POR DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

Hoy, casi todas las jornadas dominicales se celebran con similar esplendor (excepto si coincide con alguna conmemoración mayor, claro está: caso del Domingo de Carnaval o cualquier otro festivo de mayor trascendencia). Incluso se encadenan con cualquier otro festejo, dando lugar a los deseados “puentes” y “viaductos”, en los que se realzan aún más.

Pero cuando yo era niño, adolescente y joven (y no digamos antes, en el pasado más o menos remoto) no sucedía lo mismo, al menos en mi Montehermoso natal.

Pero, antes de entrar en materia, quiero aclarar esos dos vocablos –gordo y maleto– en el “habla” tan peculiar de la localidad: la palabra “gordo” se utiliza de forma similar a otros lugares, ya se trate de animales o cosas (grueso, obeso, orondo, etc.) o acontecimiento (importante, destacado, etc.); pero su antónimo “maleto”, aunque como tal se utiliza en el municipio para indicar lo contrario (delgado, enclenque, débil…; sin importancia, insignificante, etc.),

NO lo recoge el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, ni tampoco el Diccionario de la Lengua Asturiana, ni el de la Leonesa: como he podido comprobar cuando he investigado y publicado sobre las raíces asturleonesas que se exportaron hasta Montehermoso y sus alrededores con la repoblación medieval, y que se han conservado hasta nuestros días gracias al aislamiento que hasta mediados del pasado siglo XX sufrió la localidad. Ese calificativo, “maleto”, debe ser un diminutivo despectivo derivado de “malo”, deslucido. Pues en algunos lugares de España se utiliza el término “maleto” para referirse a algo de “mala calidad”.

Regresando al tema en cuestión, los que ya peinamos canas (o se las han teñido) recordamos bien cómo antaño, lo que narraba al principio sobre la celebración actual de los domingos –y como también decía– no se corresponde con la actual: entonces existían los “domingos gordos” y los “maletos”.

Los primeros se festejaban con todo su esplendor, casi como si de un festivo se tratara, con bailes, cine y otras diversiones al alcance de niños, jóvenes y mayores. Solían celebrarse en aquellos casos en que la fecha dominical se hallaba alejada de alguna fiesta sonada, sobre todo en épocas de poco trabajo (lo que en Montehermoso no es muy frecuente, dada su variada economía), o para concederle al cuerpo el descanso y el ocio que física y síquicamente le demandaba.

El resto eran “maletos” (como los pasados día 3, 10 y hoy 17 de diciembre, si viajáramos al pasado), al incidir en ellos dos circunstancias claves: la proximidad de una gran festividad (caso de la “Pura” y de Navidad), e inmersos –entonces, que no existía el “verdeo”– en plena campaña aceitunera o de bellotas. En esos días, sólo los funcionarios (y no todos, pues algunos completaban su actividad laboral con la agropecuaria) y pocos más los celebraban, y con numerosas limitaciones: hasta muchas tabernas cerraban, y la misa “mayor” dominical también notaba sus estragos. En otros pueblos los denominaban domingos “chicos”.

En la imagen mostramos una fotografía de Ruth Matilda Anderson reflejando el día de las Candelas de 1928 en Montehermoso. Como ese año –como éste de 2017– cayó en el jueves, es lógico que los domingos anterior (29 de enero) y posterior (5 de febrero) serían “maletos”.

Y, ya para terminar, lo que son las cosas: ahora, cuando alguien está de baja en periodo vacacional, lo recupera después. Pero, a nuestra generación de paisanos, ¿quién nos devuelve aquellos domingos “maletos” no celebrados?

Pero, no le demos vuelta, porque aquello fue agua pasada, una etapa más de nuestra vida de la que siempre nos quedará la añoranza.