POR ALFONSO ROVIRA, CRONISTA OFICIAL DE ALZIRA (VALENCIA)
Un grupo de entusiastas aficionados refundó en 1939 la banda municipal de Alzira.
Las bandas de música son un conjunto de instrumentos de viento y percusión. Se dio este nombre antiguamente, no sólo al conjunto de instrumentos de viento, sino también cuando intervenía la cuerda. Las bandas actuales se dividen en civiles y militares; las primeras dependen en general de los municipios y diputaciones y las militares, en España, del Ejército, la Armada, Policía Nacional y Guardia Civil.
Las bandas civiles, que es el caso que nos ocupa, acostumbraban a constar de las familias completas de instrumentos de madera, metal y percusión, con la importante intervención de la familia de los saxofones y la agregación de violoncellos y contrabajos de cuerda; pero la constitución de las bandas ha variado según las localidades y los criterios de los maestros directores. Ha mejorado también el repertorio, que se nutre de transcripciones para el instrumental de cada una de estas instituciones.
En Alzira hubo en el pasado buenas bandas de música, como la que vamos ha recordar hoy en esta crónica. Uno de los músicos, Enrique Camarena, “forner de la Vila”, a los diez años, en 1937, tocaba la “caja”, gracias a las enseñanzas del maestro Luís Esteve Larraga, que había sido saxo barítono e impartía enseñanza de solfeo a los educandos de aquellos años. La academia de música estaba situada en el número 46 de la calle Mayor San Agustín. Pocos años después se trasladaría al ayuntamiento, a la última planta, donde se ubicaba el archivo y allí se impartía enseñanza de solfeo y canto, donde recibieron clase los alcireños Guillermo Palomar y Emilia Caerols, que después actuaría en los escenarios con el nombre de Emma Carol.
La banda de música, por aquellos días, finalizando la más “incivil de las guerras”, estaba dirigida por Eduardo Quilez Ferrer, como venía haciéndolo desde 1931 y Luís Esteve. El finalizar la fratricida contienda fue disuelta. Poco tiempo pasaría, cuando en junio de 1939, muchos alcireños solicitaron plaza al ayuntamiento para formar nuevamente la banda municipal. El primer día de julio de 1940, llega a Alzira el recordado maestro Carlos Cosme Bergantiños, procedente de la vecina Carcaixent, donde había dirigido la banda, para hacerse cargo de la municipal de Alzira. Con él vinieron buenos músicos de la banda que dejaba: José Torres Talens, trombón; su sobrino Elietes, clarinete solista; Vicente Estors, trompeta solista; Batiste, de Simat, bajo: Juanito Lledó, oboe; y Manuel Cuello Sempere, percusión.
Los músicos alcireños que nombraremos a continuación, no eran profesionales; en cambio sí tenían mucha afición. Todos tenían su oficio y dedicaron muchas horas para bajo la dirección la buena batuda del “mestre”, formar una banda que hizo historia en la Ribera. Nuestro amigo Camarena, no interpretaba la caja, tocaba el clarinete: su anterior instrumento le fue confiado a Bernardo Olivier Ros, que era pulimentador de muebles. El bombo estaba a cargo de Agustín Coll Furió, afilador de sierras mecánicas. Los bajos estaban bien interpretados por Benjamín Bría Cañes, ebanista, y Carlos Ramón Chafra, industrial panadero de Sant Roc. De los bombardinos sólo recordamos a Antonio Doménech Ríos, mecánico. Una de las trompas estaba a cargo de Manuel Torres Enguix, tupinero de la fábrica de muebles Carreres. Los trombones los hacían sonar José Coll Furió, ebanista, y Ángel García, “Carruxa”, albañil y Carrió, de la misma profesión.
La cuerda de saxos estaba formada por José Fluixá, que manifestaba ser “periodista”, por escribir el “El Heraldo de Alzira”. Pepe Bría, saxo barítono y su hermano Santiago, que tenía a su cargo el saxo alto, ambos ebanistas, y Francisco Pastor Carrió. Uno de los fliscornos era interpretado por Higino León Enguix, también ebanísta del “carrer dels Negres”. Los trompetas eran Salvador Llínares Marimón, que trabajaba en PAPENSA y que años más tarde formaría parte del conjunto musical “Ritter”. Francisco Lombart Garrigues, albañil, José Villalba Moreno, relojero, e Ismael Orts Cortell, comerciante de ultramarinos.
Si Agustín Simó era muy bueno con la flauta, su hijo Octavio no se quedaba atrás; ambos fueron del ramo de la construcción. Ramón Torres Enguix, tan entusiasta de la música, también tocaba la flauta, fue hornero del horno de la plazoleta de Dolz. Por su parte, el flautín, era interpretado por Rafael Penadés, en aquella época estudiante de medicina y después ginecólogo en Carcaixent. Otros muy queridos músicos fueron los hermanos Ernesto y Eduardo Peris, que tanta estela dejaron en el pentagrama en Alzira. Intepretaban en la banda de Don Carlos Cosme, el saxo y el oboe y en cuanto a cuerda, el contrabajo.
Muchos músicos fueron los que interpretaron el clarinete. Enrique Sendra, José Alfonso Gramache, Alfonso López Morell, Salvador Pérez Gisbert, tornero del casa Gregorio Canet; Vicente Pérez Puig, zapatero remendón y su hermano Salvador. Alfredo Bartolomé, fabricante de muebles, Francisco Ruiz Roldán, técnico de artes gráficas en Cartonajes Suñer y Eduardo Badenes Gallach, zapatero en la calle Costa… y no nos olvidemos de Francisco Peris Vallés, “Rata”, masajista.
En el programa de las fiestas patronales de julio de 1944, editado por el ayuntamiento de Alzira, figura una fotografía, que acompañamos, de la banda dirigida por Carlos Cosme, en ella figuran todos los músicos recordados anteriormente.
De aquellos años, en el inicio de la década de 1940, recordamos el gran tablado a modo de tribuna, instalada en la proximidad del Retén de Policía Municipal en la plaza Mayor, donde los domingos, al mediodía en invierno y al anochecer en verano, la banda municipal de Alzira ofrecía maravillosos conciertos nuestros músicos, hoy desaparecidos, que tienen una inmejorable continuidad en la actual banda de la Sociedad Musical de Alzira.