POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE TORREVIEJA
Con el mes de septiembre, no sólo llegan nuevas colecciones de fascículos a los quioscos, y los lloros de los pequeños que estrenan guardería, y los nuevos programas televisivos, también nos vienen las lluvias septembrinas que tienden a empañar los últimos días estivales. Viendo lo vivido estos últimos días, que no es poco…, debemos tener claro que las inundaciones en el Bajo Segura, no es nada nuevo y se han repetido con relativa cierta frecuencia, aunque no por ello nos acostumbremos a sus a veces efectos catastróficos
A últimos de septiembre de 1906, la lluvia y el viento azotó a gran parte de la provincia de Alicante. Los alcaldes de Orihuela, Albatera, Elda y Torrevieja, enviaron telegramas al gobernador comunicándole noticias referentes a las inundaciones y pérdidas ocasionadas por el viento. Además, en Torrevieja, por efecto de las lluvias y tormentas, se perdió totalmente la cosecha de uva para vino y de la sal, produciéndose el hundimiento de dos fábricas y muchas casas, dejando en la miseria por falta de trabajo a un millar de obreros. La línea de ferrocarril Albatera-Torrevieja quedó cortada, no restableciéndose la circulación de trenes hasta principios de octubre, teniendo los viajeros que efectuar trasbordo en algunos kilómetros por los destrozos que el temporal ocasionó en la vía.
Importante fue el temporal ocurrido el 29 de septiembre de 1919, día de San Miguel –por lo que fue conocido como ‘La Sanmiguelá’-, un día de triste recuerdo en los anales de la Región de Murcia y Comunidad Valenciana. En dicho día, aproximadamente a las 9 de la noche, se desencadenó en Torrevieja un terrible vendaval acompañado de continuos relámpagos sin truenos ni lluvia; dos horas después estalló una tormenta, hasta entonces la más grave conocida en la población. En un momento quedaron las calles convertidas en verdaderos ríos y durante algunas horas constituyó un serio peligro el andar por ellas. Entre los que prestaron un auxilio decidido.
En la rada el ciclón puso en peligro a las embarcaciones allí ancladas, ocasionando el naufragio del pailebot gallego ‘José Salgado’, de la matrícula de Villagarcía. Entre los que prestaron auxilio a aquella embarcación se encontraba el vapor español ‘Concha’, ordenando el capitán a sus tripulantes que desplegasen las mayores energías para el salvamento de los tripulantes, mientras que daba las órdenes oportunas y disparaba cohetes y bengalas llamando la atención al personal que había en tierra. Todo fue inútil, la fuerza de las olas y el furioso ciclón, impidieron el salvamento del barco que fue a embarrancar en la playa de Ferris. En el lugar de la desgracia, desde el primer momento se personaron autoridades lo, el vicepresidente de la Sociedad de Salvamento de Náufragos, Vicente Castell Ibáñez, y personal a sus órdenes; el director de la salinera, Luis Molina, los consignatarios, señores Ballester, y varias personas humanitarias que intervinieron en salvamento de los náufragos. Una mujer pasajera y el resto de tripulantes del ‘José Salgado’, se salvaron merced a los auxilios que desde tierra se prestaron.
Otro barco naufragado merced a la ‘Sanmiguelá’ fue el pailebot ‘José María’, que durante el furioso temporal se mantuvo en la rada, pero pasado el chubasco y en un intervalo de bonanza que se presentó en la mañana del día treinta, decidió el patrón ir a Santa Pola con el objeto de aguantar con más seguridad en aquel puerto un nuevo temporal que se preparaba. Cuando llevaban algún tiempo de navegación, un gran viento huracanado les hizo zozobrar, pereciendo dos de los cinco hombres que lo tripulaban, entre ellos al patrón, siendo recogidos los tres restantes –cuando ya estaban a punto de ahogarse- por el vapor ‘Concha’, que los condujo a Torrevieja.
La ‘Sanmiguelá’ ocasionó numerosos daños materiales y personales en muchas poblaciones. Torrevieja se estuvo más de tres días incomunicada por tierra, sin correo; el telégrafo no funcionaba, el tren llegaba sólo desde Torrevieja hasta cerca de Benijófar. Los habitantes se alumbraban con petróleo y velas al dejar de funcionar la central eléctrica.
Los destrozos de la ‘Sanmigulá’ fueron tan cuantioso que hozo preciso que visitase la zona el ministro de Fomento, Abilio Calderón, que recorrió las zonas afectadas. Sufrieron daños Cartagena y La Unión, con averías en carreteras y caminos, calles enfangadas, grandes destrozos en la industria minera, daños en el Arsenal; Torre Pacheco; Torremendo, con numerosos movimientos de tierras y se hundieron seis casas; Orihuela, destruidas las cosechas de patatas, pimientos, cáñamo y maíz, , las aguas derribaron el muro de contención sobre la acequia de Callosa, frente al Colegio de los Jesuitas en una extensión de veinte metros, murieron numerosos animales, en la parte baja de la ciudad las aguas alcanzaron una altura de siete metros amenazando hundirse muchas casas, totalmente inundado Molins y el ‘Cabecico Gordo’; Redován, se hundieron muchas casas; Callosa de Segura, quedó destruida la cosecha del cáñamo y numerosas familias en la miseria; Albatera, se derrumbaron muchas casas y el agua alcanzó considerable altura; Crevillente, quedaron sin albergue numerosas familias por haberse inundado más de cincuenta cuevas que servían de habitación a muchas gentes, quedando inhabilitadas otras cincuenta; Elche, se inundó el barrio llamado Latorre y se desplomó una pared del Asilo de Pobres; en las salinas de Bras del Port de Santa Pola se perdieron unas noventa mil toneladas de sal; Alicante, inutilidad de la red de alcantarillado; y en la provincia de Valencia, anegados grandes extensiones de terreno, grandes pérdidas en la cosecha de arroz.
El 12 de septiembre de 1944, las localidades de Orihuela, Rojales y Guardamar quedaron inundadas al desbordarse el río Segura y el 28 de septiembre de 1947, en el área de Orihuela, la rambla de Abanilla dejó inundadas zonas de huerta y anegó el pueblo de Benferri, cuyo cementerio quedó asolado por el ímpetu de las aguas. La ciudad de Orihuela y su huerta quedaron anegadas por el desbordamiento del río Segura. La catedral de dicha ciudad, llegó a tener cerca de un metro de agua en su interior. Otras localidades de la Vega Baja también quedaron inundadas, casos de Catral, Dolores, Almoradí, y Rojales.