POR BIZÉN D`O RIO MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE LA COMARCA DE LA HOYA (HUESCA).
Tras la conquista de la ciudad en el año 1096, los cristianos liberados del Islam, daban desde la iglesia de San Pedro el Viejo rienda suelta a sus ritos y celebraciones exponiéndolos públicamente. Sabemos por otra parte con certeza, que desde el siglo XIII en Huesca existió una cofradía de penitentes bajo la advocación de La Preciosísima Sangre de Cristo, que tuvo su sede religiosa en el convento de San Francisco, y que bajo el influjo de los franciscanos se fue institucionalizando tanto la cofradía como las procesiones de penitentes durante todo el siglo XIV, son unas fechas en las que se ven largas filas de penitentes con túnicas que se azotan mientras celebran el Vía Crucis; Esta cofradía que desde fines el siglo XII, regulaba las reuniones de sus miembros, celebraciones, comidas, ritos y entierro de sus asociados, parece que contó muy tempranamente con la ayuda religiosa y desde el siglo XIII los franciscanos apoyan esta cofradía y el movimiento disciplinante que conlleva, que tendrá desde este siglo gran importancia. Por otra parte, no solamente se celebraron como actos litúrgicos durante la Semana Santa: la Misa, los Oficios Divinos, Maitines o Tinieblas, adoración de la Eucaristía reservada en Monumentos y veneración a la Cruz. Se tiene constancia de que durante los siglos XIII y XIV vive Huesca unas lecturas de la Pasión según San Mateo, que son efectuadas en el pórtico de la iglesia de San Pedro el Viejo, estas lecturas seguidas del fervor popular, desembocan en el siglo XVI en unas sencillas demostraciones del drama sacro de la Redención, en un teatro religioso en el que toma especial importancia la representación de “la Pasión”, acto que parece ser era representado entre el atrio del templo y el cementerio, espacio que hoy se conoce como plaza. Pronto aparecerán Constituciones Sinodales, tanto antes, como después de Trento, que muestran posiciones contrapuestas acerca de estas representaciones, incluso se puede leer en unas de 1566:
“Ha crecido tanto la malicia humana, que aún las cosas santas y buenas se profanan y convierten en malas; y así las representaciones, que antiguamente se introdujeron para devoción, se han vuelto en abuso e irreverentes”.
Ante la rigidez de la iglesia, decayeron en algunos lugares los ánimos y desaparecieron las representaciones de estos auto-sacramentales, para convertirse simplemente en largas homilías, no siempre comprendidas por los fieles .
Ya en el siglo XIX, un cronista especial, Mariano Martinez desde las páginas de “El Diario de Huesca”, nos habla de la celebración dentro de la iglesia de San Pedro, el día de viernes Santo de 1886, por parte de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, de una representación en el presbiterio del templo, a la luz de unas pocas velas que daban un ambiente aterrador, de todos los crudos momentos de la Pasión de Jesús. Las reglas de esta orden secular, habían sido reformadas por el Papa León XIII en su Constitución Apostólica “Misericors Dei Filius” el 30 de mayo de 1883 y sus miembros vivían de esta especial manera y con unas penitencias durísimas la Semana Santa. En la puerta del templo se quedaban dos hermanos de la Orden e impedían el acceso a las mujeres y niños, solamente accedían al interior, los hermanos y algún que otro acompañante, hombre que estaba en “seminario” para ingreso en la citada orden, o bien alguno al que se deseaba invitar a pertenecer. La visión de este hombre, que siendo niño logró colarse al interior y desde un rincón en medio de la oscuridad presenciar toda la representación, adquiere un valor testimonial importante, ya que relata la representación de todos los misterios teniendo como actor principal un penitente anónimo, que con la faz cubierta, va recibiendo los duros castigos y tormentos.
Paralelamente, nos encontramos que “La Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo” se representa como algo tradicional en el Teatro de la ciudad, no sabemos según que libreto, si bien algunos datos no confirmados nos remiten a algunas citas de Novella, esta representación se concertaba con debida antelación con una compañía de teatro que contara con la calidad y respeto suficiente como para escenificar con dignidad el mas sagrado de los misterios. Poco a poco, esta contratación se dejó en manos y buen criterio de la dirección del Coliseo oscense, que sabía se jugaba con el éxito o fracaso de ella, la asistencia del público el resto del año.
Año tras año, parece ser que la Orden Tercera, La Santa Escuela de Cristo y la Cofradía de la Vera Cruz, trataron de dignificar la Semana Santa oscense y desde el Obispado se trataba de eliminar esta representación teatral, aludiendo a las demás celebraciones religiosas como suficientes, lo que es logrado por el Vicario Capitular que aprovechando la actuación de un Gobernador Civil interino, obtiene el día 21 de marzo de 1888 la prohibición de la representación, alegando las condiciones deficientes del Teatro Principal, una excusa que soliviantaría los ánimos, más si cabe, cuando el día 4 de marzo y tras la remodelación del teatro llevada a cabo por la Diputación, el mismo Sr. Gobernador, había firmado y autorizado su apertura elogiando las obras realizadas. La prensa arremetió contra la primera autoridad y desde sus páginas invitaba a los oscenses a que entre nueve y diez asistieran a la Iglesia Catedral, que “allí prodrán ver al compadre de espiritistas, libre-pensadores y masones en las últimas elecciones de mayo, y al místico, recto y cristiano gobernador interino, solazarse con los elocuentes toques de una oración sagrada”. Ante un problema que hace correr ríos de tinta en la prensa nacional, el Sr. Gobernador contesta escudándose en un Real Decreto de 30 de abril de 1856 que prohíbe esta clase de espectáculos, manda que se tomen las precauciones militares con acuartelamiento general de la tropa. La permanencia de estas representaciones en el Altoaragón, estará marcada por la recuperación y puesta en escena de “Las Estampas de la Vida de Jesús” que el Orfeón Oscense, que se efectúa en 1929 y que año tras año pone en escena llegadas las fechas de la Cuaresma. Está tradición con toda su labor escénica, será continuada desde los años cincuenta por el cuadro escénico de los Antiguos Alumnos Salesianos, quienes representarán durante la Semana Santa “La Pasión”, una obra que consta de tres actos divididos en 28 cuadros, que se inicia con el Evangelio de San Juan ”Al principio, era el Verbo” y que narra la Vida , Muerte y Resurrección de Jesús.
FUENTE: D’R. C.H.H. 1999