POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Pasé dos noches asombrosas, con el biólogo Javier Xue Xue, contemplando polillas a la sombra del Remelendi, con el reclamo de lámparas de vapor de mercurio y la ayuda de las ventanas del Hostal Tarna.
-¡Cierra la puerta que entran las polillas! –me dice Marta, hija de Amalia.
Son lepidópteros de actividad nocturna, no siempre dañinos, de tonos apagados y terrosos y muchas veces con dibujos más elegantes que sus hermanas diurnas.
-Si llegara la esfinge de calavera –me dice Javier-, habría que tirar de sortilegio, es de mal augurio, pero la mayor parte traen suerte y dinero.
De hecho, en la raya de Tarna no hay paro y disfruté de buena calidad de vida el fin de semana, respirando mariposas pardas, o sea, polvo de estrellas.