POR LA REAL ACADEMIA MATRITENSE DE HERÁLDICA Y GENEALOGÍA.
En palabras del genealogista José Luis Sampedro, «llevó a buen puerto la nave de la Monarquía más brillante y estable del planeta»
Inimitable e irrepetible, la Reina Isabel II es un emblema para el mundo que sigue totalmente presente en el segundo aniversario de su muerte.
Su familia vive entre el recuerdo y el vacío mientras trata de sobreponerse a su ausencia y a sus propios problemas graves de salud.
José Luis Sampedro Escolar, Numerario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía explica que la muerte de la Reina Isabel II supuso el fin de una era. «El fallecimiento de quien, desde 2007, era la soberana más longeva en la historia británica supone, sin duda, el fin de una época en la Historia de Occidente».
Sampedro realiza una semblanza certera donde destaca su valor como persona. «Con grandes dosis de resignación y templanza, la que fue bautizada en 1926 como Elizabeth Alexandra Mary, tres nombres de Reina para quien nacía muy apartada de las previsiones sucesorias de los Windsor, llevó a buen puerto la nave de la Monarquía más brillante y estable del planeta sorteando las tormentas de la Guerra fría, las actividades terroristas de los norirlandeses y las campañas separatistas de Escocia, los postulados republicanos de Canadá y Australia, los vientos revolucionarios de 1968, la Guerra de las Malvinas, los escándalos protagonizados por su hijo mayor y Diana Spencer y los graves problemas derivados de las actuaciones del Príncipe Andrés o de sus nietos Harry y Megham, los duques de Sussex, por citar sólo los ejemplos más llamativos».
Dudas razonables
Dos años después de su muerte, hay muchas preguntas en el aire. ¿Será capaz su hijo y heredero de afrontar con el mismo éxito los retos que le planteará el futuro?, se pregunta Sampedro. Si la enfermedad no lo impide, todo apunta a que sí.
Vale la pena recordar que «Su Graciosa Majestad Británica Isabel II, tataranieta de la reina Victoria I, era pariente de las dinastías de Prusia, Noruega, Suecia, Grecia, Rusia, Rumanía, Servia y, por su matrimonio con el Duque de Edimburgo, estrechaba lazos con las casas soberanas de Dinamarca, Grecia y España. Con Don Juan Carlos y Doña Sofía la unían diferentes ramas del complicado árbol genealógico de la Realeza. Pero hay que destacar que la soberana británica era descendiente también de importantes personajes de la Historia de España, como el Cid o Fernando III el Santo», destaca José Luis
Tras la II Guerra mundial
«El Imperio Británico consiguió sobreponerse al cataclismo que supuso la II Guerra Mundial en lo económico mediante una hábil gestión de la descolonización creando la Commonwealth, artificiosa estructura de demostrada eficacia durante muchos años a cuya cabeza estuvo esta mujer, majestuosa y discreta a la par, que no ha conseguido parar el reloj de la Historia y de los cambios sociales que comportan un acelerado cambio de mentalidades ni en su propia familia. La difunta Reina no podía imaginar cuando prohibió a su hermana Margarita contraer matrimonio con un divorciado que todos sus hijos, incluyendo a su Heredero, se divorciarían y, en algunos casos, contraerían segundas nupcias viviendo aún su anterior cónyuge», opina Sampedro.
Su ejemplo sigue vivo y su legado intacto. La figura de Isabel II sobrevivió a su propio reinado y a su propio reino. Un reino que aguantó lo inaguantable. Una monarquía que tembló por culpa de una familia que se resquebrajó bajo la poderosa mirada sabia de la soberana, que nunca pestañeó.