POR ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA.
Hace escasas fechas, he puesto en librerías y a consideración de crítica y lectores un libro sobre “Enterramientos artísticos de Guadalajara” en el que pongo señal -escrita y gráfica- de los más curiosos o discretos módulos que algunos alcarreños y alcarreñas de siglos pasados escogieron para descansar bajo la tierra. Hoy recuerdo el mausoleo que los Eraso de Humanes y Mohernando dejaron brillantemente tallado en su iglesia campiñera.
La lectura de una obra de arte conlleva varios niveles de análisis. Ya se sabe, el clásico sistema de Panofsky, la secuencia formal-iconográfico-iconológica, en la que el espectador recibe la información a través de tres lecturas sucesivas: la forma, el mensaje y el significado.
En esta ocasión nos enfrentamos a una obra escultórica, un tratamiento armónico de la materia espesa, concretamente el mármol, para definir lo mejor que le es posible al artista un personaje o personajes, una actitud, y un sentido que transmita proyección social a la par que belleza.
De esta manera, y tras llegar a la pequeña población de Mohernando, en la vega del Henares, en un altozano, y arribar a su plaza, alcanzamos el espacio que contiene la obra. Está situada en el presbiterio antiguo del templo parroquial de Mohernando, hoy separado de la nave usada por un muro completo, y en el seno de ese espacio vacío, sobre las gradas del primitivo altar, en el lado del evangelio, vemos el grupo escultórico de los señores de Humanes y Mohernando, compuesto por don Francisco de Eraso, su esposa doña Mariana de Peralta, y San Francisco protegiendo a ambos. La calidad artística de este monumento es de suma importancia, y hoy podemos verle de nuevo entero, tras haber sufrido múltiples daños y avatares a lo largo de los siglos.
El enterramiento de Eraso
En la lectura formal, encontramos un túmulo rectangular, sobre el que apoya el conjunto escultórico, y sobre él, por remate, un frontón que incluye las armas del linaje. Al frente del túmulo se puso una lápida con frases latinas que dicen así: «D.O.M.S. FRAN ERASO, VIRO CLA CVIVS OPERA FIDES ET INDVSTRIA MAXIMIS REIP TEMPORIBVS CAROLO V IMP AVG PIO FELICI INVICTO ET PHILIPPO CAR F HISPA REGI CATHOLICO MAX MAGNO VSVI FVERE COMMEDATORI MORATALACII OMNIBVS ORNAMENTIS HNORIS ET DIGNITATIS DECORATO MARIANA PERALTA VXOR MARITO B.M. POSVIT ANNOS LXIII OBIIT VI CAL OCTOB ANNO D.N.I.M.D.LXX.», y que podrían ser traducidas e interpretadas como “Al Dios Optimo y Maximo, Salve: Mariana de Peralta, esposa de Francisco de Eraso, erigió este monumento en memoria de su marido. Fue este varón esclarecido; sus obras, su fidelidad y su consejo y su diligencia prestaron señalados servicios a su patria, en momentos graves, bajo los reinados de Carlos V, Emperador augusto, piadoso, feliz e invicto, y de su hijo Felipe, el rey mas católico de España. Fue Comendador de Moratalaz y disfrutó de todas las preeminencias de honor y dignidad. Vivió sesenta y tres años y murió el 6 de octubre del año del Señor de 1570”.
Es casi seguro que este grupo se debe a la mano del escultor Juan Bautista Monegro, uno de los máximos exponentes del arte majestuoso del imperio filipino, y con quien Eraso y su esposa tuvieron relación personal. Debió ser realizada esta maravilla entre 1570 y 1578, justo después de la muerte de don Francisco, y con doña Mariana aún viva. Él aparece en su madurez, con barba fina, revestido de armadura y cubierto por el manto calatravo. Ella va ataviada con tocas de viuda, y aparece recogida y orante. Divergen sus miradas, pues la del caballero va a su derecha, y la de la dama a su izquierda. El santo protege con sus brazos a ambos.
Este grupo escultórico, que es pieza señera del clasicismo manierista en España, lo estudió muy en detalle Ricardo de Orueta en su libro “La escultura funeraria en España” dedicado a las provincias de Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara. Ahí puede el lector encontrar materia, entre divina y humana, en torno a la visión de esta obra. De momento, yo recomiendo que se vaya a Mohernando, que se entre en su iglesia, y que se contemple este conjunto, porque es de lo mejor que tenemos en la provincia.
Quien fue Francisco de Eraso
Para tener una visión clara de una obra de arte, conviene saber algo de la personalidad del sujeto interpretado por mano del artista. Así, hay que saber ahora que Francisco de Eraso tuvo gran importancia en la vida política nacional durante la segunda mitad del siglo XVI. Nacido en 1507, en Madrid, pero originario del lugar navarro de Eraso, alcanzó el señorío de toda la Encomienda santiaguista de Mohernando. Era caballero de la Orden de Calatrava, comendador de Moratalaz, y secretario del Consejo y Real Hacienda de Felipe II en 1556. Anteriormente había estado al servicio del emperador Carlos, de quien fue Notario Mayor, autorizando como tal las renuncias que éste hizo en favor de su hijo, de sus estados de Castilla, Flandes, Indias y los maestrazgos de las Órdenes Militares. Más de una década estuvo al servicio del Rey Felipe, muriendo en 1570.
Fue su esposa doña Mariana de Peralta, hija de D. Pedro del Canto y de doña Mariana de Peralta, quien mandó construir y ejecutar el enterramiento de su marido y suyo, consistente en una talla escultórica en la que aparecieran sus figuras amparadas por San Francisco de Asís, colocándola sobre un plinto en la iglesia parroquial de Mohernando, sobre las gradas del altar y sobre la cripta que bajo estas contendría los cuerpos de ambos personajes.
Habían fundado un mayorazgo en la persona de su hijo mayor don Carlos de Eraso, extendiendo la correspondiente escritura fundacional en Madrid, en marzo de 1567. Figura en ese mayorazgo la gran cantidad de bienes inmuebles que poseían, pues además del señorío de Mohernando, Humanes, Robledillo, Cerezo y Razbona, tenían las dehesas de Gargantilla y La Penilla en Santillana, así como buena copia de edificios principales en Toledo, en Madrid y en Segovia, con el Parral del Pirón en los aledaños de esta ciudad.
También la heráldica se empareja a veces con la historia y de ella, de sus manifestaciones en forma de talla, pintura o forja, sacamos relevantes conclusiones. Así ocurre con los escudos de armas que sobre los altos muros de rojizo sillarejo y piedra rodada que forman el presbiterio o ábside de la iglesia parroquial de Mohernando, aparecen hoy, finamente tallados y muy bien conservados, con los emblemas del mayorazgo fundado por don Francisco de Eraso y su esposa doña Ana de Peralta.
La mejor descripción que cabe hacer, en el idioma del blasón mas estricto, de este escudo erasiano de Mohernando, es la que un ignoto «rey de armas» puso en la escritura de fundación del Mayorazgo de los Eraso, hecha en Madrid a 20 de Marzo de 1567, y conservada actualmente en el Archivo Histórico Nacional, sección de Consejos, legajo 4863, de donde la hemos sacado. Allí se describen los ricos paños que ornamentaban la cama de don Francisco de Eraso, y que eran precisamente estos: «un escudo partido en cuatro cuarteles. En el primer cuartel las armas de ERASO, que han de ir derechamente y por principales, a la mano derecha, que son dos lobos de sable en campo de plata con una estrella o lucero encima de los dos lobos. Y en el cuarto bajo de la mano derecha, las armas de los HERMOSAS, que es un escudo partido en cuatro partes, y en las dos partes dos veneras de plata, una en contrario de otra, en campo azul, y en los otros dos cuarteles dos flores de lis coloradas en campo de oro y por orla de este cuartel una cadena de oro en campo colorado. Y en el cuarto alto de la mano izquierda las armas de los PERALTA, que son un escudo, el campo colorado, y la cuarta parte de él, una faja de plata con seis aspas coloradas por orla en campo de plata. Y en el cuarto bajo de la dicha mano izquierda, las armas de los BARROS, que con cuatro fajas coloradas en campo azul, y en las dichas fajas sembradas trece estrellas de oro, y por orla, de la mitad del escudo, a la mano izquierda, veros azules y de plata. Y encima de todo el escudo, un yelmo abierto, con su divisa de las armas de Eraso, que es un lobo negro, con sus pendientes de follage de oro y colorado, como aquí van declaradas».