POR RICARDO GUERRA SANCHO CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Como una continuación a la columna anterior, hoy tengo que dar un repaso a lo que ha sido el cuadragésimo quinto congreso de Cronistas en Baeza. Con 70 cronistas participantes, dos de ellos mejicanos, que con otros tantos cónyuges e invitados han elevado a unas 150 personas participantes, con 52 comunicaciones de mucha variedad temática, algunas de ellas de gran contenido de investigación histórica y otras de temática más liviana, pero todas escritas con cariño y dedicación, que en dos sesiones de trabajo se fueron desgranando.
Muchos saludos a compañeros y amigos, esto es como una gran familia en la que el capítulo de los saludos es muy importante porque hace grupo, reverdece recuerdos y vivencias de otros encuentros y, al fin y al cabo son parte del congreso.
Y también de recuerdos hacia algunos compañeros que nos han dejado. Estando en Jaén era imprescindible recordar a un venerable, una figura que fue señera durante muchos años y respetado por todo. Me estoy refiriendo a Vicente Oya, el que me mostró las entrañas de su ciudad y me envió a los cronistas de Baeza y de Úbeda, en una visita hace años. Y fue en la ciudad cuando de su mano fui descubriendo la que, para mí y me avergoncé de ello, era una ciudad desconocida. Por eso fue aquel viaje concertado con el mejor de los guías.
Pero volvamos al encuentro de este año. En el Paraninfo de la Antigua Universidad, un precioso e histórico espacio, muy especial y significativo para la inauguración del Congreso, con personalidades, la alcaldesa de Baeza, representantes de Diputación, de la Universidad Internacional de Andalucía, el vicerrector de la Universidad de Jaén, nuestro presidente nacional y los representantes de México. La conferencia magistral inaugural corrió a cargo del Cronista de la Ciudad, José Luis Chicharro Chamorro que tenía por título “Baeza en el tiempo”. Yo conocí a otro cronista de esta bellísima ciudad, José Luis me dijo que era de reciente nombramiento… pero aquella fisonomía me resultaba conocida, y cuando le daba la enhorabuena por esa magnífica intervención, y comentamos mi visita a la ciudad con Vicente Oya, ¡ya lo recuerdo! le dije, con cierto rubor, y le recordé un encuentro cuando era director del Museo Provincial de Jaén… una presentación cordial y de la anécdota, él se acordaba mejor que yo… En aquella visita exprés de aquel magnífico museo, el tiempo de que disponíamos no daba para recorrer tanta riqueza artística como atesoraba y ante mi preferencia yo dije enseguida: Lo que prefiero es el arte Ibérico. Su cara complaciente se tornó en cómplice. Tenéis mucho, y una extraordinaria colección de pintura, pero a mi lo que más me llama es lo Ibérico… poco antes, por mis preferencias, había conocido un nuevo hallazgo importante. Y nos enseñó lo que aún no estaba expuesto. ¡Qué maravilla!
Las comunicaciones se fueron presentando en el palacio de Jabalquinto, sede de la Universidad Internacional de Andalucía, sede Antonio Machado, con visitas para los acompañantes y también para los congresistas al medio día. En la antigua catedral de Baeza, con sus diversas etapas constructivas y la personalidad de la obra de Vandelvira, ese renacimiento jienense tan característico. Y la reja antigua del presbiterio que ahora está a los pies del templo, una preciosa realización del rejero “Maese Bartolomé” allí apellidado “de Jaén” y para nosotros Maestro Bartolomé de la Fuente del Sauce, aquel artista que fue llamado a estas tierras por el Obispo Suarez, “el constructor” y gran mecenas. De este artista del hierro que allí se quedó hay buenos ejemplos en Úbeda, como la reja de Santa María del Castillo, que por fin he podido visitar, más cuajada y mejor… su obra cumbre, la de la Capilla Real de Granada. Otro notable paisano.
Un congreso cargado de historia, de arte y de amigos. El año que viene, nos veremos en Avilés. Que sea igual de fructífero, por lo menos.