POR FRANCISCO PUCH JUÁREZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDESIMONTE (SEGOVIA)
Hubo un tiempo, a los que tenemos tantos años no nos alcanza la memoria para recordar con visos de exactitud cuando ocurrió, en el que a una legumbre tan diminuta a la vez que tan popular como es la lenteja se le llegó a dar tanta fama en el Madrid del siglo XX, durante la transición, que el que no asistía al Restaurante Mayte Comodore, en la Plaza de la República Argentina 5, de Madrid, a degustar las lentejas de Mona Jiménez, era como si no existiera en la vida social, política o gastronómica de la época.
En aquellos años, con independencia de la categoría gastronómica del afamado restaurante tanto por la exquisitez de sus menús como por el importe de sus cartas, periódicamente se reunían personas o personajes del mundo de la política, de los negocios, de la economía, de las artes o de las ciencias, para degustar las famosas lentejas de Mona Jiménez, plato humilde en las bajas capas sociales pero que el restaurante elevó a la categoría de manjar.
Lo de menos era la degustación del plato, lo importante estaba en la presencia de sus degustadores y de las tertulias, conversaciones y relaciones que entre ellos se establecían.
Aquellas famosas lentejas duraron un tiempo, ni mucho ni poco, no sabría precisar las fechas y no quisiera echar mano de la hemeroteca, pues si en ello me entretengo no me daría tiempo a volcar sobre el papel lo que en el magín me bulle.
Todo este entroito viene a cuento, con la idea de elevar a los cielos de la gastronomía.
otra legumbre un tanto más gruesa que la lenteja y que admite en su condimentación una serie de ingredientes cuáles son, la carne de morcillo, el hueso de caña o de rodilla de vacuno, la morcilla, el chorizo, el tocino una punta de jamón y de manera especial aunque no tenga otro sabor que el que el resto de ingredientes le proporcione, la bola o relleno con ajo y perejil…
El organismo humano capaz de engullir todos estos ingredientes, tras de un buen plato de sopa con fideo fino o de cabellín, y no tenga que apretarse un puñado de bicarbonato, ya puede decir que no sufre del estómago y puede ir tranquilamente a estercolar al campo.
En el Centro Segoviano de Madrid, centro de reunión de los miles de segovianos y simpatizantes que residimos en Madrid, queremos elevar, como ya he dicho antes, los cocidos de ENCARNITA, que es la encargada de cocinar tan suculento manjar, a la categoría gastronómica que se merece y más aún si los garbanzos proceden del segoviano pueblo de Valseca; pero no es sólo la degustación del manjar lo que nos empuja a llevar a cabo esta acción, sino que, lo que verdaderamente perseguimos es que cuantos segovianos y amigos de Segovia vivan Madrid o en cualquier otro lugar, vengan a reunirse al Centro Segoviano, con el pretexto del cocido, para hablar de sus cosas con su paisanos, para exponer los problemas o las virtudes de sus empresas, para poder poner en práctica sus ilusiones o deseos, para que a través de estas reuniones que vamos a llevar a cabo todos los meses el último jueves de cada mes, entre todos juntos podamos ensalzar, o ampliar todas aquellas cuestiones que como segovianos nos unen y nos gustaría que pudieran llevarse a cabo para ensalzar a los segovianos, a nuestra noble ciudad y a la muy trabajadora y excelsa tierra de Segovia, con el pretexto de degustar tan humilde legumbre que era plato elemental en las mesas humildes de la postguerra.
Segoviano, ten en cuenta que lo que tú solo no puedes hacer, no puedes alcanzar o no puedes conseguir, tal vez puedas lograrlo con la unión y el apoyo de tus paisanos
El próximo cocido será el 27 de octubre, último jueves de mes, a las 14,30 horas. ¡Contamos contigo!…