POR PEPE MONTRESERIN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Que el hombre es un lobo para el hombre lo dijo Hobbes en «Leviatán», al tratar del egoísmo en el comportamiento humano; aunque esta definición de nuestra voracidad viene de Plauto, de «Asinaria», y la desconsideración hacia nuestros semejantes ya trae cola; llevamos más tiempo siendo animales que personas, andando a cuatro patas que a dos, contamos con más experiencia como simios que como bachilleres, hemos gruñido más que declinado bonus bona bonum.
Nuestros instintos están más arraigados que nuestra conciencia, y esa mezcla diabólica nos convierte en protagonistas de terribles sucesos que dejan al lobo con la boca abierta. Son brotes de nuestra bestialidad, reprimida por la educación y los dioses y sometida a la ley.
La corrupción no es de los políticos es de la raza, nos duelen los pelos del pecho, de ser tan mansos. Ilustración de , de mi cuento «Caperucita y el lobo», , 1998.
Fuente: https://www.facebook.com/pepe.monteserincorrales