POR BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA (ALICANTE).
Es más bien poca la información que tenemos sobre este escritor y editor de mediados del siglo XIX, quien hacia 1850 se había convertido en el más importante impresor, editor y librero de Madrid.
Entre su ingente producción resalta la Enciclopedia moderna. Diccionario universal de literatura, ciencias, artes, agricultura, industria y comercio, por ser la primera gran enciclopedia en castellano que se terminó en el siglo XIX.
Francisco de Paula Mellado fue muy aficionado a narrar por escrito sus viajes por España y fruto de ello son los libros: Guía del viajero en España, 1842; España geográfica, histórica, estadística y pintoresca, descripción, 1845 y Recuerdos de un viage por España de 1849. En estos libros Francisco describe Xixona, como ya hemos expuesto en un artículo anterior. https://bgarrigos07.wordpress.com/2020/09/07/xixona-vista-por-francisco-de-paula-mellado-salvador/
Ahora comentamos la información sobre las cuevas de Canelobre.
Recuerdos de un viage por España fue publicado en 1849 y en las partes tercera y cuarta recoge su viaje por Galicia, Navarra, La Rioja, Aragón, Cataluña y Valencia. La motivación para emprender este viaje se debe a la prescripción facultativa. Finalmente, Francisco de Paula, decidió hacer caso a sus doctores y se preparó para recorrer España. En la puerta del Sol de Madrid se encontró con su buen amigo, Mauricio, que se dirigía a París. Tras versar sobre las ventajas de visitar nuestro solar patrio lo convenció para que le acompañara. Así los dos amigos emprendieron un periplo por España un día de mayo de 1846.
Después de una estancia de ocho días en Valencia, los dos viajeros encaminaron sus pasos hacia Alicante siguiendo el camino real de Xátiva. Tras dejar atrás Cocentaina y Alcoy llegaron a Xixona y desde nuestra ciudad partieron hacia las cuevas de Canelobre.
Sus impresiones sobre esta magnífica gruta son las siguientes:
Recuerdo de un viage por España, 1849
“Aquel día pasábamos de largo por Busot, lugar de mil doscientas cincuenta almas y distante una legua de Jijona, cuando detuvimos nuestros caballos al saber teníamos cerca una de las más raras curiosidades de España, y de la que hasta entonces nunca habíamos oído hablar, y es la Caverna de Canelones (1). Hicimos un gran rodeo y retrasamos mucho por aquel día el término de nuestra jornada, pero todo lo dimos por bien empleado. Hállase la caverna situada en el elevado monte denominado Cabesó del Oro ó Cerro del Hombre, y debajo de una enorme peña. Entrase por una rampa (2)descubierta de cerca de cuarenta y cinco pies de largo que conduce á la boca de la gruta. La longitud de ésta es de mil pies, su latitud de seiscientos, y la altura después de la entrada, de ciento veinte próximamente. Su forma es parecida á un óvalo ó elipse.
Ya en el interior se esperimenta la mayor admiración y sorpresa, pues cree uno encontrarse dentro de una suntuosa catedral gótica por la multitud de preciosas estalactitas o filtraciones que forman como columnas, estatuas, y mil rarísimos caprichos que contemplan la más viva ilusión. A la derecha de la entrada se halla el Retablo, que es una inmensa filtración de bellísimo aspecto, y que se asemeja á un gran altar, y al fin de la caverna, adonde llegamos con muchísimo trabajo, se ven algunas balsas de poco fondo llamadas cogollas, y una gran losa donde escribieron sus nombres algunos curiosos viajeros, y donde también nosotros trazamos los nuestros.
Según algunos eruditos geólogos, esta cueva no es otra cosa que la hornaza de un volcán apagado ya antes de los tiempos donde alcanza la historia, pero que tiene muy cerca materias que aun están en combustión, de lo que son una prueba la temperatura de veinte grados que allí se esperimenta, una especie de cráter que se ve a la parte sur, y los muchos manantiales de aguas termales, que se desprenden de este monte, de treinta y dos a treinta y tres grados de calor, y que forman los famosos baños de Busot (3).
Mucho nos agradó la Caverna de los Canelones y el buen Mauricio, entusiasta como siempre, aseguró era lo más bello que había visto en todo el viage».
Gracias a Francisco de Paula Mellado hemos descubierto una de las primeras descripciones de las cuevas de Canelobre.
BIBLIOGRAFÍA
GARRIGÓS SIRVENT, Bernardo, “Francisco de Paula Mellado y la Xixona del siglo XIX”, Programa de Fiestas de Invierno, Asociación Cultural y Festera de Heladeros, 2008, pags. 105-106.
GONZÁLEZ I CATURLA, Joaquín, Rondalles de l’Alacantí, Editorial Aguaclara, Alacant, 1989.
(1) Su nombre cuevas de Canelobre procede de una gran estalagmita central que parece un candelabro.
(2) Antes de la Guerra Civil tenía su entrada cerca de la cima. Fue en la contienda civil cuando fue habilitada como taller de reparaciones de aeronaves republicanas cuando se horadó el actual túnel de acceso.
(3) En 1838 Pedro García Faria, ingeniero y arquitecto construyó el edificio principal del balneario de Aguas de Busot, mientras que el Conde de Casas Rojas embelleció las tierras adyacentes. El balneario funcionó hasta la Guerra Civil. El propio Francisco de Paula Mellado nos dice en su Enciclopedia moderna, diccionario universal de literatura, ciencias, artes, agricultura, industria y comercio, publicada en 1851 que este balneario y el de Benimarfull son los únicos de la provincia de Alicante que “tienen médico director nombrado por el gobierno”.
FUENTE; CRONISTA