POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE LEGANÉS (MADRID)
La instalación de una escultura, la edición de un libro y una exposición con reproducciones de originales, fotos y dibujos del autor son algunas de las iniciativas que formaron parte del homenaje que nuestra ciudad rendió al poeta Blas de Otero.
Este poeta, de cuyo nacimiento se han cumplido ahora 90 años, pasó unos meses en nuestra ciudad (Instituto Psiquiátrico Santa Isabel- Manicomio) recuperándose de un problema de salud mental.
En esos días escribió un soneto que tituló “Aventando”, más tarde cambió el título por el de “A Leganés” pero después se publicó como “El Aire”.
Unos cuantos versos de este poema aparecen en el libro que Blas de Otero sostiene en la escultura que será instalada, con toda probabilidad, en el Museo de Esculturas al Aire Libre.
A LEGANES
El aire desenreda el pensamiento
de los locos, las almas torturadas,
el aire con las manos desviadas
hacia la luz del monte.
Es el momento de vivir, de vivir, vivir.
Memento homo. Chanfainas superexplotadas
en los negros rincones. Desplegadas
las velas, arde el aire en movimiento.
Ábrete, aire, airea el pensamiento
de los locos, las almas torturadas,
y lo demás que se lo lleve el viento
Es el momento de vivir, vivir. Alzadas
manos contra el sombrío firmamento,
aire, aire aventando olas airadas…
Blas de Otero. 1971
Esta idea, impulsada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Leganés y el poeta y compositor local, Santiago Gómez Valverde, fue muy bien acogida por diferentes delegaciones municipales que colaboraron en la puesta en marcha de una serie de actividades que acercaron a los vecinos la obra del poeta bilbaíno.
La escultura, obra de Francisco López Hernández, es un busto de medio cuerpo del poeta, realizado en bronce fundido, en la que un Blas de Otero joven sostiene en sus manos un libro con la palabra Leganés en su portada.
Un libro singular
Además de la escultura, se publicó un libro que formará parte de este reconocimiento de Leganés a Blas de Otero. En el mismo, que esta prologado por la viuda del poeta, Sabina de la Cruz, colaboraron escritores de la talla de Juan Carlos Mestre, Clara Janés, Luís Alberto de Cuenca y Santiago Gómez Valverde.
Pero una de las características más singulares del libro es el hecho de que estos autores compartirán páginas con alumnos de 13 institutos de Leganés que han participado en un certamen sobre Blas de Otero para el que han elaborado textos escritos en verso y en prosa, dibujos y fotografías.
La portada del libro es una obra del artista onubense José Viera y encontraremos así mismo un poema al que ha puesto música el compositor David Hurtado. También aparece en esta edición un poema de Rafael Alberti dedicado a Blas de Otero el soneto que el propio autor dedica a nuestra ciudad.
A mediados del mes de marzo del pasado año tubo lugar el homenaje y la inauguración de la escultura y la exposición.
Vida del Poeta Blas de Otero
Blas de Otero Muñoz nace en Bilbao, 15 de marzo de 1916 – y fallece en Majadahonda (Madrid), el día 29 de junio de 1979. Fue uno de los principales representantes de la poesía social de los años cincuenta en España.
Infancia, de Bilbao a Madrid: 1916 – 1933
Blas de Otero nació el 15 de marzo de 1916 en Bilbao. A los 7 años entró en el colegio de Juana Whitney, madre de María de Maeztu; el preparatorio e ingreso de Bachillerato lo estudiaría en un colegio de jesuitas. Su casa era para él refugio y remanso de paz, un microuniverso mitificado de tranquilidad y juegos, habitado por él mismo, sus padres, su hermano y su institutriz, mademoiselle
Isabel.2 Por el contrario, el colegio representaba una suerte de infierno represor para el niño.
Tres años después, la familia quedó en la ruina y decidieron mudarse a Madrid a fin de tratar de remediar la situación y allí descubrió su propia identidad. En este ambiente empezó a escribir.
Cuando tenía 13 años murió su hermano, tres años mayor que él. Tres años después falleció su padre. El carácter alegre por naturaleza de Blas de Otero se agrió; se volvió introvertido y pesimista. A esta edad empezó su obsesión por la muerte. En 1931comenzó la licenciatura de Derecho; poco después tuvo que abandonarla para volver a Bilbao con su familia. La situación de ruina se había agravado tras la desaparición del padre, lo que impuso el regreso a la ciudad natal.
Juventud, de «Alea» a «Nuestralia»: 1933 – 1944
Ya de vuelta en Bilbao, Blas de Otero se encontró con que debía llevar adelante a la familia, a la vez que cursaba por libre sus estudios de Derecho. La situación supuso demasiado peso para su frágil estabilidad emocional, que se quebró. El joven Otero empezó a padecer serias crisis nerviosas. Encontró tres apoyos para mantenerse cuerdo: la religión, la amistad y el arte.
Su vida religiosa, por aquel entonces, era muy intensa.
Miembro de la Federación Vizcaína de Estudiantes Católicos, congregante de Los Luises de San Estanislao de Kostka… Incluso firmaba sus poemas en aquel entonces como “Blas de Otero, C.M.”: Congregante Mariano. Empezó a publicar su poesía por esos años: unos versos claramente marcados por su creencia religiosa e influenciados por los místicos españoles y la literatura cristiana: las Baladitas humildes, publicadas en la revista jesuítica de Los Luises. También comenzó a moverse en los ambientes artísticos de su ciudad; junto a un grupo de amigos creó distintos grupos poéticos: en un primer momento «Los Luises»; después vendría «Alea» y finalmente «Nuestralia», su particular torre de cristal.
Aunque fue uno de los padres de «Alea», no era uno de los más asiduos, posiblemente por su espíritu solitario. «Alea» fue, en principio, tertulia artística y punto de encuentro para intelectuales de toda índole. Después de la Guerra Civil comenzó a interesarse en la publicación de la obra de sus miembros: en Cuadernos de Alea apareció Cántico espiritual, su primera obra de cierta extensión.
Más tarde vendría «Nuestralia», un núcleo cerrado formado por Blas de Otero y otros cuatro amigos. Como grupo tuvo corta vida pero gran intensidad, y fue importantísimo para la consolidación poética de Otero. Gracias a su influencia comenzó a experimentar con recursos expresivos desconocidos. Estaban marcados por su fervor religioso: sus influencias oscilaban entre los místicos, Juan Ramón Jiménez y la Generación del 27, pasando por poetas tan dispares como Rabindranath Tagore, Miguel Hernández y César Vallejo. Acostumbraban a citar y recitar versos en sus reuniones: muy posiblemente, en este tiempo adoptó Blas de Otero el que había de ser uno de sus recursos más interesantes: la intertextualidad.
El poeta se debatía entre su vocación poética, que le exigía una vida bohemia, y la necesidad de trabajar para mantener a su familia. En 1935 acabó Derecho en Zaragoza; poco después empezó la Guerra Civil, que pasó para él sin pena ni gloria. En 1941 comenzó a trabajar como asesor jurídico a la vez que veía crecer su prestigio como escritor. En 1943, incapaz de soportar el conflicto con su vocación, volvió a Madrid para matricularse en Filosofía y Letras, con el plan de emular a otros poetas-profesores y ganar cátedra de Literatura. Sin embargo, la Universidad no era el lugar de erudición e intercambio cultural que él esperaba; defraudado, regresó a Bilbao cuando su hermana mayor (que sustentaba a la familia) enfermó y no pudo seguir trabajando.
Embargado por un terrible sentimiento de culpa por haber dejado atrás a su madre y a sus hermanas, que de él necesitaban (lo cual le supuso siempre un gran cargo de conciencia) quemó todos sus poemas como expiación. A partir de entonces se dedicó a enseñar Derecho por lo particular y a preparar oposiciones.
Afirmación de la vocación poética: 1944 – 1955
En 1945 sufrió una terrible crisis depresiva que lo llevó a recluirse en el sanatorio de Usúrbil. Durante esta crisis se destruyó su bucólica visión de la amistad, su firme posición religiosa y su cándida valoración poética. Sin embargo, encontró en la creación artística su mejor terapia. En estos años nacieron, casi íntegramente, las tres obras de su ciclo existencial: Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia y Ancia.
Seleccionando poemas inéditos, junto a otros publicados en diversas revistas de la época, salió Ángel fieramente humano, obra que presentó al premio Adonais. Le fue negado el premio, al parecer por cuestiones de heterodoxia religiosa. En 1950, sin embargo, ganó el premio Boscán con Redoble de Conciencia.
En 1950 conoció en París a la actriz y poeta vasca Tachia Quintanar, con quien mantuvo una relación amorosa y una buena amistad durante toda su vida.
Desde 1955 ya fue considerado uno de los grandes poetas de la posguerra. Su poética cambió de rumbo, pasando de ser afirmativa a interrogativa, inquiriendo al mismo Dios. Sólo aparecen en ella dos personas: «yo», el poeta; y «tú», Dios. El «yo», solitario y sufriente, busca un «tú» para dialogar y sólo encuentra el silencio. Como resultado del fracaso de esta búsqueda (que era poética, pero también vital) se impone la confirmación de una nueva fe.
Del existencialismo al coexistencialismo: 1955 – 1964
La soledad de Blas de Otero crecía con su prestigio. Su búsqueda de un «tú» con el que dialogar había fracasado. No obstante, encontró una manera de mitigar su soledad: el encuentro con los otros, ser hombre entre los hombres. Así apareció el «nosotros» en su poesía: un cambio en su poética que no sólo significó una nueva dimensión en su obra, sino también el descubrimiento de la solidaridad humana, que terminó con su crisis y le devolvió la paz espiritual. La poesía del desarraigo pasó a ser poesía del encuentro.
Ayudaron a este giro de timón sus nuevas amistades, poetas y artistas del grupo bilbaíno y nombres importantes del Instituto Cisneros, que lo encaminaron a «la inmensa mayoría».
Por aquel entonces, su prestigio había crecido tanto que empezaba a ser estudiado por los eruditos (Dámaso Alonso, Alarcos…), a aparecer en antologías, ser protagonista de monografías, artículos y ensayos y ganar todos los premios importantes de su época.
Su extraño sentimiento hacia España, de amor y repulsión a la vez, lo llevó al autoexilio en París. Allí accedió a los círculos comunistas e incluso se afilió en 1952 al Partido Comunista por afinidad, si no política, sin duda ideológica: en él veía cristalizados sus ideales humanistas. Asumió el marxismo que le otorgó una explicación global del hombre en la historia. El descubrimiento de un prisma filosófico y vital alternativo al dominante en la España de la época le llenó de satisfacción. En París se fraguó Pido la paz y la palabra desde su nueva fe en el género humano: el verso se había convertido en una herramienta para tratar de cambiar el mundo.
Si el odio lo había llevado lejos de España, el amor le hizo volver: la gran añoranza que sentía por su tierra le hizo sumirse en nuevas crisis emocionales y depresivas. A finales del mismo año regresó con la firme convicción de conocer a fondo su país y tratar con el pueblo llano. Convivió y trabajó con mineros; recorrió los pueblos del interior de Castilla y León, sin apenas dinero, viviendo del trabajo y de lo que le ofrecían los amigos que iba haciendo por el camino. El compromiso que adquirió con la gente de a pie le empujó a terminarPido la paz y la palabra y a escribir En castellano.
Entre 1956 y 1959 vivió en Barcelona, donde frecuentó los grupos artísticos locales. Allí le censuraron En castellano, pero publicó Ansia, resultado de la suma de Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, más algunos poemas nuevos. Aunque se sitúe cronológicamente en la época social de su poesía, la temática corresponde a la época anterior, para la que sirvió de epílogo y broche final. Ansia ganó el Premio de la Crítica en 1958 y el Premio Fastenrath en 1961.
En 1960 viajó a la URSS y China invitado por la Sociedad Internacional de Escritores. Por esta época se publicaron (siempre fuera de España por culpa de la censura) Esto no es un libro (Puerto Rico, 1963) y Que trata de España (París, 1964).
En 1964 se trasladó a Cuba, donde le fue concedido el Premio Casa de las Américas. Allí conoció a la cubana divorciada Yolanda Pina, con la que se casó. Durante tres años vivió en La Habana con ella; en 1967 se divorció y regresó a Madrid, donde reanudó la antigua amistad y el amor con Sabina de la Cruz. Su relación con ella duró hasta la muerte del poeta y le dio la estabilidad definitiva. Fueron días de paz espiritual, tranquilidad emocional y pasión creadora.
Últimos años de su vida: 1964 – 1979
Durante esta época publicó numerosas antologías recopiladas por él mismo, además de libros con nuevos versos. También se dedica a pulir los antiguos; es por esto que hay numerosas variantes de su poesía.
Su enfrentamiento con el franquismo, al que había visto nacer, crecer y morir, fue constante. Anheló y cantó la democracia durante 40 años; luchó por ella, e incluso apareció en mítines, conferencias y recitales en las primeras elecciones.
Sin embargo, no llegó a ver completamente realizado su sueño. El 29 de junio de 1979 murió en Majadahonda (Madrid) de una embolia pulmonar, habiendo cumplido con sus preceptos vitales y al final de una larga búsqueda, vital pero también poética. Está enterrado en el cementerio civil de Madrid.