POR CARLOS GÓMEZ
Cuáles serán ahora los senderos de la crónica mexicana, ahora que las plataformas digitales son las únicas que posibilitan la difusión de las labores cronísticas. Habrá de pensarse en el establecimiento de blogs, de páginas electrónicas, del empleo de podcast. En la postpandemia los cronistas deberán ser expertos en el manejo de las redes sociales que no son una plataforma exclusiva de las personas jóvenes.
A lo largo de muchos años fui conociendo cronistas que impusieron su estilo de escribir. Este fue el caso de don José P. Saldaña (1891-1992), quien fuera Cronista de Monterrey y cuyas obras giraran en torno a esta ciudad que en sus tiempos no tenía ningún signo de belleza. Una de sus obras fue “Grandeza de Monterrey y Estampas Antiguas de la Ciudad”. Tuve la oportunidad de acompañarlo para dar en una rueda de prensa la idea de la creación de una fototeca que a principios de los ochenta no existía y que ahora se localiza en el Centro de las Artes del Parque Fundidora bajo la tutela de Conarte.
El maestro Israel Cavazos Garza (1923-2016), acucioso historiador y con quien llevé una amistad, fue cronista de su natal Guadalupe, Nuevo León, y de la ciudad de Monterrey, pero más cronista que él lo fue su esposa, la saltillense doña Lilia Villanueva que escribió preciosos textos. Uno de los libros del maestro Cavazos fue “Breve Historia de Nuevo León”.
Mención especial merece el maestro Celso Garza Guajardo (1943-2000), nacido en Sabinas Hidalgo, Nuevo León. Tenía una forma singular de escribir crónicas de tal manera que era una delicia leerlas y el talento para poner en valor las cosas simples de los pueblos. Murió tempranamente a los 57 años de edad. Una de sus obras fue “Aquellos Años que Soñé”.
Saldaña, Cavazos y Garza Guajardo no tuvieron el privilegio de manejar las plataformas digitales, pero ahora muchos cronistas mayores de 80 años se despliegan con familiaridad con el contexto digital.
En el taller de Cronistas del Renacimiento Mexicano que organiza conjuntamente la Secretaría de Turismo (Sectur) y la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas (Anaccim) es imprescindible el uso de las redes sociales, así que vía Zoom los viernes por la tarde, desde hace ocho semanas, se congregan cronistas de ciudades y pueblos mexicanos para abordar temas dirigidos a ampliar su mirada académica.
Con orgullo, el cronista de la ciudad de Tlaxcala, maestro Cesáreo Teroba Lara de 81 años; Gerardo Novo Valencia de 81 años, cronista de la Ciudad de Toluca, y don Abel Jiménez Garza de 91 años, cronista de la ciudad de Guadalupe, participan activamente en este taller que tendrá como producto un libro de cada uno de los participantes.
El ejercicio de la crónica no es privilegio exclusivo de los adultos mayores, pues hay muchos jóvenes que son cronistas oficiales en pueblos y ciudades, siendo expertos en redes sociales como es el caso del cronista de San Cristóbal, Chiapas, de apenas 35 años de edad. Sin embargo, hay que señalar que los cronistas mayores pueden ofrecer mucho a su comunidad porque además de tener el prestigio de un proyecto de vida muchas veces ejemplar, cuentan con un componente que no aparece en la juventud y que es el de la sabiduría.
El maestro Armando Fuentes Aguirre “Catón”, cronista de la ciudad de Saltillo cuenta con 81 años de edad y es experto en las lides digitales; el maestro Leopoldo Espinosa Benavides, cronista de la ciudad de Monterrey, cuenta con 71 años de edad y mantiene una diaria comunicación digital con sus lectores. Entonces se puede decir que las redes sociales ya son del dominio de adultos mayores a los que muchas veces se les margina y más en estos tiempos de coronavirus. Aprendamos de ellos, pueden ofrecernos lecciones invaluables.
Fuente: https://vanguardia.com.mx/