POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA.
EL PUPITRE
La música nos acompaña en todo momento. Mientras trabajamos, mientras vamos de viaje o caminando por la calle. Ella nos conecta a niveles que ninguna otra obra de arte puede hacerlo. La música en nuestras vidas nos transporta una información que llega al mismo tiempo a múltiples niveles de nuestro ser; varias notas y ritmos se mezclan logrando combinaciones únicas que se graban en nosotros. Además, la música es capaz de despertar emociones y estados de ánimo en nosotros. Mucho se ha hablado del «efecto Mozart» y la importancia de la estimulación temprana con música en los niños antes de nacer.
En el año 1953 lograría el número uno de su promoción al acceso al cuerpo técnico de directores civiles y cuatro años más tarde repitió ese número uno para los directores militares.
Fue director de la Banda de su Majestad el Rey de España desde su fundación en 1976 hasta 1988 cuando fue sustituido por Francisco Grau. Ha sido profesor de contrapunto y fuga de compositores como José María Sánchez Verdú, Mauricio Sotelo o Sebastián Heras, entre otros muchos.
Hace unos años, el profesor Fernando Cabañas Alemán escribía su biografía en un libro publicado por el IDEC y resaltaba especialmente, los valores humanos de este sencillo músico conquense.
Su biografía musical es tan extensa que sería prolijo enumerarla, pero quisiera destacar cerca de veinte marchas procesionales de nuestra Semana Santa de Cuenca, destacando la de «Requiem por un músico», o las de «Por un viejo turbo», «Por tu cara de pena» y la más reciente «Marcha para un guitarrista conquense» dedicada al guitarrista Ismael Martínez Barambio.
Y quisiera acabar con lo que le contestaba al periodista José Vicente Ávila en una última entrevista: «En el año 1948 fui a Granada con la Banda de Aviación, pues allí nombraron hermano mayor de la cofradía de las Angustias al ministro González Galarza, que estuvo 25 años en el cargo. Ingresé en esta Banda del Aire por mediación de un conquense de Olmeda de la Cuesta, Javier Murcia Rubio, que llegó a teniente general, pues era muy difícil ingresar. También estaba otra persona relacionada con Cuenca, que era Elorrieta, que se casó con una hija de Cubells y heredó nada menos que la Ciudad Encantada. Era una Banda muy especial. Cuando salió la Virgen de las Angustias en la procesión me dije para mí si había otra Virgen como la de Cuenca, pues yo tenía 18 años y era muy inocentón. Salimos de la Alhambra junto a la Virgen y aquello se me quedó grabado y por ello decidí escribir una marcha a las Angustias».
Así, de sencillo fue este magnífico hombre de la música, el que puso a Cuenca siempre como ejemplo de ciudad eterna, a la que tanto amó y en la que tantas veces dejó su sello.
Por eso, «llora la Música» con la pérdida de este hombre y sobre todo, llora Cuenca y lloramos los conquenses. Que descanse en paz.
FUENTE: https://eldiadigital.es/art/373367/llora-la-musica-por-por-miguel-romero-saiz