POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES
Las peleas o riñas de gallos, como también se conocen, es una lucha entre dos gallos de una raza llamada “Aves Finas de Combate”, organizada para deleite humano con un componente económico importante, sobre todo, en algunos países iberoamericanos.
Las peleas de gallos proceden de China, la India y del Imperio Romano que las introdujo en Europa. Los “descubridores” españoles las trasladaron a América.
En España actualmente sólo son legales en Canarias y Andalucía como consecuencia de la gran tradición que tienen, el que se celebran desde hace más de cinco siglos y al tener un gran número de adeptos. También se realizan en la región francesa de Calais, en toda Iberoamérica y en países asiáticos como Filipinas.
Para unos, es la mejor forma de seleccionar al mejor ejemplar con fines reproductivos; para otros, un deporte o una afición, llamándolo “deporte de caballeros” y para los detractores es un caso más de dura crueldad animal de los múltiples que se producen en España en las fiestas tradicionales de muchas localidades y que sólo se sustentan en las apuestas.
Los gallos comienzan a pelear a los 18 meses de vida en la arena, ruedo, palenque, etc. ganando el que deja inhabilitado a su oponente. En algunas zonas a los gallos se les colocan espolones artificiales de carey, hueso, acero, etc., para que hieran más fácilmente y sean las peleas más rápidas y sanguinarias.
Esta actividad fue muy popular en Cáceres en los siglos XIX y hasta los años 70 del siglo XX. Una de las instalaciones dedicada a las peleas de gallos estuvo ubicada en la calle de “Reñidero de Gallos”, que aún hoy conserva su nombre, en la popular barriada de Aguas Vivas.
También se celebraron peleas de gallos, los domingos por la mañana, en el antiguo cocherón que estaba situado en la esquina de Alfonso IX con la calle Comandante Sánchez Herrero, en cuyo solar se alza hoy la Delegación de Hacienda.
Otro lugar donde se realizaron dichas peleas era en el torreón del Convento de San Pedro, que aún hoy existe, que hace esquina con la calle de San Pedro y la calle de Felipe Uribarri, por donde se accedía a dicho torreón.
A dichas peleas asistían toda la representación social cacereña de las distintas épocas: obreros, empresarios, funcionarios, etc. llegándose a apostar ingentes cantidades de dinero.
Había muchos criadores de gallos de pelea en Cáceres y se celebraban dichas riñas de gallos en muchas localidades extremeñas.