POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Fue don José Caso González, catedrático y Rector Magnífico de la Universidad de Oviedo, un hombre cultísimo, de conversación amena y con un sentido del humor increíble. Persona enamorada de Asturias y de sus costumbres y, ya más en concreto, de su gastronomía. Yo tuve la suerte y el honor de contar con su amistad y de gozar con sus charlas en la Cofradía de Amigos de los Quesos, en otras reuniones asturianistas, en sus «demostraciones ferroviarias» con el enorme «tren en miniatura» que tenía en su casa de Soto de Cangas de Onís.

Don José tenía una obsesión con eso de que los botánicos denominasen a nuestra faba «de fabada» (fabes del cura o fabes de la granja) con el nombre de Phasseolus vulgaris y él proponía, para eliminar lo de «vulgaris», cambiarlo por el de Phasseola REGALIS; es decir, una faba de reyes o faba real.

Con tal motivo escribió un opúsculo titulado «LA REINA FABA» en el que, además de exaltar las cualidades de esta legumbre, hasta aseguraba su «origen asturiano y cangués» pues, así decía, el tenía un documento del siglo VIII en el que un vecino de Soto vendía a otro «una jaza a jabes» en la ribera del río.

¡Don José!, le dije cuando lo leí. ¿Cómo cuentas esa mentira tan grande si en el siglo VIII no había fabes en Asturias?

.- No te preocupes , me contestó. Ya verás cómo dentro de muchos años algún investigador indocumentado tomará ese dato como cierto y confirmado por un trabajo científico de un Rector de Universidad. La Historia suele escribirse así… Y se reía con una sorna contagiosa.

.- ¡Vaya , vaya…!, apostille yo. ¡Estás igual que Isaac Assimov con su «investigación » acerca de la tiotimolina resublimada, un polifenol cuya velocidad de disolución en el agua es negativa!

.- Cometario final de don José: ¡Yo no discuto con químicos!
Bueno, bueno…

Pues resulta que el otro día, tomando mi «pinta de vino con gaseosa» en EL TASQUERU», un bar-sidrería en el Altu L´Infanzón, un cliente me insinuó esta propuesta: «¡Oiga! ¿No hay forma de saber o de contar si los CACHOPOS tienen cuna de Gijón, aunque no sea verdad?»

.- ¡Pues, claro que sí! Voy a ver cómo «cuento un cuentu, un cuentu que no sea verdá».

.- Y allá va mi «invención». No se la crean , pero ríanse un poco con ella y , por favor, que nadie me riña por ello.

.- Pues, señor… Erase una vez un cantar o una copla muy antiguo que para definir a las gentes de las distintas parroquias gijonesas les acoplaba algún dicho o cualidad de conducta . Y así encontramos esta que dice:

«LOS DE CABUEÑES
COMEN CACHOS DE CARNE
COMO MADREÑES.»

¡Ya está! ¡En este refrán esta el busilis de la cuestión!

Porque, ¿que es un cachopo? Una fritura de carne rellena que a la vista tiene el aspecto de un trozo de madera hueco para meter cosas en él. Y acaso una MADREÑA ¿no es un trozo de madera hueco para meter los pies en él a modo de calzado?

¡Pues ya está! Cuando ustedes soliciten un CACHOPO de ternera pidan que sea, como mínimo, del tamaño de UNA MADREÑA, pues así lo preparan en CABUEÑES, y más concretamente en EL TASQUERU, donde guisan y fríen la carne a tenor de lo que afirma la copla.

Y si no desean cachopos, pues no anden con remilgos. Les ofrecerán pinchos, tapas y picoteo vario para dar y tomar.

¡Ah! No tengo comisión alguna , que conste. Yo escribo para divertirme y si «ye contando mentires», pues para que se rían ustedes con el cuentín y recuerden lo que en él se encierra como verdad.

NOTA IMPORTANTE. Por un error mío de archivo confundí la foto del cachopo que preparan en el restaurante LOS CAÑOS, de Cimanes del Tejar, (ilustrando este comentario), con la que realmente quería poner relativa a EL TASQUER.