POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)
Hasta que la localidad fue expandiéndose, ya bien avanzado el siglo XVII, el casco urbano estuvo limitado por dos arroyos:
– La Quebrada, también conocida como La Sensa, por su extremo occidental. Dicho arroyuelo tiene su nacimiento en lo alto del camino de las Cuestas (carretera actual de Valdehúncar), atravesando el Canchigordo, y después unas antiguas callejuelas, el lateral del “herranal” de los frailes (Jardinillo actual), alrededores de Pablo Luengo hasta desembocar en el otro arroyo tras la vía férrea actual. Como su hermano mayor, la inmundicia, aguas estacadas y focos palúdicos o de otras enfermedades (como la gastroenteritis) acosaban a los moralos por doquier, sobre todo cuando llegaba la época estival. Alejada del él quedaba la ermita de las Angustias, entonces en el extrarradio.
– El arroyo Casas, que nace en la dehesa del Berrocal (al otro lado de la actual A-5. Antiguamente se subdividía en tres tramos: el arroyo del Molinillo, desde la calle Antonio Concha (o antigua carretera) hasta su nacimiento (en memoria de las ruinas del antiguo molino harinero que se observa aún a su vera, fuera ya del casco urbano); el arroyo de la Barranca, desde el lugar anterior hasta la actual línea del ferrocarril, y que recibía ese nombre porque sendas elevaciones a ambas márgenes impedían antiguamente su desbordamiento (por eso se construyeron las primeras viviendas en la parte más elevada de la izquierda, en la actual Plaza Vieja y sus alrededores); y el propio arroyo Casas, desde el sector ferroviario hasta su desembocadura en el Tiétar (término ya de Casatejada).
En siglo XVIII dos núcleos residenciales se atreven a rebasar ambas márgenes:
– Por el poniente, algunas construcciones dan origen al barrio de San Miguel que, tras la llegada del ferrocarril, incrementa su extensión y dará origen al popular barrio del Perchel. Muchos de esos operarios del tren fijan su residencia en él, pero también los habrá de otras profesiones.
– Por oriente, en los inicios de ese siglo y tras ser destruido Valparaíso por los portugueses en la Guerra de Sucesión, muchos de sus vecinos huyen a Peraleda de la Mata y otros a Navalmoral, asentándose la mayoría en un altozano, uniéndose a otros que llegan también, y que gradualmente formarán el típico barrio del Cerro. Distrito de agricultores básicamente, ya fueran “yunteros, pequeños propietario o jornaleros.
Como podemos apreciar, hoy son prácticamente irreconocibles al hallarse canalizados en su transcurrir urbano, después arduas tareas y proyectos en que se embarcaron regidores municipales y mecenas foráneos (Doctor Murillo, Sánchez Arjona, Luis Julve, etc.).
Pero lo mayores recordarán todavía los juegos en sus malolientes aguas o las pericias para vadear sus aguas en invierno (si se estaba lejos de los “pontones” del camino de San Marcos-calle Marqués de Salamanca o del que había junto a los Caños Nuevos, o de los dos puentecillos de la carretera general).
Como colofón mostramos dos imágenes: una del arroyo La Sensa junto a los Caños Nuevo, y la otra del arroyo Casas tras el antiguo edificio de La Gota.