POR FERNANDO JIMENEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES
A veces, consultando los viejos periódicos, encuentras datos de personajes que, a pesar de haber destacado en el mundo de la cultura, nunca gozaron de reconocimiento en su ciudad de origen, no por falta de méritos sino por lo frágil que es la memoria colectiva con algunos artistas, a los que el olvido condena al cruel anonimato. Por ello me gustaría destacar la figura de un cacereño al que la muerte sorprendió en plena juventud, después de haber desarrollado una intensa vida como músico y compositor.
Germán Liberal Arnelas, nace en Cáceres el 6 de octubre de 1886, hijo de un funcionario de la Diputación Provincial llamado Julián Liberal y de la también cacereña Amalia Arnelas, descendiente ésta de una familia de plateros y músicos locales. Germán era el menor de cuatro hermanos. Desde la niñez mostró condiciones naturales hacia el mundo de la música. Daría sus primeros pasos de la mano de una de sus primas, Adela Arnelas, que le enseñó a tocar el piano. A la edad de 14 años ya daba conciertos en los círculos recreativos de Cáceres y en otros lugares donde solicitaban su presencia.
Esta precocidad, le permitió ser becado, durante un solo año, por la Diputación Provincial, para asistir como alumno al Conservatorio de Madrid. Pasado el año, decide quedarse en Madrid donde, a pesar de ser todavía un niño de 15 años, empieza a buscase la vida como músico profesional. Se inicia como violonchelista en el Circo Price, donde acabaría por ser el director de su orquesta con solo 17 años, después de haber sustituido al prestigioso maestro Guillermo Cereceda. Con la orquesta del Price, recorre el país de punta a punta y a pesar de su juventud se convierte en uno de los más reputados directores y compositores del panorama nacional. Buscando nuevos horizontes profesionales, deja el Price y se embarca hacía tierras americanas, donde espera ampliar su prestigio y su fortuna.
Su nuevo destino es Méjico, donde empieza a trabajar como el virtuoso pianista que era, para posteriormente ser fichado como director de la orquesta del Teatro Nacional de Méjico. En Méjico triunfa como músico e inicia su labor de compositor de zarzuelas. Durante los 17 meses que permanece en la capital azteca, compone diferentes piezas musicales como la zarzuela «La Sultana» o el tango «Thalía», que lo llevan a ser reconocido como un artista de primer orden. En 1908, con 22 años, deja Méjico y se traslada primero a La Habana como director de una compañía de ópera y zarzuela y posteriormente a Puerto Rico y a la isla de Santo Domingo, donde continua su exitosa carrera musical.
La azarosa vida profesional de German Liberal, su juventud y los excesos a los que su recorrido artístico le conducen, merman su salud por lo que decide volver a casa, a su ciudad de origen, de la que salió con solo 15 años, donde vivían sus padres y hermanos. En Cáceres recupera parte de su salud y aunque vuelve a Madrid, con la intención de continuar su carrera musical, sus continuas recaídas le hacen volver definitivamente a la casa paterna donde fallece el 3 de diciembre de 1911, cuando apenas contaba 25 años de edad. De esta forma se vería truncada una exitosa carrera, que había iniciado en su ciudad siendo un niño y le había llevado a triunfar en los principales teatros de su tiempo, tanto en España, como en Méjico o en Cuba.
En Cáceres, la prensa local, el Bloque y el Noticiero, se hicieron eco de su temprana muerte, aunque pasados los años la ciudad fue olvidando al que pudo haber sido un grande del género musical.