POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES).
Hoy, 11 de abril de 2021, hace 519 años que arribó al puerto de Santo Domingo, en la isla de la Hispaniola (actualmente República Dominicana) el brocense Nicolás de Ovando, quien iba a hacerse cargo de la gobernación del Nuevo Mundo, tras el fracaso del navegante Cristóbal Colón y de su sucesor, el inquisidor Francisco de Bobadilla, hermano de una amiga de Isabel la Católica, Beatriz Fernández de Bobadilla. Tanto Colón como Bobadilla no supieron gobernar la colonia y los Reyes Católicos tuvieron que enviar a nuestro paisano, que ya había sido maestro del Príncipe de Asturias y comendador de Lares (hoy Esparragosa de Lares. Badajoz) para poner orden en aquellos territorios. A final lo consiguió.
Yo estaba leyendo estos días de pandemia el libro de mi amigo el profesor de América Esteban Mira Caballos “La gran armada colonizadora de Nicolás de Ovando 1501-1502), editado por la Academia Dominicana de la Historia en 2014. El libro, donde hay dos fotografías de Brozas que hice, me fue dedicado el 28 de febrero de 2015 con el siguiente texto: “Para mi buen amigo Paco Rivero, con quien comparto la admiración por Nicolás de Ovando”. Ese mismo día se presentó en el palacio de la Concordia este tomo, en presencia del historiador dominicano Genaro Rodríguez Morel; Hernando Orellana – Pizarro, el presidente de la Fundación ·Obra Pía de los Pizarro”, y también intervino un servidor.
Crónicas de Las Brozas: La Gran Armada Colonizadora de Nicolás de Ovando (cronistadelasbrozas.blogspot.com)
Conocí al profesor Mira Caballos en una de las jornadas que organicé, como cronista de Las Brozas, recién estrenado el auditorio de las Comendadoras dedicadas a la historia de la villa. Hemos coincidido en varios lugares, siempre en simposios de temas históricos: Trujillo (Ovando) y Medellín (Hernán Cortés). Por cierto, Esteban Mira acaba de publicar hace unos días un libro titulado “Hernán Cortes, una biografía para el siglo XXI”, que se puede pedir por Amazon
Recuerdo durante mi estancia profesional en Mallorca que tuve oportunidad de hablar por teléfono durante mucho tiempo con el que fuera presidente de la República Dominicana, Juan Bosch, mientras hacía una visita al Monasterio de Guadalupe.
El señor Bosch y yo hablamos un buen rato y de ahí surgió el tema de la visión dominicana de Ovando, tema que después publiqué en los Coloquios Históricos de Extremadura de 1991 bajo el título “La visión americana de Nicolás de Ovando” y cuyo resumen es este:
«Para algunos dominicanos, la mayoría, fue un hombre brutal y cruel, al mandar ajusticiar a la princesa india Anacaona, que se opuso al sistema de la encomienda, por el que los españoles se repartían a los indios para que trabajasen en sus fincas. Debido al cruel trato que le proporcionaron, el pueblo indio, los tainos, vio rebajar drásticamente su población.
Para otros. Ovando fue el gran gobernador que desarrolló una política europea, imponiendo criterios occidentales a una sociedad arcaica, que basaba su subsistencia en la escasa economía de la isla La Española. Levantó ciudades, hospitales, escuelas, conventos, palacios, y ordenó el traslado de la capital. Santo Domingo, a la orilla derecha del río Ozama, tras la destrucción de la ciudad vieja por un huracán.
Sin duda, fue un gran hombre. Con dos visiones, dos caras, con dos opiniones contradictorias. Hemos de conseguir que sus acciones, buenas o malas, las juzgue la historia. Tratarlas con respeto es nuestra labor. Desde aquí sólo queremos darlas a conocer en su propia tierra».
En las conclusiones del libro, Mira Caballos escribe que “esta escuadra supuso un antes y un después en la colonización española en el Nuevo Mundo. Atrás quedaba la fracasada factoría colombina, comenzando desde este justo instante (abril de 1502) una nueva etapa caracterizada por el deseo de consolidar definitivamente el poblamiento”.