nombre, pero su papel nos ha parecido algo secundario, al menos en Alcalá la Real.

Para entrar más intensamente en los orígenes del tema hemos hurgado en la historia local.

– Sabemos que en una probanza de hidalguía de un caballero veinticuatro de la ciudad de la Alhambra, llamado Pedro de Arjona Hinojosa de Granada Venegas, de ascendencia alcalaína, se hace referencia a uno de sus antepasados, en la Alcalá medieval, lugar preeminente en la frontera castellano-granadina; Pedro Díaz de Arjona, el que regaló la custodia de la Santa Iglesia Mayor y por el cual se rezaban padrenuestros y avemarías, al igual que por el rey conquistador, Alfonso XI; por el marqués de Villena, que regaló el Sagrario, y por Teresa Enríquez, que trajo la bula de la cofradía del Santísimo Sacramento. Esto se hacía cada vez que salía a la calle el Santo Viático.

Esta primera aproximación histórica nos lleva a la consecuencia de la devoción al Santísimo en nuestra ciudad desde la Edad Media. Esta Teresa Enríquez era prima hermana de Fernando el Católico, y esposa de Gutierre de Cárdenas, maestresala de Isabel de Castilla, portador de la espada de la reina en su proclamación en Segovia; y figura destacada de la Corte, amén de hombre de armas en las guerras de Sucesión y Granada.

No debe extrañarnos su presencia en Alcalá la Real, sola o acompañando a Sus Altezas, durante esta etapa, cuando la ciudad era un enclave en la frontera granadina. Al quedar viuda y hasta su muerte, Teresa Enríquez dedicó su vida a la caridad, a sus fundaciones monacales, a la redención de cautivos y a la propagación de la devoción a la Eucaristía, en tal dimensión, que llegó a ser apodada como “La Loca del Sacramento”.

La Enríquez hizo una petición personal al papa Julio II, obteniendo una bula, refrendada por el cardenal Cisneros el año 1509, situando la fundación en Toledo. Treinta años después, con fecha 30 de noviembre, se creó en Roma la Archicofradía del Santísimo Sacramento, por bula del papa Paulo III. Si la dama que nos ocupa murió en 1529, podemos afirmar que la antigüedad de la cofradía en Alcalá la Real se remonta a los primeros años del siglo XVI.

La regulación de la fiesta del Corpus viene explicitado en las Constituciones Sinodales de la Abadía, de las que conocemos las que dispusieron los abades Juan de Ávila y Pedro de Moya y Arjona. En las primeras, de 1542, se describe la procesión del Corpus, en esta manera: Salir de la dicha iglesia de Santa María por la puerta principal a la plaza, con el Santísimo Sacramento, y cruces y oficios y se ha de ir por la calle Ancha, alrededor de la Mota y salir por las Entrepuertas y entrar por la puerta del Arrabal y por Santo Domingo, y por el Postigo a la plaza, y entrar en la iglesia por la misma puerta que salió. En las segundas, de 1626, se dice: El día del Santísimo Sacramento se ha de hacer procesión general muy solemne en esta ciudad y en todos los demás lugares de esta abadía y han de concurrir y asistir a ella todos los beneficiados, capellanes y otros clérigos que hubiere en los lugares, aunque sean forasteros y no tengan capellanía. Y no se consienta que ninguno esté con manteo en la procesión, ni fuera de ella, ni en ventanas, so pena de un ducado, y que nuestros alguaciles y fiscales los puedan prender y ejecutar la pena. Y han de asistir a esta procesión también todas la religiones que hay en esta ciudad, y las que hubiere en los demás lugares, y las cofradías con sus cruces y pendones, so pena de un ducado al que faltare. Y todos irán en el lugar de sus antigüedades. Y guárdense mucho a todas las personas que fueren a las dichas procesiones, y especialmente a los sacerdotes y eclesiásticos, vayan en silencio, devoción y buena compostura, sin distraerse, y los clérigos apartados de los legos, y las mujeres de los hombres, y todos rezando y rogando a Nuestro Señor por las necesidades comunes. Y a la justicia seglar que en esta procesión del Santísimo Sacramento, y en otras cualesquier donde concurriere mucha gente, pongan orden entre los legos para que no haya ofensas a Nuestros Señor, ni diferencias ni inquietudes con que se perturbe la devoción. Y tengan cuidado con la limpieza y aderezos de las calles y lugares por donde ha de pasar la procesión. El día octavo de la fiesta, después de dichas Completas, se ha de hacer otra procesión, llevando en ella al Santísimo Sacramento como el día del Corpus y ha de ir por donde se acostumbra, y concurrirán los clérigos, cruces y cofradías, como está dicho y so las dichas penas.

– Un segundo momento histórico es el de una Historia de la Real Abadía de Alcalá la Real, de Diego Garrido Espinosa de los Monteros, con comentarios de José Benavides Vélez de Mendoza (siglos XVIII-XIX). En este manuscrito hay datos oficiales y oficiosos sobre nuestro tema, como los que siguen:

  • El abad Andrés de Bobadilla instituyó el 20 de mayo de 1581 la cofradía del Santísimo Sacramento, con las mismas constituciones concedidas por Paulo III en 1539. Pero realmente, tras la fundación, está el Ayuntamiento alcalaíno. El 12 de mayo de aquel año, los capitulares Rodrigo de Góngora, alcaide de la fortaleza de las Mota, Pedro de Pineda y Juan de Aranda Góngora, suplicaron al abad, en nombre de la Ciudad, la fundación de la cofradía del Santísimo para Alcalá y Castillo de Locubín, según la bula del citado pontífice. Otra actuación fue en Granada, ante el señor arzobispo. Le pidieron copia franqueada de dicha bula, que pasó al archivo abacial. Cabe, evidentemente, un primer análisis de la noticia. ¿No era la nuestra de comienzos del XVI? Es muy probable que tras la fundación de la llamada Minerva, de Stella, se fueran transformando y adaptando las cofradías existentes a los nuevos estatutos paulinos. A Alcalá la Real vino la actuación a los cuarenta y dos años.
  • En el 1662, siendo abad Francisco Salgado de Somoza, se hicieron las andas de plata para el Santísimo Sacramento. La Ciudad, en la sesión plenaria de 3 de noviembre y a instancia del presbítero Antonio Pascual de Chaves, que ejercía como mayordomo del Santísimo Sacramento, acordó librar mil cien reales para la obra, ajustada en diez mil, sin perjuicio de abonarla completamente, en caso de no tener el recaudo necesario.
  • El abandono de la ciudad amurallada, en la Mota, contribuyó al traslado de las devociones a otras iglesias del casco urbano y a la potenciación de nuevas hermandades, con el consiguiente enriquecimiento patrimonial. Algunos cultos de la iglesia mayor abacial se trasladaron a San Juan y a la Veracruz, y, con posterioridad, a Consolación.
  • Las desavenencias entre los Cabildos Municipal y Eclesiástico surgían, casi siempre, por cuestiones protocolarias. Ambos buscaron el apoyo del Real Consejo. Sirva de ejemplo aquel de la procesión del Corpus, en la que se debatió el orden de los munícipes y los eclesiásticos. O aquel otro del uso de la silla por el señor abad, en las procesiones del Corpus. El Ayuntamiento, en la sesión de de 31 de mayo de 1783 pidió aclaraciones al abad, sobre diversos asuntos, el cual respondió en una carta de 16 de junio. Respecto a la silla, argumentaba que los abades nullius gozaban de los mismos privilegios de los obispos, basados en la Nueva Recopilación y en el Ritual Romano. En cualquier caso hay otro más obvio (principio) cual es la posesión y último de llevar dicha silla, de lo que no se me puede despojar sin ser oído y vencido en juicio y en tribunal competente, antes de dicho despojo y no al arbitrio libre de dicha Muy Noble y Leal Ciudad, que, si intenta llevarlo a efecto, sufrirá la nota de acción violenta y escandalosa… Y más adelante sigue el abad Mendoza …ignoro el legal fundamento en que estriba dicha dificultad… procediendo de buena fe, no podrá negar dicha M.N. Ciudad que algunos de mis antecesores usarían dicha silla hasta la época del señor de las Heras Manrique, que empezó en el año 1652 y que hizo concordia con la M.N. Ciudad, de lo que es preciso inferir que antes la llevaría algunos de sus antecesores, bien que fuese con alguna turbulencia, que en aquellos tiempos y aún posterior hasta el año 722 movían las ciudades de España… La respuesta de la Ciudad no se hizo esperar. A los dos días el Ayuntamiento pedía al abad que desistiera de su empeño y que, en caso de no acceder, se recurriría al Real Consejo. Sin embargo de dicho acuerdo que se hizo presente por dichos comisarios, el señor abad sacó la silla en dicha función del Corpus, lo que en el acto de la procesión salieron los dos escribanos y requirieron a dicho señor abad, de parte de la Ciudad, que semejante acto no le parase perjuicio, lo que se ejecutó por Juan Antonio Serrano y Antonio Gutiérrez, escribanos del Cabildo y de que formaran testimonio. Esto ocurrió el 19 de junio de 1783. Al año siguiente, el abad se fue a Priego de Córdoba, en la festividad del Corpus, que también pertenecía a la Abadía alcalaína.
  • Hay muchos más documentos y otras curiosidades. En la carta de la Ciudad al Rey, de 1784, puede leerse Otra distinción y preeminencia que (el abad) se atribuye y de que ha usado es la de hacerse llevar en silla en la procesión del Corpus, con varios criados de librea, que llevan tapete y almohada, sentándose a toda parada que se le antoja, volviendo la espalda a la Ciudad, igualmente que sus pajes, por ir estos con la silla detrás de dicho abad…
  • El 31 de mayo de 1735, el cardenal y patriarca de Indias, Álvaro de Mendoza, abad de Alcalá, se pronuncia respecto al cambio de itinerario de la procesión del Corpus, accediendo a que salga de la iglesia de San Juan porque se evita la contingencia de una irreverencia al Santísimo, por la penosa distancia que se nota de la Santa Iglesia a esta población. Prosigue más adelante estimulando a la Ciudad en el adorno de las calles que en toda la carrera lleve el Santísimo cirios encendidos, procurando el alivio de la cofradía y que la fábrica no padezca gravamen. Finalmente se refiere a que la procesión pase por la nueva plaza del Ayuntamiento, haciendo tránsito. El 4 de julio, el mismo abad se congratulaba que la medida anterior hubiera satisfecho a la Ciudad.

Otra noticia de interés tiene fecha de 1791. Francisco Carrasquilla, fiscal y cura de la Veracruz, dio comienzo a la Esclavitud del Santísimo Sacramento, por el mes de agosto, y se hizo el tabernáculo, a costa de los devotos. También el bufete y demás alhajas que van con Su Majestad, y toda la cera gruesa y lucernas. El abad se pronunció diciendo que la Esclavitud estaba bien y que la aprobaba, pero que había de abrazar la obra pía de Ánimas y enterrar a los difuntos y pagar los entierros a los pobres. Esto no se quiso admitir por los interesados y se consiguió otro decreto que obligaba solamente al culto al Señor. Tras la aprobación, se hicieron las constituciones y así se siguió hasta que hubo nuevas desazones y los hermanos solicitaron que fuese bajo la aprobación real, valiéndose del influjo de la Ciudad, que informó favorablemente. Ganaron los demandantes el proceso en 1794 y 1795. Las juntas pasaron a estar presididas por el corregidor. Existe una nota de la época que dice: Hoy, 15 de junio de 1792, se han aprobado otras constituciones para la iglesia mayor, por el señor obispo-abad Palomino, ampliándolas para seglares, a instancias de varios cofrades y de Manuel García Berlanga, cura más antiguo de la iglesia mayor.

No todo queda en las Constituciones. Hay noticias de 1792, respecto al Corpus y a los escándalos y desavenencias, esta vez con el provisor de la Abadía, José Montenegro. El día del Corpus llevó al Señor en la custodia, pero en sus manos. Y en la Octava, un beneficiado, llamado Juan Gil de Goya. Ante la nueva moda, el abad mandó deshacer las andas de plata, haciendo con ellas dos urnas para sendas cabezas de santos, que estaban en la Mota, en la capilla del Santo Ángel y que servían para el depósito del Señor en el Jueves Santo, en la iglesia mayor y en la Veracruz.

En 1793 continuaban las desazones de la Ciudad con el señor abad, por las celebraciones del Corpus. Esta vez, por algo ya dicho: llevar en las manos la Sagrada Forma. La respuesta del Consejo Real vino el 7 de abril de 1794, dándole un “tirón de orejas” a la Ciudad y deseando la armonía entre ambos estados.

Las noticias del Santísimo Sacramento en el Archivo Municipal de Alcalá la Real, son, en fin, tan abundantes, que es difícil resumir en estos folios. En los libros de actas hay curiosidades dignas de mencionarse:

  • Delante del Santísimo iban unos gitanos danzando (1530).
  • Que la cera de la procesión del Corpus, sobrante de los regidores se entregara al mayordomo de la cofradía del Santísimo Sacramento… que todos asistan obligatoriamente… que los caballeros lleven las varas de palio, según un orden preestablecido… (1532)
  • El Ayuntamiento viene costeando desde tiempo inmemorial y según se recoge en las Ordenanzas de 1895, los festejos del Corpus Christi (1897)

En otra sección del Archivo encontramos otros pormenores: en 1610, la Ciudad pedía al rey prorrogar la facultad de gastar 200.000 reales de los propios, por cuatro años, para las fiestas del Corpus. Hay piezas de estos legajos, con similar solicitud y concesión real, de 1614, 1619, 1623, 1624, 1626, 1629, 1634, considerándola siempre como fiesta antigua y solemne.

En un legajo de 1606, se trata de la vestimenta de los niños de la Iglesia y otros ropajes que se han hecho para los autos sacramentales. Fueron en este año ocho en total, compuestos por vaqueros y calzones, en color rosa, con guiretes, dos verdes, dos amarillos de tafetán, dos morados y blancos y todos con sus guiretes. Y también un vaquero encarnado con su basquiña y capillo; una basquiña verde con su capillo; dos ropas o túnicas y una capa para figuras de diablos, con sus cabelleras; una túnica de tafetán blanco, con sus cabelleras rubias; caballos, lanzas y adargas.

En 1635 los gastos se produjeron en los vestidos de las danzas, los diablillos, el tamboril, la juncia, ramos y yedra, los zapatos para los danzarines, la cera, los viajes a Granada para la gestión de los danzantes y otros pormenores; el colocar las colgaduras en la plaza y las calles del recorrido; el altar que se hizo en la Mota.

De parecidas características son las cuentas de 1641, enriquecidas con datos como la compañía granadina de teatro de Juan de Padilla y del autor de comedias Francisco de Perea, que representaba autos el día del Señor, en la plaza de la Mota; los veinticuatro hombres de la danzas, distribuidos ocho con instrumentos para la danza de galanes y diez como flecheros, con el tambor y con el que lleva el águila; los cuatro diablillos; los seis gigantes a caballo, con angarillas e instrumentos, tal como habían salido en Granada en 1640; el tablado y la tramoya.

En las cuentas de 1752, anotamos otros nuevos datos: subir y bajar las andas desde la iglesia mayor a San Juan; dulces de las propinas; por llevar la Tarasca y los Gigantes; por el azúcar para la bebida del día de la Octava.

Y finalmente, las de 1777, en la que aparecen nuevos gastos, como la empalizada de la plaza; el concierto en dicho lugar, con los músicos de la iglesia mayor; las camas para los danzantes; por barrer y quitar las brozas.

La cofradía del Santísimo Sacramento alcalaína, pervivió hasta los años cincuenta del pasado siglo. La fundación de la sección local de la Adoración Nocturna en 1907, con objetivos similares a la centenaria institución, fueron mermando sus actividades, hasta su total desaparición. No obstante, los cultos y desfiles de la Eucaristía en su festividad prosiguen hoy, si bien la responsabilidad y organización de los mismos corre a cargo de la Iglesia local y de la Agrupación de Cofradías.

Y para concluir, una breve reseña sobre los enseres patrimoniales de la antigua y desaparecida hermandad, llegados a nuestros días, que se conservan en la iglesia alcalaína de Nuestra Señora de Consolación: se trata de dos cartelas de plata, que se colgaban en las respectivas banderas de la institución, con alusiones a la Eucaristía y a la iglesia de la Veracruz. Curioso, igualmente, un grabado de comienzos del siglo XX, de la Litografía del granadino Francisco Casado, en cuyos pies hay noticias interesantes para situar la refundación del XVIII.

Cualquiera, visto lo expuesto, puede prontamente concluir sobre la estrecha relación y coincidencias de esta celebración alcalaína con la de la espléndida y superviviente fiesta de la ciudad de la Alhambra.

Bibliografía básica:

AMEZCUA, Manuel.

— “Máscaras y diablillos en el Corpus de la Abadía”. Crónicas de Cordel. Jaén, Diputación, 1997. pp. 361-368.

— “Danzas de diablillos y mujeres tapadas en el Corpus de Alcalá la Real en el siglo XVIII”. PV. 1990.

BOLIVAR GÓMEZ DE URDA, José D. “Sobre las fiestas del Corpus en Alcalá la Real”. El Toro de Caña, 6. Jaén, Diputación. pp. 541-580.

MARTÍN ROSALES, Francisco. “Las fiestas extraordinarias de Alcalá la Real en los siglos XVIII y XIX”. El Toro de Caña, nº 2. Jaén, Diputación, 1997. pp. 283-305.

MARTÍN ROSALES, Francisco y MURCIA CANO, María Teresa. “Fiestas del Corpus”. PV. 1997. pp.95-97.

MURCIA CANO, M. Teresa. y JUAN LOVERA, Carmen. “Fiestas del Corpus”. PV. 1997. pp. 95-97.

MURCIA ROSALES, Domingo. “La cofradía del Santísimo Sacramento de Alcalá la Real”. Sepúlveda, 2007.

FUENTE: https://mteresamurcia.com/2024/10/27/las-fiestas-del-corpus-christi-de-antano-en-alcala-la-real/?fbclid=IwY2xjawGMT4RleHRuA2FlbQIxMAABHVuB1oMMCA5ybtknRlfKBWIGhMai4nI4XKiSQKmSKxVyVTJzzN8hg_ciCQ_aem_ayqaCkE-d4-_6ogtOTAVIQ

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