POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS).
Se ha puesto de moda un superlativo irritante; ¿irritante?, no, lo siguiente; más que simplificar el idioma lo empobrece; me refiero a éste: “Lo siguiente”, abierto a la imaginación del interlocutor. Al abuso del prefijo “super” y a la plaga del “estupendísimo de la muerte”, añadimos “lo siguiente”. Han desaparecido los bueno-mejor-óptimo, requeteguapo, archiconocido, ubérrimo, protomiseria, crudelísimo…, y ahora infecta nuestro idioma “lo siguiente”, y ataca con virulencia palabras al límite de su expresividad: “Eterno no, lo siguiente”, “Infinito no, lo siguiente”, “Omnipotente no, lo siguiente”, “Ilimitado no, lo siguiente”, “Inmortal no, lo siguiente”, “Único no, lo siguiente”, “Embarazada no, lo siguiente”, “Muerto no, lo siguiente”… La pandemia se extiende y ya no sé si calificar a los analfabetos de desmesurados, superanalfabetos, tontolabas o lo siguiente.