ALFREDO CAZABÁN, LLAMADO EL ‘GRAN CRONISTA OFICIAL DE LA HISTORIA DEL SANTO REINO’, ESCRIBIÓ EN 1922 «UNA LECCIÓN DE HISTORIA POPULAR DE JAÉN»
Cuenta Alfredo Cazabán en ‘Don Lope de Sosa’ la historia de unos vítores que hay pintados en el machón de la fachada de la Catedral de Jaén más próximo a la Puerta de los Fieles (bajo la torre de las campanas), que pasan desapercibidos en parte porque el tiempo y las inclemencias amenazan con borrarlos, aunque todavía se aprecian a simple vista.
Esos vítores están contextualizados en los tiempos de dura pugna entre absolutistas y constitucionalistas o liberales y cómo el pronunciamiento de Riego en 1820 aumentó el encono.
El vítor de la Catedral de Jaén recuerda un sermón muy elogioso en favor de Fernando VII y, bajo una caprichosa corona, se recuerda a su autor, ‘Maestro Medina’, con el anagrama del vítor debajo. Se ve que a los contrarios no les hizo gracia, y menos en tan señero y visible lugar. Así que alguno mandó a escribir ‘con colación i bino’. O sea, que al gran sermón realista siguió un ágape con abundantes viandas y bebidas espirituosas, toda una ofensa para la época. Y ahí sigue esa burla, esa pugna política, «una lección de historia popular de Jaén», como escribió en 1922 el llamado ‘gran cronista oficial de la historia del Santo Reino’.
Según ha trascendido con el tiempo, el Diccionario de autoridades (1739) de la Real Academia Española, definía el vítor o víctor como «el cartel u tabla, en que se escribe algún breve elogio en aplauso de alguna persona con su nombre, por alguna hazaña u acción gloriosa, fixándole y exponiéndole al público».
Los vítores tradicionalmente se han relacionado con la Universidad de Salamanca, la más influyente de las tres universidades mayores en la España del Siglo de Oro, y en consecuencia, con los ambientes universitarios de entre los siglos XVII y XIX, de ahí que en Baeza sean tan numerosos.
Aún así, con el tiempo han ido apareciendo vítores en catedrales, como la de Jaén, en seminarios, iglesias, conventos e incluso edificios privados. Se sabe que no eran permitidas por el poder episcopal estas muestras de alabanza personal, por lo que muchos historiadores hablan de ellos como los ‘grafitis’ del momento.
Los vítores eran encargados a ‘especialistas’, que tras un leve cincelado de la piedra, coloreaban las iniciales con almagre, pigmento natural que se obtiene de la tierra y las laderas de los montes.
Hace unas pocas semanas, Francisco Gómez Cabeza, jienense de origen y residente en el extranjero, volvió a pasar unos días a Jaén. Doctor en Arqueología y especializado en representación virtual del patrimonio, se plantó delante de la Catedral y pensó en aplicar en la fachada de la seo la misma técnica con la que lleva años trabajando con pinturas rupestres.
La idea era ‘sacar a la luz’ los vítores de esa parte de la fachada y hacer con ellos una recreación virtual para imaginar cómo eran inicialmente o cómo quedarían en caso de restauración. «Sabía que podía funcionar. En las pinturas rupestres en las que el color rojo apenas es visible, se ve perfectamente. Aquí ha ocurrido igual», explica el experto, que cuenta cuál fue el proceso que siguió.
«En primer lugar se realizó un modelo fotogramétrico de la parte del muro en la que se localizaron una mayor cantidad de vítores. Para ello se realizaron un total de 15 fotografías desde diferentes perspectivas que ayudaron a generar el modelo 3D. Posteriormente, el método para potenciar los colores que se ha seguido es el conocido como ‘decorrelation streching’ que se podría traducir por estiramiento por descorrelación, utilizado en la teledetección para producir una imagen de falso color que ayude a visualizar los restos de pigmento. En este caso solo se ha aplicado para potenciar el color rojo de los vítores, si quisiéramos que otras pintadas, como una que se ubica bajo la ventana, que tiene una tonalidad que tiende al negro, habría que aplicar la misma técnica pero con unos parámetros diferentes».
El doctor en Arqueología compartió su recreación en la red social Facebook, donde le han planteado la posibilidad de que continúe documentando el resto de la Catedral. Él explica que este montaje lo hizo por un interés personal, pero que no hay ningún proyecto detrás, y que tendría que ser una institución, «la Iglesia o el Ayuntamiento» la que se plantease un trabajo así, lo que, según Gómez Cabeza, «permitiría documentar todos los lienzos del muro, de una manera fiable y científica y sería un granito de arena más para la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Catedral».
De momento no hay nada hablado al respecto y el propio arqueólogo reconoce que «no es muy frecuente que se recuperen los vítores».
No es frecuente, pero en la provincia de Jaén hay uno de esos casos excepcionales. Se trata de Baeza, ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, junto con Úbeda.
Allí, el pasado mes de agosto concluía la primera fase de restauración de los vítores, que ha desarrollado en el antiguo seminario de San Felipe Neri, hoy sede de la UNIA y en la fachada del IES Santísima Trinidad, donde estuvo la antigua Universidad.
Un grupo de expertos ha trabajado durante tiempo para conseguir recuperar un elemento tan significativo de aquella Baeza universitaria. En total se han invertido 27.000 euros, financiados con fondos municipales, con el apoyo del Ministerio de Cultura.
De entre todos los vítores que se han recuperado de la fachada del seminario baezano, destaca el dedicado al noble ubetense Diego de los Cobos (1516-1565), quien ocupara el cargo de obispo de Ávila primero, posteriormente de Jaén. Es llamativo el hallazgo de sus iniciales en tal edificio, siendo su construcción muy posterior al fallecimiento de aquel, realizándose, según se cree, a modo de burla hacia la nobleza vecina (especialmente al linaje de los Cobos). Se cree así porque sus iniciales vienen acompañadas de una imagen caricaturizada, en la que se representa a Diego de los Cobos en una posición fecal clara, y bajo la caricatura la sentencia escrita en castellano antiguo ‘lassar e callar’. También a mano alzada, pero esta vez a la izquierda del vítor aparece otra inscripción: ‘lerdos teólogos discípulos suios’.
La caricatura hace alusión al gentilicio extraoficial con el que en Baeza se conocía a los ubetenses ‘bacines’. De esta forma quedó inmortalizada la rivalidad entre los ubetenses (bacines) y los baezanos (‘bambollas’).
Fuente: https://www.ideal.es/ – LORENA CÁDIZ