POR EL CRONISTA OFICIAL DE MURCIA JOSÉ MARÍA IBAÑEZ, SABEMOS QUE EL MUESO ATESORA UNA OBRA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO
Sin ella, su Inés Salzillo, el masetro Francisco Salzillo lo hubiera sido menos. Aunque solo fuera un poco menos.
Pues tal fue la destreza que atesoraba a la hora de dotar de color a las tallas que culminaba su hermano. Hasta el extremo de que algún experto, como Nacho Ruiz, concluyó en su día que «ella fue una de las responsables de ese prodigio de color que son las tallas diseñadas por su hermano Francisco, unas obras que, sin el despliegue de colores y dorados, de estofados y luces, serían mucho menos geniales».
Su nombre era Inés Salzillo, nacida en 1717 y madrina de boda de su afamado hermano en 1746. La joven se casó con el procurador Francisco García Comendador el 22 de diciembre de 1748 y falleció un 8 de enero de 1775. Concepción de la Peña y Cristóbal Belda, en la indispensable obra ‘Francisco Salzillo, artífice de su ventura’ consignaron que «siempre se consideró a Inés Salzillo como artista y modelo». ¿En qué imágenes se inmortalizó su efigie? ¿En la Santa Teresa o en la inimitable Dolorosa? Vaya usted a saber.
Era lógico. Tres hermanas solteras tenían su hogar en el taller del escultor y resulta lógico que ayudaran en la empresa familiar, incluso posando cuando fuera necesario.
Como publicó José Sánchez en su aporte ‘Vida y obra de Francisco Salzillo…’, la niña apenas tenía diez años cuando murió su padre, el también escultor Nicolás Salzillo.
«Se afirma que aprendió dibujo y colorido, acaso bajo la dirección del escultor [su hermano] y, pasado algún tiempo, pudo ayudar a éste estofando imágenes», añade Sánchez.
Baquero Almansa también aclaró en su obra ‘Los Profesores de las Bellas Artes Murcianos’ que Inés era requerida «cuando los detalles reclamaban su delicadeza femenina».
Ceán Bermúdez, por otra parte, en ‘Apuntes para el Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España’, recordó que los hermanos de Salzillo, José y Patricio, se encargaban de estofar y encarnar las estatuas, «cuya operación también desempeñaba con mucho acierto su hermana Doña Inés, que además de ésta y otras habilidades de su sexo, tenías las de dibujar y modelar con gusto e inteligencia».
Sánchez Moreno considera que la época durante la cual colaboró con su hermano abarca desde 1732, cuando contaba la joven 15 años de edad, hasta que se casó.
El mismo autor añade cómo «también se dice» que María Magdalena Salzillo, otra hermana del escultor, le ayudaba en el taller.
Inés padeció lo que otras muchas mujeres de su época. Tras su matrimonio abandonó el oficio. Por entonces ya se la podía considerar «como una de los más sobresalientes estofadores y doradores del periodo», según apuntó Pilar Muñoz en un artículo titulado ‘Mujeres españolas en las artes plásticas’.
El profesor Germán Ramallo añade que Inés, al salir del taller, transmitió a su sobrina María Fulgencia todos sus conocimientos, aunque igual siguió colaborando.
Eso mismo hizo tras casarse Juana Roldán, ‘La Roldana’, acaso la mujer más importante en la imaginería española del siglo XVIII. De Inés se perdió casi toda pista. otro talento femenico desperdiciado.
Su hermano Patricio, capellán del Ayuntamiento y de las Capuchinas, nombraría años más tarde como albaceas y herederos a los hijos de Inés: Francisco y María Josefa García Comendador.
Investigaciones erróneas
Si de Inés apenas nos queda el recuerdo, aún menos memoria se guarda de otra gran murciana, hija también de un reconocido autor. Se trata de Magdalena Gilarte.
¿Quién era aquella enigmática pintora? Poco se sabe de ella, como de tantas otras mujeres que la historia silenció. Además, algunas de las investigaciones tampoco han sido demasiado precisas.
Eso sucedió con la obra de Antonio Palomino, el gran biógrafo del barroco español, ‘El museo pictórico y escala óptica’, donde mantenía que Magdalena Gilarte era hija de Mateo Gilarte, «que parece le heredó a su padre la habilidad y el ingenio».
Los Gilarte procedían de Orihuela (Aliante), aunque no resulta tan claro que Mateo fuera oriolano. Es la teoría que expuso José Carlos Agüera Ros en su artículo ‘La Virgen del Rosario en orla floral de los pintores Gilarte…’.
En ella sostiene que Mateo nació hacia 1629 en Murcia, tras instalarse en la ciudad su padre, Francisco Gilarte ‘El Viejo’. De hecho, la partida de nacimiento del autor no se encontró junto a las de sus hermanos, todas realizadas en Orihuela. Con Mateo colaboró su hermano Francisco, apodado ‘el Mozo’.
Candel Crespo, el cronista oficial de la Diócesis destacó en su día que los descendientes de Mateo, ya en el siglo XVIII, advirtieron de que él había sido bautizado en la parroquia murciana de San Andrés. Sin embargo, la pérdida de casi todo el archivo parroquial durante la Guerra Civil impidió que fuera demostrado este detalle.
Otros errores de bulto, según Agüera Ros, han perseguido a esta familia.
Por ejemplo, Palomino aseguró que Magdalena era hija de Mateo, cuando en realidad lo era de su hermano Francisco ‘el Mozo’, quien habría nacido en torno al año 1625.
La Catedral de Murcia atesora la partida de nacimiento de Magdalena Marta Gilarte, allí bautizada el 6 de agosto de 1649. Era hija, según la anotación, de Francisco Gilarte y Fulgencia Granados.
La escueta descripción de Palomino fue copiada, entre otros, por Ceán Bermúdez en su ‘Diccionario histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España’. La confusión sobre quién era su padre se extiende a otros aspectos de la vida de la artista. Aún está por determinar qué obras realizó.
Un lienzo del Rosario
Por el cronista de la ciudad José María Ibáñez sabemos que el antiguo Museo Provincial atesoraba un lienzo de la Virgen del Rosario, «ornada de profusa guirnalda de flores, procedente del oratorio de aquella casa palacio», según publicaba el diario ‘La Verdad’ un 24 de agosto de 1926.
El cronista se refería a la mansión que levantó en el barrio de Santa Eulalia, en la calle de la Rambla del Cuerno, Gregorio Saavedra, sobrino del autor de las ‘Empresas Políticas’. Ibáñez explica que el cuadro «lo pintó (tradicionalmente se refiere) Magdalena Gilarte (1681 a 82); cuya obra, harto inferior a la de su padre, era trasunto de la que el gran pintor ‘mariano’ pintó para el bocaporte del camarín, en la capilla de aquella advocación, contigua a la iglesia conventual de Santo Domingo».
Otra referencia menos conocida, si es que acaso se conocen las demás, la encontramos en la obra ‘Women Artists. In all ages and countries’, editada en Londres en 1859 por Elizabeth Fries Ellet. La autora se limita a corroborar, como Ceán, que Magdalena continuó el estilo de su padre con espíritu y habilidad. Sea como fuere, tanto Magdalena como Inés merecen pasar a la historia de Murcia y qeu sus nombres, estofados o en óleo, formen parte de nuestra espléndida historia.
Antonio Botías
Fuente: http://www.laverdad.es/murcia/ciudad-murcia/mujeres-hicieron-salzillo-20180513015130-ntvo.html