POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Las romerías marianas son parte de la cultura y creencias comunes de españoles y otros países. La convivencia y hermandad más pura. Han sido durante siglos –sin lugar a dudas–, lo son y posiblemente lo sigan siendo, el principal punto de encuentro para los extremeños y otros pueblos españoles a nivel religioso; pero también social, cultural, folclórico y comercial; en definitiva, humano.
Tenemos diferentes “hablas” (cada vez más uniformes), pero a todos los pueblos nos unen vivencias, historia y tradiciones similares. Incluso en momentos difíciles.
María fue una mujer sencilla y humilde, que nunca aprobaría el culto a su persona, tal como se fomenta actualmente desde muchos sectores. En las tradicionales romerías marianas, muchos elevan sus plegarias a María como sí rezaran a Dios. Pero Jesús enseñó algo muy diferente: si hubiese querido que los hombres hicieran sus plegarias a su Santa Madre, seguro que lo habría dicho.
Sin embargo, se pronunció con palabras muy claras que pueden leerse en la Biblia: «Después de decir esto, una mujer entre la muchedumbre, le dijo: dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron». Pero él dijo: Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la cumplen». Jesús se expresó aquí con gran claridad, por lo que de su enseñanza no puede deducirse una adoración de María tal y como algunos profesan, cuando la Iglesia lo matiza bien claro.
Por otro lado, las romerías se remontan a la más remota antigüedad. Los judíos se reunían o iban en peregrinación al lugar en que se hallaba el Tabernáculo. Desde el tercer siglo de nuestra era, los cristianos participaron en romerías para visitar los sepulcros de los mártires. La Tierra Santa fue por mucho tiempo el objeto piadoso de estos viajes los cuales sin duda se originaron durante las Cruzadas. Roma, Nuestra Señora de Loreto y Santiago fueron los santuarios principalmente visitados por los romeros (nombre que recibían aquellos peregrinos que viajaban hacia Roma), peregrinos o devotos, los cuales dejaron en ellos testimonios auténticos de su piedad.
Como comienzan a surgir confusiones entre las citadas Adoraciones y Veneraciones, en el II Concilio de Nicea (año 787), propiciado por la emperatriz Irene de Bizancio, se aclara que a Dios se le ADORA, pero a los santos y María se les VENERA.
A partir de la Edad Media, con la aparición de numerosas imágenes marianas escondidas por los cristianos tras la invasión musulmana, las “Romerías” se generalizan. Pero con el tiempo se utilizó dicho vocablo para cualquier viaje o peregrinación con destino a un lugar sagrado como un templo, ermita o santuario sin tener en cuanta dónde estuviera localizado.
Al tratarse de un recorrido que solía durar varias jornadas, en algunos lugares ese trayecto tomó un carácter algo más distendido y menos religioso, incorporándole en las diferentes etapas que se realizaban el ambiente festivo que hoy en día conocemos (caso del “Rocío”).
El Concilio de Trento, frente a las teorías protestantes, estimula el culto a los santos y llevará al nacimiento de gran número de santuarios de ámbito local, en los que será posible satisfacer necesidades espirituales muy semejantes a las de las grandes peregrinaciones con menor esfuerzo y con una estabilidad y proximidad devocional que aquéllas no permitían.
Era una tendencia nacida en la Baja Edad Media que el concilio no hace más que estimular. Se buscan y aceptan ahora santos más próximos, que permitan una relación continuada, convirtiendo pronto el antiguo espíritu de las grandes peregrinaciones en romerías de corto recorrido de carácter cíclico anual, sobre todo en primavera, tras la Pascua (aunque las hay fuera de estas fechas).
Con el Barroco (siglos XVII y XVIII) se acrecentó esa costumbre y devoción, añadiéndole más alegría, belleza y manifestación popular.
Hoy en día estamos acostumbrados a ver imágenes correspondientes a una romería que consiste en una gran afluencia de personas que se dirigen a una ermita o santuario para venerar a alguna Virgen o Santo. Muchas son las que se realizan en las que predomina el ambiente festivo y donde se come, bebe, canta y baila mientras se realiza tal peregrinación, en las que se mezcla lo divino y lo profano.
Son días de celebraciones religiosas, en todas se incluye eucaristías y procesiones; pero también son jornadas festivas, la música y la comida campestre se comparte entre familiares y amigos con el objetivo de pasar un día en el campo disfrutando del buen tiempo (si éste lo permite…)..
Centrándonos en nuestra Comunidad, con la llegada de la primavera, y en especial tras la celebración de la Pascua, llegan las romerías a las distintas localidades de Extremadura.
De las centenares existentes no debemos olvidar a Nuestra Señora de Altagracia (Garrovillas de Alconétar y Siruela), Angustias (Casatejada), Argeme (Coria), Bótoa (Badajoz), de la Granada (Llerena), Virgen de Guadalupe, Virgen de la Luz (Malpartida de Plasencia y Arroyo de la Luz), Nuestra Señora de la Montaña (Cáceres), la Virgen de Piedraescrita (Campanario y La Serena), Virgen del Puerto (Plasencia), Virgen de los Remedios (Valencia de Alcántara), Salobrar (Jaraíz de la Vera), Virgen de Tentudía (Calera de León y comarca de su entorno), Virgen de Valdefuentes (Montehermoso) y un largo etcétera (imposible mencionarlas todas…). En unos casos lo festejaron el domingo o lunes pasado, en otros este día 15 (como la de mi pueblo), mientras algunos lo harán en fechas venideras.
Algunas han desaparecido –como la antigua romería de la Virgen de la Mata, que aglutinaba a los vecinos de su Campana, hasta que ésta desaparece y se desarrollan sus respectivos pueblos–, pero la mayoría se mantienen, han incrementado su celebración e incluso han surgido algunas nuevas.