POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS).
Cuando veo en diversas cadenas de TV cómo los cocineros «modernistas» utilizan curiosos instrumentos (pinzas, cuentagotas, embuditos…) para la presentación de sus preciosos platos y manejan balanzas electrónicas para medir masas de ingredientes, recuerdo con nostálgica admiración aquellas formas y «unidades de medida» tan tradicionales y «exactas» que eran garantía de unos guisos y de unos postres exquisitos.
En homenaje a aquellas «amas de casa» tan llenas de arte y sabiduría de cocina les recuerdo algunas de las viejas maneras de medir.
1. – PEQUEÑAS CANTIDADES. – Eran frecuentes «la pizca», » la brizna» , «el granin» y «el puntin».
Así, por ejemplo, se decía : una pizca de sal, unes briznes de azafrán, un puntin de pimentón picante…
2.- PEQUEÑAS CANTIDADES DE LÍQUIDO. – Las expresiones más usuales eran el «chorro» y su diminutivo el «chorrin».
3.- CANTIDADES MAYORES. – Las unidades más empleadas eran «la mozada» y «el puñau», que equivalía a lo que podía contener el cuenco de una mano de persona adulta.
Sus diminutivos eran «la mozadina» y el «puñain».
4.- MEDIDAS DE VOLUMEN. – Eran muy variables, siendo como más usuales las siguientes : «la cucharada» y la «cucharadina» (colmadas o enrasadas) ; «el vasu» y «el vasin» (de los de agua o de los de vino) ; «la copina» ; «el guevu» y «el vasin de yogur».
5.- MEDIDAS DE TIEMPO. – Eran muy curiosas pues generalmente correspondían a la duración del rezo de una cierta oracion: un credo largo, un credo corto, una salve, tres padrenuestros con sus avemarias.
Terminamos con una receta muy de estos días de enero.
Se cuenta que un médico avilesino era un experto en la preparación de percebes. En cierta ocasión, estando el de viaje, sus amigos le pidieron la receta y el, mediante telegrama, contestó en estos términos :
«Litro de agua, cucharada de sal. Agua hervir. Percebes echar. Vuelta hervir. Credo rezar. Percebes sacar. Abrazos.
Esta anécdota la cuenta Juan Fernández de la Llana, » Juan Santana», en su libro «De Gastronomía Asturiana» (Oviedo 1970).
NOTA. Portada de tres antiguos libros de cocina editados en los primeros años del siglo pasado. Fíjense en el libro de Nieves que corresponde a su segunda edición de 1923.