POR ANTONIO ILLANES VELASCO, CRONISTA OFICIAL DE PUENTE GENIL (CÓRDOBA)
Entre la colección de ornamentos sagrados que guarda la Ermita de la Veracruz, retablos, esculturas y demás enseres necesarios para el Culto, hay tres pinturas excepcionales que voy a describir en este artículo. Antes de la reforma se quitaron muchos cuadros sin mérito alguno, distribuidos por todo el recinto, eran cromolitografías antiguas, en altaritos y jarroncitos, con flores de plástico, que eran muestras de una religiosidad popular, testimonio de otras épocas. Entre ellas si se conserva un grabado, que representa a San Nicolás de Bari, de gran devoción todos los lunes, antes más que actualmente, hasta el punto de ser conocida la Ermita, como Iglesia de San Nicolás, de esta forma llegó a aparecer en un folleto turístico, que no fue supervisado por el personal, que trabajaba por aquél entonces en la Oficina de Turismo.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, las pinturas existentes en la Ermita. Primeramente hay que mencionar el famoso cuadro y muy interesante por cierto, que representa a la procesión de disciplinantes, en torno a 1590, la escena principal representa a un crucificado central, con diadema de rayos dorada, resabios del gótico. La pintura en cuestión es un documento excepcional, existe una copia, realizada por José Pérez de Siles, que perteneció a su hermano Agustín el historiador y que se halla en el Cuartel de las Negaciones, en la subida de la escalera, en la conocida calle Santos. Dado que la pintura, se encontraba muy oscurecida, por el paso del tiempo y los barnices oxidados, además de algunos rotos. Conscientes los miembros de la Asociación de amigos de Puente Genil, que edita la Revista el Pontón, todos mananteros y que era un documento excepcional gráfico y que podía perderse, acometieron en el año 1.993, por un restaurador profesional, de nuestro pueblo José Manuel Cosano Cejas, la restauración de dicha pintura, para disfrute y contemplación de las generaciones venideras.
La segunda pintura en cuestión, se encuentra a la izquierda del altar Mayor, antes estuvo en el lado derecho conforme se entra y representa a la Virgen del Rosario, yo me inclino a pensar que sea de la Escuela Sevillana del siglo XIX, puede tratarse de una pintura de Esquivel, del citado siglo. Se encuentra en un buen estado de conservación, solo le falta una limpieza, púes las continuas velas, con el consiguiente humo la han oscurecido. Según me conto en una ocasión D. José María Campos, que le pregunte por estas pinturas, me comento que siempre las había conocido aquí, por lo tanto se salvaron de la quema del 1936, al igual que algunas esculturas, como el San Simeón que esta ahora en Jesús Nazareno y la del Resucitado. También me comento que la Virgen del Rosario tenía un gran marco, que le quitaron, seguramente tomo las de Villadiego, le pusieron uno hecho de recortes, sin valor alguno, que yo conocí, que se le quito para ponerle uno nuevo de estilo barroco y que fue costeado por la Corporación el Martirio de los Siete Hermanos Macabeos, con motivo de la restauración de la Ermita. En su tiempo de haber sido una pintura mediocre, no le hubieran puesto, de primera vez un marco ostentoso.
La última pintura a la que me voy a referir es la que representa a San Francisco Solano predicando a los indios, de gran devoción en otro tiempo por su cercanía a Montilla. Parece obra del último tercio del siglo XVIII, yo la conocí colocada sobre la puerta de entrada a la sacristía, después de la reforma se puso a la entrada del templo a la derecha, sobre un testero grande, al ser un cuadro de grandes dimensiones. El asunto desarrollado parece estar tomado de un grabado antiguo, al menos la postura del Santo señalando el crucifijo y el indio con pluma que aparece a la derecha, en primer término. Sirvan estas líneas para conocer un poco mejor nuestro Patrimonio mueble, en este caso propiedad de la Iglesia.