POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Llamo a la memoria bajo la sombra de las moreras de las escuelas de las eras, en este día de la primera decena de abril. Sus hojas verdes constituyeron el alimento básico de nuestros gusanos de seda. Rito hermoso concentrado en una caja de cartón que daba cobijo y alojo a huevos, larvas, capullos y mariposas. Bajo el régimen general de autónomos ejercitamos, sin apenas percatarnos, nuestro primer empleo, el gratificante y productivo oficio de la sericultura. Quehaceres, afanes, juegos saludables y competitivos, ya que se organizaba toda una pugna sana para ver quién cosechaba más capullos de seda.
Solicito que sean declaradas “Bien de Interés Protegible”, las hermosas y antiguas moreras de las escuelas de las eras que se nominó primero, en su origen, Grupo Escolar “14 de abril” y luego “Virgen de Barbaño”, que viven y habitan los territorios que están frente a las viviendas que fueron de los maestros. Siendo así preservadas ante una posible tala, amparada por el desatino de un inconsciente progreso. Porque somos, como afirma José Saramago, “la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizás no merezcamos existir”. Por ellas, por las moreras, tanto promocionó y trabajó el maestro que alumbró con sus enseñanzas a los alumnos de las escuelas de las eras, don Leopoldo de Hoyos González (Pesaguero 1881-Madrid 1950).