POR JUAN JOSÉ LAFORET HERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (LAS PALMAS) .
Hoy se puede decir que no ha faltado nadie, que todas las partes han reconocido a Gran canaria como punto y puerta ineludible en el Atlántico cultural.
Que Canarias ha sido encrucijada de culturas en el Atlántico es algo que no se le esconde a nadie. Una realidad, consolidada con el paso de los siglos, que el escritor y ensayista venezolano Arturo Uslar Pietri resaltó al precisar que, si Canarias ha sido la puerta de América para los europeos, también ha sido la de Europa para los americanos. Y hoy Gran Canaria, con su Casa de Colón como uno de sus principales bastiones, es santo y seña palpable y destacado de ello.
Son muchas la actividades periódicas que manifiestan esa existencia transcontinental, que corre por las venas del océano, experiencias ya enraizadas como los Coloquios de Historia Canario Americana, o la celebración de un congreso como el que ha tenido lugar estos días, bajo el título de ‘Revisitar el Boom. I Congreso de Escritores en Español’, impulsado por la profesora Carmen Márquez, con colaboraciones tan efectivas como la del escritor y académico J.J. Armas Marcelo, que, como él mismo rememoró en su lección inaugural, nos lleva inmediatamente a lo que constituyó una primera experiencia, fecunda, dinámica, no exenta de polémica -como todas las grandes ocasiones de la humanidad-, y cargada de vivencias literarias y humanas, a las que no fue ajena, en una sugerente dimensión, la población de la isla, que siguió sus sesiones, entre el 5 y el 9 de junio de 1979, puntualmente a través de los medios informativos y de muchas conversaciones y debates, que se producían a diario acerca de este evento, pues la inmensa mayoría era consciente de como Gran Canaria quedaría con ello muy marcada en su ser y sentir como puente entre continentes, o disfrutando directamente de sus sesiones, siempre abarrotadas de público -más de 160 escritores y otro centenar de personas en algunos momentos, llenaban el salón de actos y las estancias tanto de la Casa de Colón y como de la Residencia Universitaria de Santa Brígida, el actual Hotel Escuela, donde se celebraban las sesiones de trabajo-, e incluso compartiendo con los escritores asistentes muchas visitas y vivencias por muy diferentes rincones de la capital grancanaria, incluida una inolvidable visita al Confital de entonces.
Hoy se puede decir que no ha faltado nadie, que todas las partes han reconocido a Gran canaria como punto y puerta ineludible en el Atlántico cultural, pero en 1979 acontecieron anécdotas como que, en el último momento, una delegación cubana comunicó que desistía de acudir, aunque varios escritores cubanos de primera fila sí asistieron a título personal. Sin embargo fueron muchos los escritores, poetas -aunque es verdad que la poesía no tuvo gran protagonismo en el congreso, como en el denominado Boom- y artistas (la galería Vegueta ofreció una exposición, con obras de Dámaso, Manrique, Manolo Millares, Juan José Gil, Alzóla, Crujéra , Monagas, Juan Ismael, Felo Monzón, Félix Juan Bordes o Lola, Massieu, que se inauguró elocuentemente tras una sesión dedicada al papel del intelectual en la sociedad actual, en la que participaron escritores como Manuel Puig, González León, Sarduy, o Manuel Suay. Yo recuerdo muchos ratos muy gratos compartidos con Antonio Gala, José Hierro, Alvaro Pombo, el escritor grancanario Orlando Hernández y el pintor Aquilino Saavedra, en lugares como el Herreño, el Bentaiga o las Cuevas de Artiles.
Ahora este nuevo Congreso de Escritores en Español, para revisitar el nominado Boom y rememorar un anterior congreso en 1979, ha tenido un complemento importante, como es la celebración del XV Congreso Internacional de la Asociación Española de Estudios Literarios Hispanoamericanos, lo que ha permitido que autores, profesores, críticos literarios, filólogos, académicos hayan convivido una semana, intensa en trabajos y vivencias -era llamativo ver las tertulias que se formaron por muy numerosas terrazas de Vegueta y Triana-, y mostrarnos que al final todos participan de las mismas inquietudes, herramientas, compromisos, el que para todos la lengua en el objeto principal en sus trabajos y disquisiciones. Junto a ello presentación de libros como ‘Carmen Balcells, traficante de palabras’, de Carme Riera, o de la Colección ‘Biblioteca Atlántica’, como en 1979 nos encontramos con el académico, escritor e historiador venezolano Guillermo Morón, que presentaba y firmaba su obra ‘Escritores Latinoamericanos Contemporáneos’.
De nuevo, como señaló entonces la prensa, «una oportunidad de oro para mejorar la comunicación entre las diferentes corrientes literarias y discutir diferentes posturas ante la literatura». También, como se sugirió entonces, es la hora en que se patentiza el carácter de capital cultural de esta ciudad, que queda ahora en silencio frente al sonoro Atlántico, en reflexión sobre lo acontecido y lo recibido, y a la espera de un nuevo encuentro transcontinental, a los que ya está tan acostumbrada. Mientras, en la Casa de Colón, «un guacamayo forma escandalosa algarabía; y las campanas de la catedral, hacen sonar la hora de Canarias y América».
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