POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA).
Ulea está plagado de caminos y veredas. De hecho, hasta el año 1492, no tenía calles ni carreteras de acceso; todo eran caminos de cabras y veredas, por donde también caminaban los pastores y arrieros.
Caminos de vértigo, en las estribaciones de la sierra «El Castillo»; y sus múltiples barrancos que la circundan. Por esos senderos que le acercaban a la orilla del río Segura y a su fértil huerta. Sí, caminos que invitaban a soñar despiertos; porque no existían obstáculos que lo impidieran: no existía la distancia de seguridad.
En este caminar casi solitario, «muchos uleanos hemos experimentado una sensación de Universo vacío» aunque, todavía, hoy en día, disfrutamos al caminar por los senderos que nos conducen a su huerta; junto a sus brazales serpenteantes y acequias más caudalosas, viendo discurrir sus aguas y sintiendo el croar de las ranas. Pero, sobre todo, como escribió el Cronista Sr. Cuéllar «En medio de un vacío silencioso», aunque «lleno de soledades y ausencias» Un vacío que los uleanos llenábamos, y seguimos llenando de grandes sueños; hasta el punto que sin pensarlo, nos invitan a regresar a dichos caminos, veredas y vericuetos, con la finalidad de evocar épocas pasadas de nuestros antepasados.
Los voceros uleanos de principios del siglo XX, nos recordaban que aquellos sueños conducían a nuestras mentes por lugares insospechados y a evocar seres queridos que ya se marcharon para siempre.
Por tal motivo, ese vacío lleno de sueños, nos obliga a volver al camino que habíamos iniciado, para poder seguir nuestro itinerario.
Estas personas, de edad avanzada, son verdaderos voceros de nuestra querida Ulea que, nos aleccionaban diciendo que » para recorrer dichos caminos y veredas, «solo es cuestión de dar el primer paso».
En nuestro pequeño pueblo de Ulea, plagado de soñadores irredentos, siempre encontraremos un camino para hacer realidad nuestros sueños.