LAS SEXTAFERIAS EN ASTURIAS
Ene 19 2022

POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS).

Una tradicional sextaferia rural en Asturias.

Es esta una muy asturiana institución que bajo la denominación de sextaferia, ´sestaferia´, ´satisferia´, ´sustiferia´, ´estaferia´ y -en nuestro concejo de Parres- también con la variante ´sastiferia´, ha estado muy presente en la vida rural de nuestra comunidad.

Mantener en buenas condiciones todo lo público tocante a los pueblos era una obligación para los vecinos, que la veían y sentían como propia y a la que contribuían con su colaboración unánime.

Solían celebrarse sextaferias los fines de semana, pues no olvidemos que sexta feria hace alusión precisamente a los viernes, por ser este el sexto día de la semana, ya que el primero era el domingo.

En el Reglamento de Sextaferias de 1839 se mencionan estas como las “reuniones periódicas y vecinales de costumbre inmemorial y nunca interrumpida para reparar los caminos públicos, conservarlos en buen estado y construir de nuevo los que la conveniencia pública reclame”.

En 1891 en el “Vocabulario de las palabras y frases ´bables´ que se hablaron antiguamente” se definía la sextaferia como “el trabajo colectivo de un vecindario para componer las vías públicas, que se verificaba el viernes de cada semana”.

En Galicia aparece la voz estaferia o estafeyra, como se puede constatar en varios documentos compostelanos de finales de los s. XIV y XV, y Ferrería afirma que en Colunga y Cabranes se emplea sustiferia (de sostener) y satisferia (de satisfacer).

Bien es cierto que el nombre de sextaferia perduró en el tiempo, pero fue irrelevante su etimología a la hora de poner en práctica lo del sexto día de la semana, ya que se podía hacer cualquier otro día o varios consecutivos, a conveniencia.

Solía regularse que de cada familia o casa acudiese uno de sus miembros al trabajo colectivo previsto, y se consideraba obligatorio el hacerlo, incluyéndose la posibilidad de sancionar a quienes no contribuyesen a este esfuerzo comunitario.

Ya -el gran Jovellanos- en su Informe sobre la Ley Agraria, en 1795, defendía la utilidad de la sextaferia por la mayor necesidad de caminos de uso común, fuesen éstos a la escuela, a la iglesia, al mercado, al monte, a la fuente, al río…, donde la población rural estaba muy dispersa.

En Asturias eran especialmente necesarias las sextaferias por el endémico mal estado de las comunicaciones del país y la precisión de atender a su conservación en un terreno naturalmente áspero y montañoso.

Su interés público se apoyaba en la aquiescencia unánime de los pueblos, la costumbre inmemorial, los acuerdos de la Junta General del Principado y las Reales Provisiones del Consejo de Castilla.

Como en toda actividad humana no dejaba de haber abusos en la regulación y -especialmente- en la práctica de las sextaferias.

Observemos las anotaciones de Jovellanos sobre el tema: “Primero, que no concurren en manera alguna a estas obras los propietarios no residentes en las feligresías, ni los eclesiásticos residentes cuando la razón y la justicia exigen que concurran unos y otros como los demás por medio de sus criados, porque al fin se trata del común interés; segundo, que si el labrador tiene carro, concurra a los trabajos con él y como esto haga una diferencia de doscientos por ciento, porque si el jornal de un bracero se regula en tres y medio reales, el de un carretero vale once, resulta una desigualdad enorme en la contribución; tercero, que citándose los vecinos de un gran distrito a un punto solo, que suele distar dos leguas de la residencia de algunos, es todavía más enorme la desigualdad indicada, pues el que no tiene carro necesita por lo menos andar de noche para amanecer en el punto de trabajo, y otras tantas para volver a su casa, lo que equivale bien a dos días de contribución; cuarto, y en fin que por éste medio se ha pretendido construir, ya los caminos de privada y personal utilidad, esto es, los que dirigen a caseríos o heredades particulares, ya los de utilidad general de las provincias, llegando alguna vez al abuso de forzar a los aldeanos a trabajar en los caminos públicos y generales, con ofensa de la razón y aun de la humanidad”.

No sólo se convocaba a los vecinos para mantener expeditas las vías de comunicación, cuidar la conservación de fuentes, puentes y otros, como es el caso de los argayos -tan abundantes en nuestra tierra-, sino para adecentar el lugar donde celebraban sus tradicionales eventos festivos, profanos, rituales, o religiosos.

En unos concejos se reunían a toque de campana o previo aviso nominal casa por casa, incluso en alguno de ellos se disparaban un par de cohetes o voladores para recordar el inminente inicio de la sextaferia. Cada uno aportaba sus herramientas y estaban exentos los ancianos, las viudas y aquellas mujeres que llevasen la casa, aunque podían enviar a un sustituto. Los menores de catorce años no podían acudir representando a su familia.

Las Ordenanzas Generales del Principado de Asturias de 1781 detallaban que las sextaferias debían comenzar en el mes de marzo y concluir a principios de noviembre, sancionando al que no concurriere; a excepción de los clérigos, nadie estaba exento de concurrir por sí o por un sustituto “aunque sea de la más alta jerarquía o goce de los privilegios más amplios y aun específicos al caso”.

Aún sigue vigente en algunas localidades del Principado esta institución tradicional comunitaria y -en nuestro concejo- suelen ser frecuentes en algunos núcleos rurales.

—— Francisco José Rozada Martínez, 18 de enero de 2022 ——

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