POR CARLOS AZNAR PAVÍA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE ASPE (ALICANTE)
En la última edición de la Revista “La Serranica” 2022, viene un interesante artículo de mi amigo Antonio Bejerano López: “Apuntes sobre una antigua talla de la Virgen del Socorro”. Este trabajo de Bejerano, despertó mi curiosidad a la vez que me aclaró muchas dudas, dándome cuenta del riesgo que corrieron algunas buenas y piadosas personas con el solo hecho de esconder un cuadro o una imagen piadosa, para ellos verdaderos tesoros y también para la Religiosidad Popular, que forma parte de la historia y las tradiciones de los pueblos.
Por el solo hecho de esconder uno de los dos toros, que con un chunque acompañan la imagen de San Isidro. Antonio Pomares, encargado de llevarse la imagen para destruirla, junto con otras que iba recogiendo por capillas y casas particulares, echándolas a una especie de (carromato). Este hombre amenazó a una anciana, Antonia Prieto (La Polla), con un revólver dándole un susto de muerte, al darse cuenta de que a San Isidro le faltaba un (Torico). Aquella buena señora solo quería tener algo del Santo, que durante tantos años había estado presidiendo desde su hornacina en la Calle Conde.
En Aspe la devoción a la Virgen de la Asunción se pierde en el tiempo, la única imagen que existe anterior a la Guerra Civil Española se encuentra en la Basílica de Ntra. Sra. del Socorro. Es una talla de la Virgen de la Asunción en su tránsito, es decir, dormida. Data del siglo XVII, de autor desconocido es una imagen de vestir y desde el mencionado siglo hasta el año 1936 permaneció en la Ermita de la Concepción. En ella estaba ubicada en la parte inferior del Altar Mayor, compartiendo la cabecera de la ermita con la Inmaculada Concepción.
La Guerra Civil Española desencadenó múltiples y nefastas consecuencias en la sociedad española, una de ellas fue la masiva destrucción de iconos y edificios religiosos. La imagen de la Asunción gracias a la intervención de María Mira Hernández y de Tomas Soria (Tomasico el Sacristán), los dos vecinos de la rinconada de la ermita, que arriesgó de sus vidas, se descolgaron en el interior de la ermita por un ventanuco del tejado y amparados en el manto de sombras de la noche, traspasando los tejados de varias casas hasta llegar a los ventanales superiores de la ermita, desde donde deslizaron la imagen hasta trasladarla a la casa de la señora que había arriesgado la vida en aquella peligrosa aventura nocturna. La Virgen estuvo escondida en casa de María, esperando que acabada la guerra volviese a la ermita pero nunca volvió. En la actualidad propiedad del Ayuntamiento sigue sin tener culto, La Virgen de la Asunción estuvo en casa de María Mira, hasta el año 1944 que con la llegada de Tomas Rocamora, como Párroco, en la hoy Basílica, la Imagen fue trasladada a esta ocupando el segundo altar del lado del Evangelio, capilla que comparte con San Rafael.
La Imagen de la Virgen de la Asunción, los años impares recorre en procesión los aledaños de la que fue su ermita.
Las Fiestas en Honor a la Virgen de las Nieves en un año impar le correspondían a Hondón y en Aspe las fiestas corrían a cargo de la calle que lleva el nombre de la Virgen, pero ni en Hondón había Imagen ni tampoco en la capilla que preside dicha calle, pero si se había salvado una hermosa Imagen de la Virgen de las Nieves, que se encontraba en la capilla de en la Residencia de Ancianos, entonces Asilo, de donde es titular. Esta Imagen en la actualidad es venerada en dicha capilla y a ella le dedicaron las fiestas del año 1939.
Las imágenes así como los objetos de la capilla, deben su rescate de ser destruidos a la entonces Madre Superiora, Victoria Gilabert, al Médico, Antonio Pavía, y al entonces alcalde de Aspe, José Soria Pastor. Una de las condiciones que la Superiora puso para quedarse con todas las hermanas como enfermeras, de lo que se convirtió en un Hospital de Sangre, fue que respetasen la capilla, a lo que ellos aceptaron a medias, pidiéndole a la Madre Victoria que escondiese imágenes y objetos, y así poder utilizar el recinto para los heridos que iban llegando de el frente de guerra.
La Imagen de la Virgen de las Nieves, costeada por Santiago Caparrós Cantó y entronizada en la citada capilla el día 14 de agosto de 1916, con motivo de la inauguración del Asilo, fue la protagonista única de aquellas históricas fiestas.
Una Imagen de la Virgen del Socorro, titular de la Básica, según el relato de Antonio Bejerano, se encontraba en la Casa Abadía, Calle Genaro Candela Nº 9. Los llamados milicianos cuando acabaron de destruir imágenes y objetos de culto de la actual Basílica visitaban las casas particulares, de donde tenían noticias de que guardaban algún objeto religioso por supuesto como iban a pasa por alto la casa del Párroco entonces D. Filiberto Aguirre, a este sacerdote le pidieron que entregara las llaves de la iglesia y también que recogiera sus partencias y ellos mismos lo trasladaron a casa de un hermano que residía en Torrevieja. María Pérez Sánchez, vecina de D. Filiberto le ayudo a recoger sus cosas y ayudada por un grupo de jóvenes aprovechó para trasladar la Imagen de la Virgen del Socorro y la Custodia que todos los años bajo palio recorre las calles de nuestro pueblo, en la Procesión del Corpus Cristi. María se arriesgó muchísimo escondiendo en su casa la Imagen de la Virgen y la hermosa Custodia donada en el año 1790 por el Duque de Maqueda, una de las joyas de la Basílica. La Virgen del Socorro, que salvó María, sustituyó a la que habían destruido, que se encontraba en el retablo mayor como le correspondía, por ser la titular del templo hasta el año 1956 que se colocó una de las mismas dimensiones que la destruida. Desde hace unos años esta talla de la Virgen del Socorro que ha sido datada en el siglo XVII, la podemos ver en procesión los años impares en su festividad.
Una pequeña Imagen de la Virgen de la Salud, de apenas 40 centímetros se vio envuelta en toda una odisea, durante los años que duró la contienda de la Guerra Civil Española. Estuvo desaparecida por necesidad, claro está. De no haber sido así, hubiese corrido la misma suerte que el resto de las imágenes piadosas de la iglesia, ermitas, pasos de Semana Santa y hornacinas de las calles que fueron destruidas el 13 de agosto de 1936. Para iniciar los cultos a esta imagen no hubo que hacer de nuevo la hornacina, porque la casa donde estaba ubicada Calle Vicente Cervera nº 19, acababa de comprarla Trinidad Botella (La Gallana). Esta señora se dio cuenta de que la hornacina estaba tabicada. Solo hubo que romper el tabique y tratar de localizar la imagen.
¿Quién había escondido la pequeña imagen de la Virgen de la Salud? ¿Dónde había estado durante los años en los que no se supo su paradero?. Josefa Cerdán (La Capitana), me dio las respuestas basándose en lo que su madre Mará Espinosa Urios, le había contado en cuanto a los años que estuvo desaparecida. En un principio y por miedo que la destruyeran, una vecina llamada María (La Grivera) se adelantó a los Milicianos escondiéndola en el rollo de una estera en la misma entrada de su casa, pero había tanto miedo a las represalias que se la llevó su nuera, a la que se le conocía por (Antoñica la Cuatro Cuartos), esta señora se la llevo a su casa que estaba en las Cuevas de los Cipreses. Le confeccionó un trajecito de pastora y vestida como una muñeca de adorno, la colocó encima de una cómoda, pasó desapercibido durante mucho tiempo hasta el extremo de perderle la pista, los vecinos de la Calle más conocida por el (Caminico de Elche). (Antoñica) que la había tenido como una muñeca antigua. Bastante después de acabada la Guerra Civil, la entregó en el cuartel de la Guardia Civil, concretamente al que todo el pueblo conocía como (El Sargento Mandanga). Este la devolvió a los vecinos y la Virgen de la Salud volvió a su antigua Hornacina de la Calle Vicente Cervera.
María Hernández Martínez, era vecina de la actual calle Sacramento, esa calle era conocida por el (Hondico), acababa en una pequeña rinconada sin salida, la casa de María era la que cerraba la salida a lo que en la actualidad es Parque Doctor Calatayud. Era una casa enorme con cuadras y bodega, lo que quedó de ella al derribarla, para abrir la salida al parque, es el edificio que tiene en sus bajos la Cafetería (THE- (KINGS). numero 24. En esta casa guardaba María las imágenes que componen el paso de Semana Santa “La flagelación” era y es un grupo formado por Cristo atado a una columna y dos sicarios flagelándolo armado con látigos, en la espalda de Jesús las heridas producidas por los látigos. Las gentes de Aspe que siempre sacamos partido de todo, habían bautizado a los sicarios con los nombre de (Culo Colorao y Boca Ratonera).
María alertada de lo que estaban haciendo en la Iglesia, escondió la Imagen de Cristo, en los corrales donde estaban los animales y la leña que utilizaba para el fuego, lo colocó debajo de un porchado donde acumulaba garbones de sarmientos. La imagen envuelta en una manta permaneció, todo el tiempo que duró aquella locura, debajo de los sarmientos y la leña, elementos imprescindibles entonces en una casa. Una sobrina que vivía con ella María Galinsoga le dijo: “Tía y los dos Colaceros no los escondes” a lo que María contestó “son muy feos que los rompan y a lo mejor se olvidan del Señor”. Y así ocurrió.
Después que volvieron las Procesiones de Semana Santa esta señora encargó una réplica de los sicarios. Una fotografía de María Hernández Martínez, con su querida Imagen de Cristo Flagelado y atado a la columna, tomada en el interior de la Ermita de la Concepción, ilustra este trabajo. Hay otra versión sobre donde escondieron el Cristo del paso de la Flagelación y esta es muy parecida a la anterior, solamente cambia el lugar donde fue escondido por María Olivares, esta señora vivía muy cerca de la Ermita de la Concepción, desde donde partían las procesiones concretamente en el numero 33 de la calle que lleva el mismo nombre que la ermita, según Antonio Almodóvar. Los llamados milicianos fueron varias veces a por la Imagen y María siempre daba la misma versión: “se lo llevaron para la Procesión de Viernes Santo y no lo han devuelto si tanto interés tenéis en romperlo buscarlo vosotros”. ¿Quién lo escondió a quien se le debe que esa hermosa talla del siglo XIX no fuese destruida?, se le debe por lo que he podido escuchar en los dos relatos, a ellas María Hernández y María Olivares.
CONTINUARA…
FUENTE: EL CRONISTA