LOS AÑOS RUDOS DE ‘PRIMERA PÁGINA’
Nov 27 2017

TRANSITORIO Y PERSEGUIDO, FRANQUISTA Y ANTIFRANQUISTA, OCUPÓ UN REFRESCANTE PERO FRUSTRADO SEGMENTO INFORMATIVO. UNO DE SUS DIRECTORES FUE ENRIQUE CERDÁN TATO, CRONISTA DE ALICANTE

Enrique Cerdán Tato. CERVANTESVIRTUAL.COM

Al referirse al periódico de fugaz vida y capital manchego Primera Página(Diario para Alicante y su provincia), el historiador Vicente Ramos, tan riguroso a veces como imprudente, afirmaría que «sin proponérselo, tal vez, el empresario albaceteño Pedro García Munera (propietario de La Voz de Albacete) facilitó un cauce idóneo para expandir propaganda antifranquista», al editar un medio que apenas subsistiría en el mercado territorial de noticias en celulosa durante cuatro años y cuatro meses. Desde el sábado 23 de marzo de 1968, entonces como vespertino al precio de tres pesetas y 16 hojas, hasta el martes 25 de julio de 1972, ya en 32 páginas, cuando la deuda económica, una producción editorial errante y el permanente acoso de la policía política y la censura asfixiarían su continuidad.

Con redacción e imprenta en la calle José Salvetti, 18 y 20, de Alacant, en un inmenso local que luego ocuparía un gimnasio, una asesoría y un pub de ambiente tropical, su primer número tiraría 32 abultadas páginas estampadas en tinta bermellón y sepia, con una secuaz dedicatoria al Caudillo, en retrato serio y castrense, proclamando «un propósito irrenunciable de adhesión honda y perpetua a todo lo que Franco es y significa», junto a una colaboración del entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, a punto de ocupar la embajada de Londres, que saludaría efusivamente la salida de «un instrumento de cultura, de entendimiento y de honda comunicación social» al que nunca se dejaría de perseguir. El primer diario en aparecer al amparo de la, pretendidamente tolerante, Ley Fraga de Prensa de 1968.

UN INSEGURO EXISTIR

Su primitiva redacción la dispondría el alcoyano Rafael Coloma Payà, combatiente de la División Azul, escritor, archivero y fundador del diario Ciudad, aunque el menorquín Francisco Anglada Anglada operaría como primer director y Coloma como inicial subdirector. Ambos seleccionados por el régimen y ambos por escaso tiempo. Tan sólo al mes de su aparición en el quiosco, otro falangista, ahora madrileño, Ángel Vilches Criado, ocuparía el despacho. Durante 16 meses, hasta agosto de 1969, relevándole el informador de Moixent, La Costera, Juan José Pérez Benlloch, de antípodas ideas como socialdemócrata valencianista y fundador del tan provisional como cualitativo Partit Socialista Valencià, quien aguantaría en el cargo hasta febrero de 1971, otro año y medio más, tras lograr una evolución de contenidos.

De la dirección se ocuparía entonces, y hasta el apagón definitivo, el ilicitano Francisco Rodríguez Martín, «católico, sentimental y pendenciero» como le definiría el periodista Antonio Zardoya. Al expirar, el diario imprimía 24 páginas, costaba 5 pesetas y contaba con una plantilla de 45 empleados, en régimen de cooperativa desde 1971, tutelada por el redactor y escritor Enrique Cerdán Tato y rechazada por el entonces ministro de Información y Turismo, Alfredo Sánchez Bella, dirigente de la selecta Asociación Católica Nacional de Propagandistas y guía de la Primera Compañía de Radiodifusión franquista.

El martes 25 de julio de 1972, festividad de sant Jaume, Primera Página se extinguiría en silencio, con el brutal frenazo de sus seis linotipias y el paro sin subsidio para sus diez linotipistas, a quien la redacción nutriría con bocadillos en sus días más aciagos. El desempleo sin pan también alcanzaría a su personal periodístico y administrativo, en un diario sostenido, desde abril de 1970, con créditos de la propia agencia de publicidad contratada, Publicitas, como recordaría la periodista Rosa Solbes, entonces becaria, en su tesis para la Escuela Oficial de Periodismo, Primera Página. Historia de una frustración, que le dirigiría el periodista Salvador Barber.

Bailando en una insuficiente tirada de entre 3.000 y 4.000 ejemplares (con corresponsales hasta en Caudete), y combinando lo aldeano y universal, el día de su fallecimiento apenas se haría eco del óbito informativo: Continúa la intensa búsqueda de El Lute y Gerard Herbert, (fotoperiodista) de United Press International, muerto en Quang-Tri, Vietnam. Como observaría el perspicaz periodista Fernando Abad, editor de las leidísimas columnas de Cerdán Tato en el diario, Antología de la Aberración, abrasivo gas pimienta de esa época, esa sería su última y camuflada despedida. Dos años antes de la revolución de los claveles.

ATREVIDOS Y CASTIGADOS

Fundado por Pedro García Munera, impresor, amo de La Voz de Albacete y empresario que disiparía la fortuna de su señora, su redacción más brillante y diversa estaría compuesta, entre articulistas y colaboradores, por Jaime Gómez OrtsVicente HipólitoBlas de Peñas, Rafael AzuarFrancisco AldeguerLola ClimentJosé Vicente BotellaMario Martínez GomisEmilio Soler PascualSalvador Forner MuñozBernat Capó y los citados Rosa Solbes y Enrique Cerdán Tato. Además de Miguel Signes Molines (que sufriría hasta tres consejos de guerra, de los que resultaría absuelto) y José María Perea Soro, entonces un joven pollopera de 22 años, residente en Madrid y prometedor perito de siniestros en Mapfre, quien dictaría diariamente «a cobro revertido una crónica muy breve de apenas cuartilla y media» en las que resumiría «las cosas más importantes que llevaba la prensa de Madrid», según desvelaría en una amable y dilatada entrevista al afinado periodista Pepe López y a la profesora y activista Lola Mollà. Hasta que Juanito Benlloch le llamó a casa y le soltó: «Oye, ¿tú no te vendrías aquí a trabajar de periodista de verdad?». Para acabar de jefe de redacción, escribiendo como Terenci Moix, a saltos de oca.

Abocado al precipicio, ya en febrero de 1971 algunos grupos optarían a comprar el diario, aunque Fernando Abad razona que «su editor bandearía entre no vender o querer hacerlo a un precio muy alto», en medio de un manojo de líos laborales. Según Pérez Benlloch «la última carta para salvar el diario fue una entrevista de García Munera con el conde de Godó durante una cacería campestre celebrada en Albacete». Para entregar su diario a La Vanguardia, Munera le pediría «una cifra muy modesta». Más que modesta, molesta: «30 millones de pesetas». Un negocio imposible. Lejos quedarían ya aquellos titulares del 1 de abril de 1968: Castalla, la localidad que mayor número de cancerosos registra. O el del 22 de abril del mismo año: ¿Martín Borman en Chile? Nada si se compara con aquella crónica de una semana después: Se celebró con gran éxito el día del Subnormal en Elche.

Fuente: http://www.elmundo.es/comunidad-valenciana/alicante/2017/11/27/5a1af3f6468aeb5f038b46b4.html

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