POR ANTONIO LINAGE CONDE, CRONISTA OFICIAL DE SEPÚLVEDA (SEGOVIA)
Esta vez no voy a deciros nada del Archivo, al que mañana volveré. Porque hay una feliz página de crónica actual que exige merecidamente el monopolio de este correo.
Hemos tenido en paz y salud la Fiesta de los Fueros. Juan-Emilio, el hombre de la piedra en Sepúlveda, el hombre de Sepúlveda sin más, ha sido su pregonero.
Magnifico su pregón por cierto.
Y, a propósito de un detalle de él, os pido que comparéis dos situaciones.
LONDRES. BODA DEL PRÌNCIPE CARLOS- Los más altos dignatarios seguían la ceremonia con unos papelitos impresos y sin encuadernar. Galván, de Cádiz, el mejor encuadernador de España, se escandalizó cuando se lo dije.
SEPULVEDA. PREGÓN DE JUAN-EMILIO- Le leyó escrito a mano en pergamino lacrado.
Os pido que comparéis los dos eventos. Pero en serio, no cual si se tratase de anécdota frívola. Porque el cotejo se presta a reflexiones profundas.
Vuestro, Antonio